15.QUÉMAME

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Lo prometido es deuda, aquí teneís el esperado momento entre Serena y Sebastián, espero que os guste(L)


La brillante luna sobre nuestras cabezas nos confería un halo de romanticismo a nuestro momento. Los ojos dorados de Sebastián brillaban más que nunca, viéndome reflejada en aquellos trozos de ámbar que me tenían atrapada. Su corazón palpitaba fuertemente bajo su pecho, podía sentirlo al compás que el mío. Todo su grandioso cuerpo estaba firmemente colocado encima del mío, sintiendo mil y una sensaciones. Sus manos grandes y suaves tenían sujetas mis piernas mientras que las acariciaba y les daba pequeños apretones excitantes.

Sus labios domaban a los míos, o al menos lo intentaban sin éxito. Yo ahora era la que más salvaje me sentía, mi yo exhibicionista salió a la luz no sintiendo ninguna vergüenza por qué Sebastián estuviese delante de mí. Aprovechaba mis atributos, ondeando mi cuerpo bajo el suyo para provocarlo, provocando una sonrisa maliciosa en su bello rostro contraído por el deseo.

-Estás jugando con fuego Serena...

-Pues quémame Sebastián-Le dije de forma seductora mientras que clavaba mis uñas en su trasero.

Un rugido salió de la garganta de Sebastián haciéndome estremecer de deseo. Mis senos se erizaron al instante, percatándose de ello mi bello hombre. Su boca se deslizó hasta mis pechos lamiéndolos con indolencia mientras que mis manos se enterraban en la tierra mojada para sujetarme. No nos importaba que el pueblo entero nos oyese; la música sonaba tan alto que era imposible de escucharnos.

Sus manos abrieron los pliegues de mi húmedo interior, prestándoles toda la atención que necesitaban.

-Estás muy caliente...-Me susurró Sebastián.

-Y si no haces algo temo que vaya a prenderle fuego a medio bosque.

La risa de Sebastián hizo que su cuerpo vibrara y yo estaba extasiada y expectante; quería sentirlo todo.

-Con calma preciosa... es nuestra primera vez y quiero que sea especial...

Sebastián siguió masajeándome con tranquilidad mientras que su lengua jugueteaba con mi pezón. Yo también deseaba tocarle, pero él me lo impedía, ascendiendo mi frustración hasta la cúspide. Al refunfuñar como una niña pequeña, Sebastián me dedicó una sonrisa seductora:

-Si me tocas preciosa, no duraré tanto contigo...quiero estar en mis plenas facultades para hacerte el amor durante horas...

Oh madre mía...creo que se me perdieron unos cuantos latidos...

Mi cuerpo estaba cada vez más nervioso e hiperactivo. Tenía la necesidad de estar encima de él, de frotarme indecentemente contra él; quería ser la que tuviese la iniciativa.

Comencé a mover mis caderas ayudándole a sus caricias. Mi placer se intensificó varios grados, comenzando a gemir más fuerte que antes.

Lo estaba provocando, lo tenía a mi merced justo como yo lo quería. Una sonrisa de victoria se dibujó en mi rostro.

Pero comenzaba a conocer a Sebastián bastante bien y sabía que algo maquinaba en su calenturienta mente.

Sus labios se sumergieron de nuevo en mi ardiente humedad. Su lengua mezclada con el frescor del agua y de la noche me hacía sentir libre. Aquella magia de estar rodeada por un paisaje tan bello y tranquilo en una preciosa noche enmarcada por una preciosa luna, hacía de mi primera vez algo totalmente especial e inesperado. Ni en un millón de años pensé que iba a ser así, pensé que sería algo soso y aburrido sin ningún tipo de ardor o quemazón en una cama de sábanas de satén que costarían más que todos los ropajes de una familia entera de este pueblo. Aquella forma tan sintética y mecánica no era para mí; necesitaba algo distinto y excitante.

La cabeza de Sebastián entre mis piernas me estaba matando literalmente. No sentía que aquello fuera indebido como decían todas las de la alta nobleza, siempre con la misma cantinela: "los genitales son solo para concebir, nada de sentir placer", Que se fueran a freír monas en Diciembre!, no sabían lo que se sentía con un hombre de verdad como Sebastián.

-Hora de hacer gritar mi nombre preciosa...

-Hora de hacer gritar mi nombre preciosa

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Entonces me tomó en brazos, enroscando mis piernas a su cintura, volviendo de nuevo al manto de aquel hermoso lago. Aquel lugar se había convertido en mi lugar predilecto; mi lugar favorito y especial. Sentía su dureza golpear contra mi húmedo centro. No podía más...

-Sebastián no me hagas sufrir más...por favor...me duele...

-Eso haré que cambie pronto, vas a sentir el mayor de los placeres. Quiero deleitarme con tu bello rostro mientras te hago el amor lento, mientras me deslizo y salgo de tu interior apretado. Necesito ver tu rostro contraído por los placenteros orgasmos, ver tu boca hambrienta mientras grita mi nombre y yo grito el tuyo... esta vez tú serás la que lleve las riendas y yo seré el que se deje guiar por ti.

Nos sentamos en el fondo del lago, con su cadera y la mía una encima de la otra. Notaba su ardiente excitación contra mí, como deseaba aquel momento...

Tomé su miembro con dulzura y suavidad, acariciándolo en toda su longitud. El rostro de Sebastián, iluminado por las aguas azuladas, lo hacían ver como un ser etéreo casi irreal; aquello era pura magia, la magia que describen los libros.

Poco a poco lo fui introduciendo dentro de mí, esperando el pinchazo que siempre me decían que sentiría, pero lejos de dolerme, el dolor de mi bajo vientre comenzó a disiparse, comenzando a sentir oleadas de placer combinadas con un hormigueo constante y creciente.

Cuando estaba totalmente dentro de mí, ambos soltamos un alarido echando la cabeza hacia atrás. Había rozado el cielo con mis dedos y podía volar sin alas, solo necesitaba que Sebastián me hiciera el amor como lo estaba haciendo.

Entraba y salía de mí con paciencia y tranquilidad aunque su rostro mostraba una expresión salvaje que me estaba enloqueciendo. Necesitaba más...necesitaba más fuerza...

-¡Sebastián, más fuerte!¡No te contengas..!¡Ah dios sigue!-Grité mientras que él sujetaba mi pelo mientras mordía mi cuello.

Sus embestidas fueron más bestiales; el espíritu indómito de mi hombre salió a la luz de la luna, haciéndome sentir la más especial de las mujeres que jamás había pisado la tierra. Era solo mío y yo era solo suya; aquel eco del bosque tenía razón; estábamos hechos en uno para el otro.

-Mi Serena...mi bella y preciosa loba...

Así me sentía, como una loba en celo ansiosa por ser tocada por su hombre. Aquel nombre cariñoso me encantaba, me hacía sentir más especial.

Nuestros cuerpos comenzaron a convulsionar, notando como la esencia de Sebastián se derramaba dentro de mí en un último grito de placer. Su nombre y el mío estaban en sendos labios, entreabiertos suspirando de placer. Me quedé mirando la belleza de sus ojos ambarinos mientras que acariciaba sus mejillas rojas debido al esfuerzo compartido. No vi expresión más amorosa que la que vi en su tierna sonrisa.

-No sabes lo feliz que me has hecho, vida mía...

Me abrazó aún más fuerte, suspirando contra su pecho. Mi boca no pudo evitarlo, pero tuve que susurrarle un te quiero que provocó que el corazón de Sebastián latiese aún más rápido.

The Black Queen of The  Wolves (Is it love?Sebastián) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora