ENTRE LLAMAS (Fanfic)

Conociéndote

Michael había servido otro té a Hermione que se encontraba sin palabras y sorprendida ante tal revelación. Ese hombre, que había estado a su lado durante las últimas semanas, era primo de Draco y eso le generaba muchas dudas.

—Así que el joven llegó en ese carro aquel «glorioso» día, eras tú. Nunca te vi en Hogwarts... es decir, nunca me enteré que Draco tuviera  un primo. Y, además,  ¿quién es ese señor? —peguntó Hermione apuntando hacia el cuadro que hacía unos minutos supo que se trataba de un Malfoy.

—Ese señor, Abraxas Malfoy, es mi abuelo y abuelo de Draco, por supuesto. Mi padre fue Calcius Malfoy, casado con una muggle y entenderás que terminó odiado por toda la familia —Hermione asintió—. Cuando yo nací... —dijo acomodándose frente a ella—, mi madre juró que yo no sería mago, que crecería como cualquier niño y en eso mi padre la apoyó. Ambos me criaron diciéndole a todo el mundo mágico que yo era un squib.

—Una persona sin magia... me imagino que a tu madre la repudiaron.

—Tanto, como a mi padre. No obstante, mi abuelo, que no tenía buena relación con mi tío Lucius, dedicó gran parte de su vida a enseñarme el arte de la magia. Él sabía que era imposible que yo no tuviera algo de magia dado que todos los primogénitos de los Malfoy habían resultado ser magos excepcionales. 

—Entonces...

—Sí, Hermione, soy un mago, pero también soy un muggle... un muggle bastante dado a los estudios... Soy  licenciado en literatura, artes... También soy médico cirujano, neurólogo, psiquiatra... entre otras... Ingresé a la universidad a los trece años y a los quince ya tenía mi primera maestría... ¡Ah! Eso sí, sin utilizar nada de magia —Hermione sonrió. Draco también podría haber sido un gran estudiante en los colegios muggles, era muy inteligente. 

—Pero, ¿y la magia? ¿En qué tiempo?

—A diferencia de mi primo, que fue iniciado en forma obligatoria en artes oscuras y expuesto a muchas torturas... eso lo sabes, ¿no?

—En realidad, lo supuse. Draco no era muy asiduo a hablar de sus cosas.

—Bueno, a diferencia de él, mi abuelo me mantuvo alejado de la guerra, de Voldemort y de los mortífagos, dedicándose todo el tiempo para enseñarme magia... y magia  de la buena, de la misma Escuela de Merlín, así como lo mejor en defensa contra la magia oscura. Si bien no tengo una maestría en magia,  soy tan buen mago como Draco o como el famoso Harry Potter —Hermione sonrió al recordar a su amigo—. La única diferencia, es que me considero más muggle que mago. La magia la utilizo solo en casos extremos, como por ejemplo el día de la explosión. Esa vez evité que murieras aplastada por la pared. En medio de tanta gente, nadie se percató que utilicé la varita y logré modificar el peso de la estructura, pero claro, no pude evitar que esa cornisa te golpeara la cabeza.

—Ese día fue horrible, perdí a mi hija. Lo que me ocurrió a mí es nada comparado con lo que Annie puede estar sufriendo. La policía dice que la han buscado en todos lados y no aparece.

—No en todos lados. No han ido al mundo mágico.

—Pero, ¿tú crees que...?

—La adivinación no es mi fuerte, pero sí la lógica. Y mi lógica me dice que la magia busca magia, así que si Annie no está entre los muggles, debe estar entre los magos y creo que ya es hora que tú regreses a ese mundo.

—No puedo, yo renuncié a mi magia. Soy tan muggle como cualquiera.

—¡Ja! ¡Es como si le ordenaras a tu corazón que no lata! No puedes renunciar a algo que está en tu biología. Hermione, la magia nació contigo... que no tengas la varita y de que tu consiente y subconsciente se digan a sí mismos que no eres bruja, es una cosa... Pero, felizmente lo sigues siendo. No puedes conjurar nada, porque simplemente no has practicado hacer magia sin varita... aunque es sabido que los mejores magos y brujas pueden  conjurar sin ella, aunque para la mayoría es necesaria.