Helloo!♥ espero les guste!!! comenten porfavor... la novela casi termina!!!
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Estacioné el auto un poco alejado de la entrada, temerosa. Cogí mi bolso y mi chaqueta y caminé decidida a la entrada, pero algo me detuvo. El miedo, la aflicción, una oleada de inexplicables sentimientos. Volví a alejarme de la entrada, caminando lentamente de vuelta al auto. El frio amenazaba con congelar cada uno de mis huesos, el viento azotaba de manera violenta en mi cara, de pronto el sol se había esfumado. Me coloqué la chaqueta negra en forma de protección de mis brazos contra el frio, pero parecía inútil, el frio seguía ahí, incluso peor. Me apoyé del capo del auto, abrazando mis brazos. Un cosquilleo crudo pasó por mis piernas y mi cuello, sentía mi labio cambiar de un natural rojizo a un exagerado morado. Lamentaba no traer guantes, gorro o bufanda. Levanté mi mirada a lo alto del gran edificio, departamentos costosos, se predecía a metros de distancia. La estructura era antigua, pero parecía renovado con elegancia. Divisé con mis escarchados ojos su departamento. Localicé su ventana, aquella gran ventana que tenía una vista privilegiada. Una gota dulce cayó en mi cara, viajando desde mi nariz hasta mi labio superior. Luego otra rebotó en mi mejilla. Un hombre encargado de abrir y cerrar la puerta a quienes entraban y salían estaba sosteniendo su mirada en las gotas que caían cerca de él. Sin saber cómo o en qué momento, yacía frente a él.
Tu: Hola -Sonreí evitando que mi labio temblara- ¿Puedo preguntarte algo?
Xx: Si es sobre mí, diez dólares. Si es sobre los departamentos, no es mi asunto. Si es sobre un famoso, cincuenta dólares vendrían bien. -Me miró con seriedad. Sonreí incómoda y tensa.
Xx: ¡Bromeo! –Rió, le seguí a su risa sin ganas.
Tu: ¿Has estado toda la tarde trabajando?
Xx: Ni te imaginas, mis brazos no pueden más con los calambres de abrir y cerrar una y otra vez. –Bufó.
Tu: Por casualidad, ¿recuerdas haber visto entrar a un chico… alto, delgado, tez blanca clara, cabello rubio, ojos…?
Xx: Matt. -Interrumpió sonriendo- ¿Eres otra fan de esas que vienen a acosarlo?
Tu: -Negué instantáneamente con mi cabeza- Soy una amiga cercana.
Xx: ¡Oh! Gran chico. Entró hace un rato, no puedo ser exacto.
Tu: Y… ¿entró solo?
Xx: -Me miró examinándome con una incómoda mirada- ¿Cómo sé que yo que no eres una fan acosadora? –Me vi obligada a hacerlo. Levanté una de mis piernas y apoyé mi bolso de mano en una rodilla. Saqué mi celular y le enseñé el fondo, Matt y yo. Nota mental: Debía cambiarlo.- Entró con una mujer hace treinta o cuarenta minutos. –Mi corazón volvió a ser estrujado. Celos recorrieron mi cuerpo con inquietud. No dije nada, sonreí o creí haberlo hecho.
Volví al auto con el agua chocando en mí, me empapaba, el frío crujía, de pronto no había gente en las calles, solo neblina espesa. Entré al auto y me senté frente al volante. Agarré con poca paciencia la llave y la coloqué, pero algo de mí volvió a quitarla. Quería llorar, otra mujer más, cómo podía pensar yo que aún me quería. Me quité mi chaqueta mojada y la lancé al otro asiento. Me hundí involuntariamente cansada en el asiento y en nada de segundos, me dormí pesadamente.
Unos golpecitos se escuchaban lejanos, un nudillo golpeando suavemente. El ruido hacía eco, pero mis ojos permanecían cerrados. El ruido se hizo más fuerte y claro a medida que tenía mi conciencia en la realidad. Abrí los ojos y me encontré con una mano varonil golpeando despacio la ventana del auto. Me senté derecha en el asiento y bajé el vidrio, el guardia o lo que sea del departamento, se encontraba parado ahí.
Xx: La mujer que entró con él se fue hace quince minutos. Vi el auto de usted acá y supuse que quería ver a su amigo a solas. –Dicho eso, dio media vuelta y se fue a pasos agigantados, sin darme tiempo siquiera de agradecer.
Respiré hondo y bajé del auto decidida. La lluvia había desaparecido, pero el viento y la neblina seguían ahí. Me coloqué el gorro de mi sudadera y caminé a la entrada, me dirigí directamente al ascensor y ascendí al quinto piso. Caminé lento, por si me arrepentía, tenía nervios y las ganas de correr a mi auto, pero lo encararía o lo que fuese que estaba a punto de hacer. Me paré frente a su puerta, café claro y números dorados. Toqué el timbre sin darme tiempo de arrepentimiento.
La puerta se abrió en pocos segundos después. Lucía con el cabello desordenado, llevaba ropa negra, pantalones ajustados y una camiseta más holgada con letras blancas, arremangada hasta sus codos. El moretón y las pequeñas heridas resultaban evidentes más arriba de sus, debía admitir, irresistibles labios. Me miró inmóvil, no sonreí, estaba molesta, cansada.
Tu: ¿Katherine?, K… me suena… Oh si, Kendra. ¿Te suena a ti, verdad?, tienes algo con las chicas que comienzan con una K al parecer, ¿Luce como modelo al igual que la Americana, cierto? –Estaba furiosa. Por detrás de él vi el interior de su hogar, desordenado.- Ya veo, aparte de curaciones, desordenaste tu departamento con ella. ¿Así es como hace ella su trabajo?, le debes pagar bien, es una…
Matt: ¿Qué haces acá? –Preguntó interrumpiéndome con suavidad, dejando dentro de mí la palabra que estaba a punto de decir. Su voz sonaba áspera, sin vida. Pero yo aún estaba molesta.
Tu: Yo pasaba por acá y de pronto me dije “Podría preguntarle a la enfermera de Matt si puede curar mi dedo, como ella es tan buena, si incluso va a la casa misma de sus pacientes”… o a su departamento, para especificar. –Una lágrima nubló mi vista, la corrí antes de que cayera.
Matt: No es muy bueno que estés acá a estas horas, no es un lugar seguro cuando el clima no favorece. –Nuevamente evadía mi tema de conversación, lo volvía a retomar.
Tu: Así que sales a beber con chicas, estás horas extras con tu enfermera ultra personal y todo eso en dos estúpidos días, ¿no es así? –Mi tono de voz se volvió desesperadamente enojado.
Matt: ¿Qué pretendías conseguir viniendo acá? –La forma tranquila de decirlo me enfadaba, sonaba despreocupado, distraídamente tranquilo.
Tu: Al parecer tenemos nociones del tiempo totalmente diferentes. Para mí han pasado dos días, pero para ti dos años. ¿Aparte de ser enfermera es modelo? ¿Bebiste anoche con ella?
Matt: ¿Qué estás hac…?
Tu: ¡Te estoy celando! –Interrumpí agotada.
Matt: Tú acabaste con esto. Tú has desviado mis llamadas, mis maneras de explicarte todo. Tú te has negado a mirarme a los ojos, tú.
Tu: -Lo miré a los ojos con rabia, pero la forma en que los suyos penetraban en los míos, me hizo mirarlo con deseo también- Te estoy mirando a los ojos ahora, dime, ¿qué sucedió?
Matt: ¿Serviría de algo? –Corrió con tristeza sus ojos.
Tu: No lo sabré hasta que lo hagas.
Matt: Estoy cansado. Necesito pensar, comer algo, necesito… necesito que te vayas. –Oficialmente quise matarlo en ese momento. Yo solo quería que me entendiera, mi dolor estaba a flote, evidente al punto máximo. ¿De qué servía estar ahí si el que tenía el dominio de esto se había rendido?
Tu: -Asentí luchando por tragar la amargura de sus palabras- Está bien. Pero antes, ¿quién te hizo eso, Matt? ¿Por qué? –Señalé indirectamente sus lesiones físicas en su cara.
Matt: ¿En verdad te preocupa? –Presionó su labio inferior, sus ojos cambiaron a un marrón potente y su cara palideció.
Tu: Claro. Tú fuiste muy importante, Matt. –Lo miré casi como si no lo reconociera. Dos días no cambiaban nada.
Matt: Un chico, lo demás no tiene importancia.
Tu: Él me conocía, lo sé. ¿Quién fue? ¿Le golpeaste también?
Matt: -Negó con la cabeza- Tal vez ni lo recuerdes. Es un obsesionado. Me sacó cosas incoherentes en cara, me hizo pedazos por haberte hecho sufrir. Te ama, o algo así.
Tu: Es imposible. -Dije rápido- Solo Andrew y Jimmy se me vienen a la mente.
Matt: -Sonrió pero no le nació- Thomas.
Tu: -Lo había oído, pero no lo recordaba- ¿Thomas?, ¿lo conozco?
Matt: -Asintió levemente- Fue tu primer admirador. Te pidió una foto en virginia y tu número también, ¿lo recuerdas?
Tu: -Thomas… virginia… Foto…- ¡Ya lo recuerdo! Nunca llamó. Pero... cómo… ¿Te siguió hasta el bar?
Matt: Casualidad infortunada para mí. -Suspiró.
Entonces Katherine volvió a mi mente.
Tu: Si luce como modelo, ¿verdad? –Pregunté tímida. Escuché su sonrisa.
Matt: ¿Qué si te sigo que tiene cuarenta y seis años? –Abrí mis ojos de par en par.
Tu: No te creería…
Matt: -Encogió sus hombros- No te mentiré entonces.
Tu: ¿Cuarenta y seis?, pero ella… yo… ¿por qué viene a tu departamento?
Matt: Es enfermera y una prima lejana de mi madre. Además da buenos consejos.
Tu: ¿Ah? –Pregunté confundida esta vez. ¿Qué tenía que ver todo?
Matt: Me hace curaciones desde hoy. La traje porque ella ofreció escucharme, cuando supo lo de… nosotros, me ofreció de su tiempo. Ella me curaba, me escuchaba y me aconsejaba, como una tía.
Tu: Oh… -Mis mejillas ruborizaron avergonzada y arrepentida- Tú debiste haberlo mencionado….
Matt: Era divertido verte celándome. –Curvó una esquina de sus labios, sonrió.
Tu: ¿Qué hay de tu departamento? ¿La trajiste con el departamento así de desordenado? –Volteó mirando por detrás de él, volvió su mirada mí.
Matt: Está así desde el sábado por la madrugada. Y su departamento es peor, créeme. Con mamá hemos ido varias veces y no es muy presentable que digamos. –Sonrió.
Tu: Es… hora de que me vaya. Siento el escándalo que he hecho, no sé porque… yo no soy así… yo…
Matt: Una cosa más. -Interrumpió con esa admirable voz calmada- Tienes razón. Tenemos nociones del tiempo distintas. Para ti han pasado dos días y para mí dos años, pero no en la manera que tú crees. Es como si llevara dos años de mi vida sin ti, todo es eterno, frustrante y desesperante. –Me guardé la sonrisa nuevamente. Lo miré, intentando que viera a mis ojos sonreír.
Tu: Aún me debes la explicación.
Matt: ¿Contestarás mis llamadas?
Tu: Nada comprometedor. Sigo creyendo que eres un idiota. –Él sonrió. Lo fulminé con mis ojos, pero eso no fue suficiente. Corrió un mechón de mi cara, acomodándolo tras mi oreja.
Narra Matt:
Ella se fue. Cerré la puerta y volví a la realidad, ni diez segundos y ya la necesitaba. Por mi mente pasaron recuerdos, caricias y canciones. Canciones como “Kiss me”, “forever young”, “all of me”, nuestras canciones. Luego venía una canción en especifico, “When I was your man”. Las escuché hasta que la última gota del poco alcohol que me quedaba yacía en mis venas. El último cigarrillo en mis pulmones. Me estaba volviendo loco sin sus besos. Tenía una sed de ella interminable. Pensé en llamarla más de cien veces, pero necesitaba su tiempo.
Llegó la mañana del viernes, madrugada mejor dicho. Me encontraba recostado en mi cama, con ambas manos debajo de mi cabeza, mirando el techo, pensando. El reloj de la pared marcaba las cuatro de la mañana. Este día volvería a tener mi auto. No la había visto a ella desde ese lunes en mi departamento. Harry me decía todos los días como se encontraba.
El sol saldría a eso de las seis de la mañana, el taller mecánico estaba a unas cuadras de la playa. Tenía un plan. Me di una hora para seguir descansando y ansioso salí del departamento camino a…