Amantes

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Draco estaba cansado y, sin embargo, debía enfrentarse en una entrevista con su esposa. Aquella mujer fría y calculadora que en un papel guardado, sabe Dios en qué cajón del escritorio, decía ser legalmente su esposa. Iría al departamento de ella en Londres para informarle de la gravedad de su hijo. Narcisa le dijo que durante la tarde le envió una lechuza, pero que ella aún no había dado respuesta. Tal vez no la hubiese leído.

Apareció directamente en la sala. Aquel lugar era en extremo lujoso, ya no tenía en cuenta cuánto dinero de la familia estaba invertido allí. Pero bueno, todo fuera por estar lejos de esa mujer, con la cual hacía años no tenía contacto, ni menos compartía alcoba. Menos, al enterarse de que ella mantenía diversas relaciones esporádicas con el muggle que se le cruzara por su camino. Sin embargo, más de una vez dudó que solo fueran muggles, siempre creyó que existían también magos en su lista.

Escuchó una risotada desde la cocina que estaba a un costado de la sala. Esa risa de varón le resultó familiar. Giró y vio a Astoria con una una bata de seda en tono verde brillante, con un lazo en la cintura y descalza, con el cabello desordenado. Detrás de ella un hombre, con solo el bóxer puesto y trayendo un par de copas de champagne. Al verlo, palideció y enmudeció. Aquel hombre era nada menos que Lucius Malfoy, su padre.

—¡Draco! Qué... ¿Qué haces aquí? —preguntó Lucius azorado.

—Es esa pregunta te la debería hacer yo a ti, ¿no? —respondió Draco con asco. Sentía unas nauseas horribles... Su mujer, más bien «su exmujer» estaba con su padre y era evidente que no se trataba de una reunión de negocios... La pregunta era: ¿desde cuándo se reían en su cara?

—Hijo yo... mira...

—Draco, no es lo que te imaginas. Tu padre me vino a ver y...

—Lo que te haya venido a ver mi padre, no es asunto mío —Draco giró su vista hacia la mesa y vio un pergamino sin abrir—. Veo que no has leído la lechuza que te envió mi madre.

—No. Es que...

—Has estado ocupada. Ya veo — y miró a su padre negando con la cabeza. Es que, a pesar de tenerlos en frente con las pruebas a la vista, aún se negaba a creerlo.

—Draco, yo te puedo explicar. Mira con tu madre...  

—Padre, que tú te revuelques con Astoria, me importa una mierda. Entre esta señora y yo, solo nos une Scorpius. Quien me preocupa es mi madre. Ella, a pesar de todo lo que ha ocurrido, te ama. Y ya ves, revolcándote con tu nuera...  Me imagino que has usado protección, ¿no? Astoria se mete con el que tenga en frente.

—¡No te permito que me...!

—¡Tú no me digas nada, zorra asquerosa! Preocúpate mejor de tu hijo. Scorpius está grave. Debemos trasladarlo a un hospital muggle para hacerle un tratamiento.

—¿A un hospital muggle? ¡Ni lo sueñes! Es mi hijo y yo también decido su futuro.

—Tiene cáncer. Sabes que en nuestro mundo  las posibilidades son nulas —Astoria creyó que su corazón se detenía. Cayó con todo su peso al sofá, mientras que Lucius dejó las copas en la mesa.

—¿Cómo sabes que es cáncer? —preguntó Lucius.

—Contigo padre, no tengo nada que hablar. Astoria, si tienes un poco de decencia, preséntate mañana en el Hospital San George de Londres. Debemos hacernos unos análisis. 

—Análisis de qué.

—Preséntate mañana en el hospital. Se trata de  la vida de nuestro hijo. ¡Ah! Y antes que se me olvide... un abogado se contactará contigo para ver lo de nuestro divorcio cuanto antes —dicho esto y sin mirar a ninguno de los de los dos, desapareció nuevamente.

ENTRE LLAMAS (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora