Helloo!♥ espero les guste!!! comenten porfavor... la novela ya casi va a terminar!
▲▼▲▼▲▼▲▼▲▼▲▼▲▼▲▼▲▼▲▼▲▼▲▼▲▼▲▼▲▼▲▼▲▼
Tu: ¡Feliz cumpleaños!, ¡Felices 20, viejito canoso! –Reí.
Matt: Esto de que tengas diecisiete –Rió, lo besé inevitablemente.
Tu: Debía romper el hechizo, no quisiera regalarte un bastón como presente de cumpleaños –Reímos.
Matt: Amor –Sus ojos coquetearon con los míos.
Tu: ¿Qué?
Matt: Tengo un regalo para ti, ósea, de mi parte para ambos.
Tu: ¿Bromeas?, ¡es tu cumpleaños!
Matt: ¿Eso qué?, puedo regalarte cosas cualquier día del año, ven conmigo.
Tomó de mi mano y me codujo desde la cocina hasta la sala de estar, hasta llegar a la escalera y subir a su habitación. Por alguna razón, nunca había visto la habitación de su departamento. La adornaban paredes color beige, en estas, algunas fotos de su familia, de sus amigos, de su banda, de mí, de nosotros. Observé cada una y noté que en mi memoria, recorrían algunas fotos de nosotros, fotos que no estaban ahí. Tenía un toca disco. Su armario, color blanco al igual que el cielo raso. Una luz suave colgaba y un exquisito aroma a él, inundaba el lugar. Su sonrisa se hizo mayúscula a mi mirada de apreciación. Sentí su sonrisa tan dentro de mí, que volteé mi mirada a él. Sus pulgares dentro de los diminutos bolsillos de su ajustado y oscuro pantalón. Iba a pronunciar unas palabras, pero su dedo índice yacía delante de él, indicando que esperara un segundo. Confundida, volví a ver esas fotos, a sentir la calidez de la habitación. Escuché la introducción de una canción, una melodía suave y capturadora de mi mente. Había oído esa canción muchas veces, pero nunca la había sentido como en ese momento lo hacía.
Tu: Es una hermosa canción –Dije al prestarle mi atención a él.
Matt: Lo es, al igual que tú. –Mis mejillas llamaron a sus manos y mis labios a los suyos.- Tus mejillas están coloradas –Rió acariciándolas.
Tu: Aun me sonrojas –Levanté los hombros y los dejé caer, sonreí.
Matt: -Sonrió y volvió a besarme- Tengo veinte, ¿lo crees?
Tu: No lo he procesado, en realidad.
Matt: Sabes que por dentro, somos Peter y Wendy en el país de Nunca Jamás.
Tu: -Asentí sonriendo- Tengo al hombre más hermoso frente a mis ojos –Lo observé a sus ojos, a esos miel casi verdosos ojos.
Matt: Gracias, Wendy. –Rió ruborizado.
Se alejó misterioso, hasta su buró. Lo abrió con tanta delicadeza, que podría parecer extraña en un hombre. Al retirar sus manos de este, una bolsita de tela brillante, atada con una cintita, se acercaba a mí junto a él.
Matt: Hay algo que quisiera darte –Apoyó la bolsita en la palma de su mano y con la otra la abrió.
Tu: No tenías por qué, insisto –Sonreí nerviosa.
Matt: Claro que tenía un por qué, tú. –Sus dedos entraron en la bolsita, salieron con dos cadenas, de plata. Las miré confundida y aun ruborizada.- Las compré hoy, una tiene la inicial de tu nombre, hermoso, por cierto. La otra tiene una M. ¿Cuál crees que es para ti? –Sonrió colgándola en sus dedos, frente a mí.
Tu: Debería estar yo obsequiándote algo, no tú… porque…
Matt: ¿Cuál? –Interrumpió sereno.
Tu: -Lo miré fascinada unos segundos- No lo sé, quisiera la que lleva tu inicial, la M.
Matt: Esta justo era para ti –Sonrió, dejando la que llevaba mi inicial a un lado.- Voltea, amor. –Volteé, levanté mi cabello con mis manos y el la colgó de mi cuello, era en verdad, muy hermosa.
Tu: Es mi turno –Reí cogiendo la otra cadena, me gané tras él. Antes de colocarla, besé por deseo, su mejilla. La coloqué, en verdad, me sentía como en una película, o un hermoso libro.
Matt: ¿Merezco un beso?
Tu: Todos los que quieras. –Lo besé, sus húmedos labios.
Conversamos nada más unos minutos, el agotador día se asomaría. Nos preparamos para dormir, la noche era fría en Londres. Sus perfectos brazos rodearon mi cintura, mientras que una hermosa canción salía de sus labios, para que conciliara el sueño.
Diez de la mañan. Matt seguía dormido, dormía como un bebé, un hermoso bebé. Quería llevarle desayuno a la cama, pero el tiempo me jugaba en contra. Me bañé y vestí, tan rápido como pude. Bajé a la cocina y le dejé una nota en el refrigerador a Matt. Comí una fruta y salí del departamento. Lamentablemente, recordé que el único auto que había, era el de él. Me sentí mal por hacerlo, pero volví al departamento y cogí las llaves de su auto, luego le explicaría por qué.
La pastelería me esperaba de hace una hora. Retiré el pastel que junto a Matt, habíamos encargado. El cual casi cae al suelo, por suerte mis reflejos reaccionaron bien. Pasé de paso, a encargar uno de mis presentes de cumpleaños de Matt. Conducí hasta mi casa, ahí estaban todos levantados. Safaa fue la más contenta al verme. Sus hermanas ya querían entregarle sus presentes. Los llevé hasta la casa de los chicos, ya que ahí todos se prepararían para irse luego a la casa en donde sería la fiesta. Los chicos parecían como locos. Todos me preguntaban por Matt.
Shawn: No había notado que traías una cadena puesta. –Se acercó a observarla, al ver la M, sonrió.
Tu: Me la obsequió –Sonreí frunciendo mi nariz, avergonzada.
Shawn: ¿Se comprometieron o algo así? –Preguntó.
Tu: -Negué- Solo un lindo obsequio.
Shawn: Hubiera sido hermoso que se comprometieran.
Tu: Ya habrá tiempo para eso –Miré la cadena, acariciándola con las yemas de mis dedos.
Shawn: Le obsequiaré a Matt una chaqueta de cuero, ¿crees que le pueda gustar?
Tu: Por supuesto -Sonreí, pensando en cómo se vería- Shawn Mendes tiene un excelente gusto, déjame decirte.
Shawn: Ah que –Sonrió ruborizándose en segundos, reí.
Tu: ¿Has visto a Aaron?, no lo he visto por ningún lado…
Shawn: Si, ósea, está en el centro comercial comprando el regalo.
Tu: Oh, con razón.
Volví al volante, fui en busca de algo importante y llegué al departamento. Abrí la puerta y vi a Matt, durmiendo en el sofá. Reí inevitablemente. Miré el reloj principal, dos de la tarde, y Matt seguía durmiendo. Estaba vestido, lo que me extrañó. Dejé el regalo tras un sofá. Fui a la cocina y vi que la nota ya no estaba. Había loza sucia, el ya había desayunado. Dejé mi mente de lado, y lavé esa loza. Sus brazos me abrazaron por detrás y sentí un susto horrible, grité y dejé caer un plato, no se rompió, por suerte.
Tu: ¡Vaya susto que me has dado, Espinosa! –Mi mano estaba en mi pecho, el rió.
Matt: No resisto a que me llames así, sabes que no puedo. –Me besó inesperadamente, luego me abrazó.
Tu: Siento haberme llevado tu auto, tenía algunas cosas que hacer –Sequé mis manos.
Matt: No te preocupes, amor. Bueno, ya me voy, debo pasar a recoger el pastel.
Tu: Ya lo hice. –Sonreí con inocencia.
Matt: ¿Si?
Tu: -Asentí- Está en casa de los chicos, al igual que tu familia.
Matt: ¡No! –Exclamó alterado.
Tu: ¿Qué sucede? –Pregunté confundida.
Matt: Dejar un pastel cerca de los chicos es peligroso –Dijo serio.
Tu: -Reí antes de darle un pequeño beso- No te preocupes
Matt: Luces preciosa y encantadora hoy. –Besó mi frente- Me retracto, siempre.
Tu: No hay problema –Sonreí a gusto.- Tengo algo para ti.
Matt: ¿Qué me tienes? –Rosó su nariz con la mía.
Tu: Es un regalo humilde, pero especial.
Sonreí caminando hasta la sala de estar y tomando el regalo. Un gran cuadro, con una foto del día que fui a Bradford con él, cuando nos sacamos fotos con su laptop. Volví a la cocina, el jugaba con sus manos.
Tu: Acá está. –Tímida, se lo enseñé.
Matt: -Lo observó, sonrió- Es precioso, amor. Es el mejor regalo que podrían darme, me encanta.
Tu: Vi tu dormitorio, no vi una foto de este día, me divertí mucho. –Sonreí al verla.
Matt: ¿Ya viste que sales hermosa?, la pondré en la pared que está frente a mi cama, así veré tu sonrisa al dormir y al despertar.
Tu: Eso es un lindo gesto de tu parte. –Reí y dejé el cuadro sobre la mesa. Volví a él.
Matt: ¿Qué tal si nos besamos hasta mañana? –Propuso.
Tu: ¿Pasarías el resto de tu cumpleaños besándome?
Matt: Pasaría el resto de mi vida haciéndolo. Eres tú, ¿cómo no querer estar toda mi vida contigo, eh?
Tu: Nos tendremos siempre, ¿sí?
Matt: -Asintió- Que cosa más tentadora, acepto encantado.
Tu: ¡Dios! –Exclamé energética.
Matt: ¿Qué? –Abrió los ojos de par en par, confundido.
Tu: ¡Eres tan perfecto conmigo! –Volví a exclamar.
Matt: -Rió- Es porque te amo más que a nadie en este mundo.
Tu: Bésame, mil veces, bésame hasta cansarte. Bésame como si fuera la última vez que podrías hacerlo.
Matt: No lo será, pero lo haré.
Algo en él, algo en su voz, en su mirada, en su forma de ser, me hacía desearlo con mi ser. Algo de mí, quería tenerlo a cada hora, minuto, cada segundo. Sus ojos, sus finos labios, su piel tan suave como la seda, como un pétalo, como su voz al susurrarme. Pocos eran los segundos que respiraba alejada de él, su murmuro con palabras más dulces que el aroma que nos envolvía. Solo eso, solo besos, besarlo sin tiempo limitado.
No podía, su familia y sus amigos esperaban por él, no sería egoísta. Detuve uno de esos besos con sabor a ‘podría seguir besándote eternamente’. Le sugerí que debía ir a la casa de los chicos. Asintió abrazándome.
Condujo hasta mi casa, en donde yo subí a mi auto y el siguió su camino en el suyo, por esta vez, no íbamos en la misma dirección. El iba a casa de los chicos y yo al aeropuerto.
Narra Matt:
En casa, todos esperaban por mí, en mi vida había recibido abrazos más apretados, de tantas personas, en tan poco tiempo. El ambiente era alegre, todos corrían de un lado a otro. Pensé mucho en aquel cuadro, hermoso, sin dudas. Al acordarme del cuadro, miré mi cadena, con su inicial y sin control de mí, besé la cadena. Liam y yo nos fuimos a su departamento que había comprado hace poco. El tenía un traje para la fiesta. Luego, nos íbamos directo a la casa privada en donde estaba la fiesta.
Llegó la hora, 21:20. Iba entrando a la casa, ya había gente. Mis hermanos fueron los primeros que vi. Krstie, un vestido Calipso, se veía tan hermosa, tan grande. bryan con un traje, Mi madre no había llegado, aunque mi padre dijo que no me preocupara.
Narras tú:
Apresurada, saqué mi vestido y mi maquillaje del auto. Ya no había nadie en casa de los chicos, era tarde. Corrí a una de las habitaciones. En menos de dos minutos, ya tenía el vestido puesto. La verdad es que me gustó como quedaba, se ajustaba a mí, eso me hacía sentir bien. Miré mis pies, traía zapatillas puestas. Mis zapatos de taco alto se me habían quedado en el auto. Corrí nuevamente hasta abajo y saqué estos del auto. Volví al dormitorio, me los coloqué. Me paré frente a un espejo de cuerpo entero. Procurando que el vestido estuviera bien, pasé algunos minutos frente al espejo. Miré mis cabellos alborotados, ¿Qué me haría en el cabello? La puerta sonó. Miré asustada.
Xx: ¿Puedo entrar?
Tu:…