Tu Sueño

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La habitación del hospital estaba en penumbras, solo la iluminaba la lámpara de la mesa noche que se encontraba a un costado de Hermione, que  se encontraba dormida pero estaba inquieta. Giraba la cabeza de un lado a otro, gemía y decía palabras incoherentes. Al parecer tenía una pesadilla. Alguien, que extrañamente a esa hora de la madrugada estaba a su lado, le tocó la frente.

—¡No! ¡Annie, hijita mía!  Draco, ¿en dónde estás?

—Despierta amor, tienes una pesadilla.

Abrió los ojos mientras lloraba. No vio ese techo blanco, sino que se encontró con el hombre que tanto había  amado: Draco Malfoy estaba a su lado. No lo pudo evitar y se apresuró a abrazarlo. 

—Soñaba con la explosión y que me dormía por años y años...  y nunca más veía a Annie —lloraba abrazada a él, quien le acariciaba su cabellera.

—Tranquila. Eso no volverá a pasar. Ahora yo estoy a tu lado —Draco la volvió a recostar, tenía que cuidar que la vía de suero que estaba conectada en la muñeca no cediera.

—¿Qué haces aquí? ¿Qué hora es? ¿Cómo entraste? ¿Alguien te vio? —preguntó al percatarse que ese no era el lugar ni la hora para que él estuviera allí.

—Te estoy acompañando. Son las dos y media. Me aparecí. Y no, nadie me vio. ¿Contesté todo, cierto? —dijo sonriendo y sentándose a un costado de la cama, tomando una mano de ella entre las de él. Ella también sonrió, hacía tanto tiempo que no sentía su tacto. Sus suaves y frías manos era un deleite volver tenerlas consigo—. ¿Lo amas? — preguntó al cabo de unos segundos, lo hizo porque en ningún momento del delirio de ella escuchó el nombre de Michael.

—¿A quién? —la pregunta la tomó de sorpresa. Estaba claro que se refería a Michael, aun así preguntó.

—¿A quién va a ser?  ¡A tu marido!

—Claro que lo amo. ¿Por qué preguntas?

—No te creo. Sinceramente  no creo que lo ames. 

—Draco, no es el lugar ni el momento para hablar de mis sentimientos. Estoy cansada, tengo sueño, estoy como adormecida y siento que no coordino bien. 

—Está bien, duerme. Yo me quedaré contigo, vigilaré tu sueño.

—No es necesario.

—Sí que es necesario. Estaré contigo toda la noche. No quiero que sueñes pesadillas. Así que tranquila pues que yo vigilaré.

—¿Te quedarás toda la noche conmigo? ¿Qué va a pensar Astoria?

—¿Astoria? Hace mucho tiempo que ella vive en un departamento sola. Estamos prácticamente separados. No se enterará y si lo hace, poco y nada le importará.

—Lo siento. Pero ustedes se veían tan unidos...

—¿Lo dices por lo que viste en casa? —Hermione asintió—. Fue una farsa... una especie de obra teatral armada por mis padres.  Hace años que no somos marido y mujer... tal vez nunca lo fuimos —Hermione esbozó una pequeña sonrisa, ¿era bueno eso para ella?—. Como dijiste, no es lugar para hablar pero creo que luego tú y yo debemos tener una larga conversación. Necesito que me aclares un par de cosas. Mientras tanto, duerme.

—Pero es que no hay nada qué hablar.

—Ya veremos. Ahora, duerme. Yo te cuidaré.

Hermione obedeció, con ese tono altanero de Draco, no cabía espacio para discutir, menos a esa hora de la noche, así que cerró los ojos, aquel suero debía contener algo más porque se durmió a los pocos segundos. Draco acarició su rostro y la besó suavemente. Le robó un beso. Ella jamás se enteraría que había vuelto a rosar sus labios. Esos labios que ahora pertenecían a Michael. 

Cuando despertó, todavía sentía el suave olor de Draco en la habitación. ¿Lo soñó? ¡No, él había vigilado su sueño! Era como un ángel que apareció en medio de la noche para rescatarla de una pesadilla horrible.  

Luego de tantos años, lo volvía a tener cerca, pero a la vez, lejano. Él le confesó que con Astoria no existía amor, no obstante, ella no fue capaz de confesar que con Michael no estaba casada. Pero, ¿con qué fin se lo pudo haber contado? ¿Acaso Draco estaría dispuesto a regresar con ella? ¿Dejaría ella a Michael, que tan bien se había portado? 

Mientras pensaba en todas esas preguntas y divagaba en respuestas, llegó Michael. Le tomó los signos vitales y controló su ritmo cardiaco.

—¿Cómo estoy? ¿Me darás el alta hoy? —preguntó Hermione.

—Yo creo que sí. El cardiólogo quiere hacerte un test de esfuerzo para descartar cualquier anomalía. Los exámenes de ayer dieron negativo para alguna cardiopatía,  pero de igual forma se hará el test.

—¿Lo haremos ahora?

—No, aún no. El viernes podrás venir a hacértelo. Como te dije es solo para corroborar los resultados, pero ya estás bien. Dame unos segundos, iré por los protocolos correspondientes para el alta y nos vamos a casa.

—Michael, no es necesario que vayamos a tu casa. Yo prefiero que finalicemos con este tema de nuestro matrimonio. ¡Ya conseguiste lo que querías! Astoria te vio conmigo, Draco cree que estamos casado y mira lo que me ocurrió por pasar tantas situaciones estresantes. Él sabe lo de Annie y sé que me podrá ayudar a encontrarla.

—Hermione, escúchame bien: no te quiero cerca de mi primo. Él es peligroso. Fue un mortífago, tú lo sabes. Luchaste contra Voldemort  y él estaba en sus filas. No es de fiar. Nunca lo fue y nunca lo será. Tú y yo buscaremos a Annie y estará con nosotros, como nuestra hija.

—Michael, ¿qué te ocurre? ¿Por qué hablas así?

—¡No te quiero cerca de él! Ya me oíste, vuelvo enseguida.

Salió de la habitación cerrando tras de sí la puerta. Sintió un ruido en la cerradura, ¿Michael le estaba poniendo cerrojo? Pero no pudo seguir pensando en ello porque la puerta del baño se abrió y nada menos que de él salió Draco, con un rostro lleno de ira, tal como lo recordaba de sus años de colegio. Y vio que se abalanzaba sobre ella, pensó que la iba a agredir, así que se cubrió el rostro con sus manos.

—Jamás te golpearía,  Hermione. ¿Cómo puedes pensar eso? Ven, dame tu mano —Hermione le dio la mano que tenía libre—. ¡Esa, no! La del suero —le entregó la mano que estaba conectada a la vía.

—¡No! ¿Qué haces? —pero Draco le tomó la mano y con sumo cuidado quitó la aguja del suero.

—¡Ay! Duele...

—Tranquila, amor. Basta de manipulaciones por hoy.

—Draco, ¿qué vas a hacer?

—Tu varita, ¿en dónde está?

—Pues,  no sé... en tu casa supongo, no la llevaba conmigo cuando me desmayé.

—Está bien.

Draco levantó las sábanas que cubrían el cuerpo de Hermione, y pudo observar que solo estaba con un pijama de hospital. Tomó sus piernas con una mano y con la otra, apoyó la espalda de ella.

—Nos vamos de este lugar.

—Draco, no!  ¡Por favor!

—¡Ni sueñes con que te vuelva a dejar! —dicho esto, hizo el conjuro correspondiente y desapareció con Hermione.

ENTRE LLAMAS (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora