La Medimaga en Acción

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NOTA DE LA AUTORA:

¿Quieren Dramione? ¡Pues en este capítulo lo habrá! Y no se olviden de comentar.

Besos y cariños a todas

Gin.

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Aparecieron en una cabaña amplia y bastante elegante para ser un lugar de descanso. Era evidente el gusto Black de aquel sitio. Estaba construida en madera rústica pero ornamentada con fineza: una estancia amplia con alfombra marrón y mullida en el centro, sillones de madera y cuero, además de una chimenea enorme. Había también una escalera que señalaba el piso superior. Le hizo recordar a Hermione a La Madriguera, claro que esta se veía nueva y sigilosa. Tenía cuadros y lámparas en rededor con una mesa de mármol cercana con un arreglo de flores frescas. Era un lugar armonioso y sosegado.

—Bájame, ¿sí? ¿En dónde estamos? ¿Qué lugar es este? —preguntó algo confundida.

—Es una cabaña de mi familia. Pero no te dejaré en el piso. 

Subió con ella en brazos por la escalera hasta el segundo nivel ingresando a una habitación, que Hermione supuso de inmediato que era la de él, ya que tenía el escudo y los colores de la casa Slytherin, recuerdos de sus años escolares. La depositó sobre la cama cuyo enredón era de terciopelo verde con ribetes dorados.

—Draco, ¿qué hacemos aquí?  ¡Me has raptado!

—«Rapto» llamaría a lo que Michael pretendía hacer contigo. ¡Tú no eres su esposa! 

Hermione guardó silencio. Sabía que él había escuchado toda la conversación. Ya no tenía nada que ocultar. En ese instante se percató de lo pequeña que era la camisola que traía del hospital e instintivamente tomó la cobija de la cama y se cubrió con ella.

—Amor, conozco cada parte de tu cuerpo. No entiendo por qué tanto pudor.

—Han pasado muchos años de eso y ya no somos los mismos.

—No, tú no estás bien. Has estado hospitalizada por mucho tiempo y para colmo tienes una hija. Que da justo la casualidad que también es mi hija...

—Yo... de verdad siento no habértelo dicho antes, pero estaba alejada de todo esto.

—Ya habrá tiempo para hablar, ¿sí? No es bueno que te preocupes,  considerando tu estado. Déjame ver tu muñeca —revisó en donde él había quitado la aguja. Tenía una mancha de sangre y al parecer seguía sangrando—. Mira, si gustas puedes darte una ducha, allí está el baño. En ese mueble hay ropa, bueno, pijamas míos, pero te servirán. Yo regresaré en seguida.

—¿A dónde vas? No me dejes sola... Ni siquiera sé en dónde estamos.

—No te preocupes, estamos en las afueras de Hogsmeade. Esta cabaña es de mi propiedad, vengo con Scorpius cada cierto tiempo. Tranquila que regreso en unos minutos —dicho esto, bajó las escaleras y se metió de inmediato  en la chimenea—. Hospital San Mungo —dijo y un fuego verde y azul lo acariciaron mientras avanzaba en forma veloz. Hasta que por fin se detuvo.

Se sacudió la ceniza que quedó en sus hombros y caminó por uno de los pasillos del hospital, dirigiéndose a una bruja que atendía público, al parecer era la recepcionista, pues sobre ella había un  letrero que  decía «Si tiene preguntas hágalas a ella».

—Buenas tardes, necesito hablar con la medimaga, Ginevra Weasley.

—La señora Weasley está en su despacho: oficina cuatro, piso cinco —respondió la bruja de moño apretado y sin siquiera mirarlo, pues al parecer la edición de la revista Corazón de Bruja estaba más interesante.

ENTRE LLAMAS (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora