25.SUJETANDO TUS MANOS

603 80 17
                                    


Apenas podía respirar presa de aquellos dulces labios. No quería detenerle, pero estaba realmente preocupada por el estado de su herida. Con todo el esfuerzo que pude acumular, me aparté ligeramente de él.

-Sebastián por favor, deja que Drogo te mire la herida; estoy muy preocupada por ti.

-Pero es que te deseo ahora mismo; no puedo dejarte escapar de esta cama.

Comencé a reír mientras que Sebastián acariciaba mis mejillas con el dorso de su mano. Lo miraba con amor y ternura, justo como él hacía conmigo.

-Vale, llama a Drogo, pero tú no te bajas de esta cama porque, en cuanto se vayan, tu y yo vamos a encargar una mini Serena.

-¿De qué hablas?-Le pregunté asombrada.

¿Pero como tenía ganas de embarazarme si hacía menos de una hora podría haber muerto?

-Quiero un hijo cielo, un bebé tuyo y mío; nada me haría más feliz-Me dijo besando mis manos mientras que ponía su cabeza entre ellas buscando cariño.

Ante esas muestras de cariño y por el miedo que había pasado, no podía negárselo. No me desagradaba tanto la idea de ser madre y menos si lo iba a ser con Sebastián.

-Primero tu herida-Le dije con una sonrisa.

-¿Eso es un sí?-Me preguntó con un brillo de ilusión en sus ojos.

-Sí, mi lobo idiota.

-Sí, mi lobo idiota

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Ambos nos abrazamos rodando por el colchón mientras que nos reíamos como dos niños. Nos dimos un dulce beso, llamando a Drogo para que entrase.

-¡Drogo querido amigo, puedes entrar!

-¿Seguro?, no quiero ver más de lo que he visto...

-¡Tranquilo Drogo, todo está bien!-Le dije divertida.

Él abrió la puerta con cuidado mientras que miraba tímidamente la cama donde ambos estábamos sentados. Una expresión de alivio se marcó en su rostro.

-Menos mal, parece ser que tengo costumbre de pillaros cuando estáis con vuestras cosas. A este paso no vamos a poder tener un heredero por mi culpa.

-Tranquilo Drogo, cuando te vayas tapiaré cada rincón de mi casa-Dijo Sebastián con picardía.

-Bueno pero por mucho que la tapies se os puede escuchar...

-Qué mala suerte que tienes amigo...y tú sin pareja....-Dijo Sebastián fingiendo tristeza.

-Más lo siento yo que me encuentro solo, pero bueno, ¿Qué le vamos a hacer?-Dijo Drogo encogiéndose de hombros.

-Puedo prepararte una cita si quieres...-Le dije a Drogo guiñándole el ojo divertida.

-¿Y puede saberse quien es la afortunada?-Preguntó curioso.

-Es una sorpresa, así que dime, ¿Aceptas?

Drogo pareció pensárselo un momento, pero me miró con una sonrisa simpática pudiendo más su curiosidad con él.

-Está bien, volveré esta noche a recogerla, ¿Le vendrá bien?

-¡Por supuesto!, yo misma hablaré con ella-Le dije sonriendo.

-¡Qué gran noticia amigo mío, solo quedaría emparejar a Peter y ya sería totalmente feliz!

-Sebastián, dale un respiro anda-Le dije entre risas.

-Bueno no hablemos más de mí o de mi vida amorosa; es hora de curarte esa herida tan fea. Serena, si te es desagradable, puedes irte.

-No, voy a quedarme con él-Le dije mientras tomaba a Sebastián de la mano.

Mientras estaba tumbado miraba todo lo que Drogo le hacía, acariciando su mano suavemente para darle todos mis ánimos. Con unas enormes pinzas, comenzó a rebuscar en el interior del gran agujero de su pecho. Mi Sebastián era fuerte, apenas se quejaba del dolor; era admirable. No aparté mi vista ni un solo momento ni él tampoco la apartó de mí. Aquella conexión de la que él hablaba la sentía nacer dentro de mí. Solo quedaban dos días para mi transformación y mis sentimientos al igual que mis instintos, estaban a flor de piel.

Cuando aquella bala fue sacada de su pecho por fin pude respirar. Daba gracias a que los hombres lobo se curaban con rapidez, por lo que el riesgo de infección era mínimo.

-Bueno amigo mío, has tenido la mayor de las suertes. La bala no ha tocado ningún órgano vital. Solo unos puntos y en unos días estarás como nuevo.

Drogo comenzó a coser con maestría como si llevase mucho tiempo haciéndolo, ¿Cuántos enfermos o heridos habrán pasado por sus manos?

-¡Chicos, ya podéis pasar!-Gritó Drogo.

Peter y Nicolae entraron a la habitación visiblemente preocupados. Eran tan leales como Sebastián me los describía y eso me aliviaba.

-¡Vaya susto nos diste!-Dijo Nicolae mientras se sentaba a su lado. Peter permanecía serio y pensativo.

-Peter, ¿Estás bien?-Le pregunté.

-Ehm...si disculpa, es que no se manejar bien los momentos tensos; aún me parece escuchar los disparos en mi cabeza-Dice con tristeza.

-Yo también sigo aterrada; no podría soportar que pasara algo así de nuevo. ¿Hay alguien más herido?

-Solo tres del pueblo, pero nada grave, no te preocupes-Dijo con una media sonrisa.

-Espero que se pongan bien...

La mano de Peter se puso suavemente sobre mi hombro para reconfortar mis nervios. Era extraño, pero me sentía como en familia. Con mi verdadera familia nunca me había sentido tan cómoda, bueno realmente no eran mis padres aunque me habían criado todo este tiempo. No me había olvidado de lo que me contó Sebastián; mis padres adoptivos me robaron de los brazos de mis verdaderos padres ya que ellos no podían tener hijos. Ellos me arrebataron una vida que podía haber sido feliz desde el principio, pudiendo haber conocido a Sebastián mucho antes. Podría haber sido menos arisca y más amorosa; sabría amar porque me habrían demostrado lo que es el verdadero amor. Aquel castillo de piedra lo más frio no era el suelo o las paredes sino mis padres; el desdén que ellos profesaban a la gente de baja cuna y los modales tan idiotas que ellos mismos me enseñaron.

Cada día antes de dormir me pregunto si ellos me buscan o si alguna vez me encontraran. Se suponía que me escapé en la fiesta de pedida, por lo que se supone que no me había comprometido con nadie. Pero con mis padres nunca se sabe.

Las voces resonantes de mi cabeza me hicieron sospechar de aquellos hombres armados que vinieron al pueblo, ¿Y si los había mandado mis padres a buscarme?

No iban a arrancarme de las raíces de mi hogar; esta vez no. En cuanto me trasformase iba a luchar con mis garras por mi pueblo e iba a hacer pagar por la muerte de mis padres a aquellos que me lo arrebataron todo; para mí Verónica y Bill Kingslave no eran papá y mamá sino mis mayores enemigos.

The Black Queen of The  Wolves (Is it love?Sebastián) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora