Compatibilidad

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Al otro día Draco se levantó temprano y aún sentía un poco de sueño. En la noche fue poco lo que pudo dormir, porque había estado en el hospital hasta la madrugada, sentado a la orilla de la cama de Scorpius. La vida de su hijo dependía de la medicina muggle, es decir, de aquellos que tanto odió en su niñez y adolescencia. Sabía que el camino a recorrer sería largo y de final incierto, pero la esperanza jamás debía decaer. Confiaría plenamente en aquella medicina invasiva que lo afectaría, pero él estaría a su lado.

Fue poco lo que logró desayunar y antes de las ocho se hallaba en la entrada del hospital Saint George de Londres, esperando a que lo autorizaran a ingresar a la habitación de su hijo. Mientras hablaba con la persona encargada vio que Michael entraba conversado con otro médico. En otra situación se hubiese abalanzado sobre él y le habría  dado un par de buenos puñetazos por haber utilizado a Hermione pero esta era otra situación, la vida de su hijo dependía de ese hombre.

—Draco, has llegado temprano —dijo Michael en tono afable, pero serio, una vez que advirtió su presencia.

—Se trata de mi hijo. Me tienen esperando desde hace rato.

—Está con Ginevra Weasley.

—¿Ginevra? —al principio le costó asociar el nombre real de la menor de los Weasley—. ¡Oh Ginny!  Bien, ¿y cómo sigue?

—Estable. En esto momentos duerme —respondió Ginny que en ese instante venía llegando, lucía como toda una doctora muggle, una bata blanca abotonada en la parte delantera y una plaquita de metal que decía: «Dra. Ginevra Weasley, Bristol Central Hospital»—. Es la única forma para que pueda estar en este lugar es haciéndome pasar por una doctora muggle —agregó al darse cuenta que Draco leía su identificación.

En ese momento caminaba por el pasillo de ingreso al hospital, Astoria acompañada de Lucius. Para nadie resultaría raro que ella llegara con su suegro, solo Draco sabía lo que realmente ocurría entre ellos. Unos pasos más atrás lo hacía Narcisa.

La mujer se cubría la boca con un pañuelo y sus ojos expresaban miedo, además miraba con total desconfianza el lugar en donde se hallaba. Tal acción, Michael no la pasó desapercibida y le molestó. Entendía que ella fuese de alta estirpe y que estuviera acostumbrada a otro ambiente, pero nada le daba derecho a mirar con desprecio ese lugar, sobre todo en donde había niños.

—Este hospital es aséptico, sabes qué significa eso, ¿no? —fue Michael quien habló—. En un momento más, tú y Draco tendrán que pasar por una sesión de limpieza. Además te agradeceré que guardes ese trapo.

A Draco le extrañó la manera de cómo Michael se había dirigido a Astoria. Le dio la impresión de que la conocía más de lo que él imaginó. Sin embargo, ese era un tema que para nada le importaba. Ya bastante tenía con saberla amante de su padre, como para sumarle otro más a la lista.

La mujer miró con rencor a Michael y guardó el pañuelo en la cartera, pero había entendido claramente que ella era la sucia y no el hospital.

—El equipo especializado está esperando a los posibles donantes para comenzar con los preparativos. Ginevra ya sabe el protocolo —informó Michael mientras la menor de los Weasley asintió.

—Bien. Ginevra, junto al equipo que te presenté en la mañana, prepara a los posibles donantes. Sabes qué hacer.

—Sí, pero  primero debemos empezar por los exámenes de rigor: hemograma, VHS, recuento de plaquetas, perfil bioquímico y otros más —respondió mientras revisaba un listado de exámenes que tenía anotado en una libreta. Draco la tomó del brazo y la sacó hacia un lado.

—Weasley, todo eso que dijiste, ¿qué es? Jamás lo he escuchado en los medimagos... ¿qué? ¿Piensas chuparme toda la sangre? —preguntó en un tono bajo de voz. Ginny disimuló su risa.

ENTRE LLAMAS (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora