2.LIBERTAD

953 107 15
                                    



Sentía el trotar de mi caballo mientras unas manos desconocidas me tenían sujeta de la cintura. La ira hervía en mi interior, no soportaba que alguien me tocara y menos un hombre. Aquellas libertades estaban prohibidas y se lo haría saber al imbécil que me había secuestrado.

-Estamos llegando Serena-Dijo una voz profunda.

Estaba claro que era alguien que me conocía o que había hablado de mí. Temía que fuera un pretendiente que me hubiera secuestrado para tenerme solo para él o para pedir una recompensa.

El caballo comenzó a pararse y aquel hombre me soltó para bajarse de él.


Yo estaba preparada para defenderme y echar a correr a todo lo que me dieran las piernas. Cuando el hombre me quitó lo que me cubría el campo de visión, pude ver a mi secuestrador. Era realmente grande y fuerte, pero los hombres siempre tenían una debilidad.


Mi golpe fue directo a su entrepierna, emitiendo un grito de dolor y cayendo al suelo. Comencé a correr deprisa sin mirar atrás, tomando el atajo del rio para cruzar al otro lado más deprisa.

Pero al cabo de unos instantes, alguien tiró de mí, haciéndome caer al agua. Aquel hombre me tenía sujeta de la muñeca con fuerza y yo solo podía mirarlo con miedo.

-Señorita Serena, ¿Así agradece la ayuda?

-Eres un vulgar secuestrador, ¿Por qué iba a fiarme de ti?

- ¿Quizás porque te saqué de aquel castillo que tanto odiabas?

- ¿Pero cómo sabes eso? -Le pregunté con ira.

-Todo el mundo sabe que la princesa Serena es una rebelde que odia la corona y sus responsabilidades.

Aquello me hizo quedar callada, ¿Y si era cierto que quería ayudarme?


- ¿Y qué sacas tú con todo esto?, seguro que te han ofrecido una buena suma por mi cabeza.

Aquel desconocido me miraba con expresión divertida. Odiaba ser su bufón personal.

-Digamos que soy un buen amigo, un aliado. Te saqué del castillo por que no perteneces a aquel mundo sino a mi mundo.

Comencé a reírme en medio de aquel rio, ¿Me estaba gastando una broma no?


Comencé a andar por el rio en dirección contraria a la que él quería llevarme; aquel psicópata no iba a llevarme por su terreno.

Su mano tomó mi muñeca y tiró de mí hasta quedar inmovilizada entre sus brazos, ¿cómo se atrevía?

- ¡No me toques, no tienen ningún derecho!

-Técnicamente, tengo todo el derecho del mundo.

- ¿Ah sí, me puedes decir el motivo? -Le dije con los brazos en jarras.

-Lo sabrás en cuanto lleguemos a mi pueblo. Estoy seguro de que te encantará.


-¿Y si te digo que no iré contigo?, no sigo órdenes de nadie y menos de alguien a quien no conozco.

-No quisiera ser descortés contigo Selena, pero no me dejas muchas opciones.

Comencé a alejarme lo más aprisa que pude. Yo era buena nadadora, así que poca gente me podía alcanzar.

Aquel desconocido me iba pisando los talones. Su mano me cogió por el tobillo y me arrastró hasta quedar encima de él.

-¡Serás maldito!¡Vas a pagarme todo lo que me estás haciendo!¡Esto es un maldito secuestro!

-Guarda tus garras Selena, no las necesitas conmigo.

Aquel desconocido comenzó a acercarse peligrosamente a mis labios y yo no podía hacer nada para librarme de su agarre, ¿Cómo podía ser tan fuerte?


Aquel hombre se rindió al ver que yo huia de su boca, pero no se lo tomó a mal, sino que comenzó a reírse.

-Es verdad lo que dicen de ti; una auténtica fiera indomable.

-Vigila tu trasero porque en el momento más inesperado puedo mandarte al infierno.

Entonces me deshice de su agarre y comencé a caminar hasta la orilla. Aquel desconocido me miraba ahora de una forma demasiado provocativa y me estaba cansando, malditos hombres...

- ¿Quieres dejar de mirarme así?

-El agua juega muy malas pasadas, Serena...

Entonces me fijé en mi vestido y entendí a lo que se refería, se marcaba mi cuerpo demasiado indecentemente. Lo volví a mirar con odio y lo encaré con mi dedo acusador.

- ¡Más te vale que me digas la verdad y me des las explicaciones que necesito!, Cuando sepa lo que necesito saber, me largaré de tu pueblo y seré libre y tú no vas a impedírmelo.


-No voy a obligarte a hacer algo que no quieras hacer, tú misma te quedarás porque así lo querrás.

Comencé a reírme ante tal atrevimiento, que poco me conocía...

Nos montamos de nuevo en el caballo, pero esta vez, yo detrás, para que él no se aprovechase y me tocase.


Cada vez más nos alejábamos del castillo y nos adentrábamos mas en el bosque. Por aquella parte me era prohibido pasear ya que decían que era territorio de lobos y era peligroso. Siempre quise explorarlo, me sentía atraída a aquel inhóspito lugar, pero no podía arriesgarme a que me quitasen la poca libertad que tenía, por lo que nunca pude ir, hasta ahora.


Poco a poco, comenzamos a ver pequeños asentamientos con tiendas de campaña. Los hombres salían a saludar a aquel desconocido con una reverencia, ¿Quién se supone que es?

Todos los que se topaban en nuestro camino, miraban a aquel desconocido con orgullo y devoción; era un hombre amado por la gente de su pueblo.

Todos me miraban con asombro cuando pasábamos por delante de ellos y yo cada vez me sentía más incómoda.


Por fin llegamos al centro del pueblo, donde se concentraba la mayor actividad de aquel pequeño pueblo. Las casas eran todas del mismo tamaño, no distinguiéndose gente de mas o menos recursos. Ver que todo el mundo era igual y que no había aristocracia me hacía sentir aún mejor, no deseaba que la gente me tratara como una princesa sino como alguien normal. No deseaba lujos sino libertad.


Aquel desconocido frenó el caballo cerca de una de las casas, ayudándome a bajar de él. Un hombre de cabello largo se acercó a nosotros e hizo una pequeña reverencia.

-Buenas noches señor Sebastián, los aposentos de la señorita Serena están listos.

-Espera, ¿Qué?¡No pienso vivir en tu casa!

-No tienes opción Serena, tendrás que confiar en mí.

- ¿Yo confiar en ti?¡Ni loca!

-Te recuerdo que esta zona es territorio de lobos, así que no puedes salir de la casa por la noche. Es hora de que entremos y te relajes.

Aquel imbécil tenía razón, si salía fuera del pueblo podría ser atacada por un lobo. Aquel maldito me había traído sabiendo que no podría escapar de allí si él mismo no quería.

-Eres un maldito...-Le dije con los ojos cargados de ira.

-Prefiero que me llames Sebastián. Y... bienvenida a mi pueblo.

The Black Queen of The  Wolves (Is it love?Sebastián) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora