Perdida

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 Luego de algunas semanas Hermione fue dada de alta. Con casi diez kilos menos, el cabello larguísimo y con los brazos amoratados producto del tratamiento médico y muchas prescripciones, por fin se iba a casa con su madre.

Ese día llevaba un vestido amarillo que Jane había comprado para esa especial ocasión. Se veía hermosa, considerando todo el tiempo que había pasado hospitalizada. Se miró al espejo y, a pesar de estar tan delgada, aquella ropa acentuaba su cintura, pudiendo mostrar unas caderas un tanto pronunciadas. Acompañado de este vestido estaban unos zapatos de tacón alto, en tono perla, con los cuales había crecido unos centímetros más. Sí, era necesario un cambio, como fuera debía darse fuerzas para enfrentar lo que venía: buscar a su hija por todas partes.

Michael ingresó a su habitación. Aquel médico había estado a su lado desde el momento en que recobró la conciencia. Hermione hubiese preferido a otro porque él era demasiado altanero, contestaba las preguntas directamente y sin consideración, pero su rostro era agradable, sus ojos grises la tenían hipnotizada. Se parecía tanto a... 

—¿Estás lista, Hermione? —llevaba su bata blanca y una identificación que decía: Dr. M. Thompson M. - Médico Cirujano - Psiquiatra.

—¿Trabajas mucho tiempo aquí?

—Lo suficiente. Bien, ¿vamos?

—¿Qué significa la «eme» de tu apellido?

—Creo que debes preocuparte de otros temas, que de las letras del apellido de tu médico —en ese momento una enfermera estaba de pie en la puerta—. Adelante —dijo y la mujer empujó la silla de ruedas que estaba en el pasillo.

—Puedo caminar —indicó Hermione casi ofendida. ¡No estaba inmovilizada, podía caminar por sus propios medios!

—Son reglas del hospital, entras en camilla, sales en silla de ruedas.

—Pe... —Michael ya la había sentado en la silla sin previo aviso y sin preguntar nada.

—Pero, no es necesario.

—Tal vez. Pero es lo que corresponde. Vayamos —le entregó el bolso de mano, mientras que Jane había también llegado y tomado una pequeña maleta con algunas cosas personales de su hija.

Marcharon por el pasillo y varias enfermeras se despidieron de ella en forma muy amable. Algunas que caminaban por el lugar se detuvieron  y la besaron en la mejilla. Otras le regalaron flores y un señor que era el auxiliar del piso, le obsequió una cajita de chocolates. Se notaba que llevaba mucho tiempo allí. 

Al entrar en el ascensor vio un ramo inmenso de flores y una inscripción que decía:

 Estimada Hermione:

Ahora debemos dar  inicio a la búsqueda de tu hija.

No estarás sola.

Con afecto, M.T.M.

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Hermione leyó la pequeña tarjeta y miró de inmediato a su doctor, pero él no bajó la vista, presionó los botones del ascensor y la puerta se cerró.

—¿Tú escribiste esta nota?

—Sí —respondió.

—¿Por qué?

—Porque me imagino que es hora de comenzar a buscar Annie, ¿no?

—¿Quién eres? ¿Por qué tu rostro me es tan familiar?  —Jane miró sorprendida a su hija, ¿por qué le hablaba así al médico? En fin, conocía muy bien a Hermione y sabía que nada se guardaba y si tenía que decir algo, lo diría. Jamás se quedaba con la duda.

ENTRE LLAMAS (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora