Sublime Realidad

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Luego de aquella confesión a viva voz en uno de los pasillos del hospital Saint George por parte de Astoria Greengrass, Michael creyó que el mundo se detenía solo para él y que debía bajar en ese preciso instante. Ahora era la vida de su hijo la que estaba en sus manos. Sintió que su existencia había girado sin sentido y que solo ahora había una luz que le indicaba el camino: Scorpius.

Draco de inmediato se dio cuenta de que esa verdad le llegó en forma desprevenida a su primo y, lejos de reaccionar ofendido, solicitó a Ginny que llevara a Hermione y a su hija a una cafetería, para que esta última desayunara y que no fuera testigo de un posible mal rato con la familia Malfoy

Ingresaron nuevamente al despacho de Michael, tanto los padres de Draco, como Astoria para luego cerrar la puerta. Astoria sabía que posiblemente fuera sometida a un juicio familiar. Guardaría silencio, ya había dicho la verdad, lo demás era asunto de Michael y de su esposo.

—Draco, yo sinceramente no sabía nada de esto —Michael entre nervioso y serio, se dirigió a su primo—. Te juro que si lo hubiese sabido...

—Yo creo que es tarde para buscar culpables, primo. Yo amo a Scorpius. Es mi hijo... Ha estado conmigo desde su nacimiento y no porque tú seas el padre biológico, mi cariño va a desaparecer.

—Te entiendo...  de ti dependerán los pasos a seguir —respondió Michael.

—Haz lo que debas hacer, Michael. A mí solo me interesa que salves la vida de Scorpius.

—¡También es mi hijo! ¡Y no quiero que pase por esas tonterías de quimosterpia que hacen los muggles! —dijo Astoria, pero a nadie interesaba su comentario.

—Creo, querida Astoria, que cuanto antes inicies el proceso de divorcio, mucho mejor será —Narcisa fue quien le habló.

—Cissy, yo pensé que tú me ibas a apoyar. Lo que ocurrió con este muggle fue hace muchos años. Yo no me puedo divorciar de Draco, ¿qué va a decir la gente?

—¡Te divorcias y ya! O yo hago público tu amorío con Lucius —dijo Narcisa mirando con repulsión a su esposo—. Sé muchas cosas, Lucius... sé todo lo que ocurre en mi casa y sé que desde hace un año tú y esta... «dama» son amantes. Así que Astoria, o te divorcias ya y dejas que mi hijo haga su vida con la mujer que ama, o todo el mundo mágico sabrá la verdad.

—¡No serías capaz de eso, Cissy! —espetó Lucius.

—¡Oh, sí, sí que soy capaz! Tengo una lechuza preparada para cuando  diga «listo» y ésta de inmediato se dirigirá a El Profeta contando toda nuestra verdad. Tú decides —Narcisa sacó de su bolso un documento en forma de pergamino enrollado—. Ten. Es el acta de divorcio. Fírmala de una vez, y deja libre a mi hijo.

—Mamá... —Draco no entendía cómo Narcisa tuviera todo listo, aunque con magia era de esperar cualquier cosa, sobre todo en una bruja tan lista como su madre.

—Ya te dije, sé todo lo que pasa en mi casa —Astoria tomó el pergamino y efectivamente era un acta de divorcio en donde ella renunciaba a la tutela de su hijo, recibiendo por cierto, uno cuantos millones de galeones, incluyendo el pent-house de Londres. No iba a quedar desamparada.

Michael, por su parte, solo miraba la escena. ¡Él no debía estar allí! Se trataba del divorcio de su primo y de la vida de su hijo, pero en fin, todo estaba relacionado. Narcisa hizo aparecer una pluma y Astoria la tomó.

—Draco, perdóname, debes pensar lo peor de mí —dijo Astoria con los ojos llenos de lágrimas.

—Lo que yo piense no te debe importar —respondió Draco.

Astoria bajó la mirada y firmó el documento. Se lo entregó a Draco y este de inmediato también estampó su firma.

—Bien. Ahora están legalmente divorciados —dijo Narcisa haciendo desaparecer el pergamino—. Lo acabo de enviar a nuestros abogados. El proceso que sigue es rápido. Draco, solo debes fijar una fecha para tu matrimonio con Hermione.

ENTRE LLAMAS (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora