Penumbra.
Mis pensamientos se arremolinaban frenéticamente, estaba seguro de que en cualquier momento perdería el conocimiento. ¿Sería acaso una pesadilla opresiva? ¿O acaso todo esto era fruto de mi imaginación desbocada? Quizás, no podía concebirlo como una realidad.
Mis pupilas se encontraron con las suyas, tan perfectas a pesar de sus imperfecciones. Era como contemplar a un ser celestial. Su melena dorada resaltaba aún más en su estado húmedo, enmarañada pero dotándolo de un encanto adicional. Su camiseta blanca acentuaba la musculatura de sus brazos, mientras que el pantalón de pijama negro parecía realzar incluso la forma de sus glúteos, resultando en una visión completamente cautivadora.
Sus ojos, hinchados y enrojecidos, parecían estar cargados de misterio, delineados por finas líneas que añadían un aura enigmática a su rostro. Sus labios entreabiertos, carnosos y prominentes, resultaban en una tentación irresistible.
Mis piernas comenzaron a temblar, temí que en cualquier momento cederían bajo mi peso y me dejarían en el suelo.
Nos observábamos mutuamente, sumidos en un extraño torbellino de emociones. Experimentaba una mezcla de excitación y melancolía, mientras mi cuerpo vibraba con intensidad.
— ¿Jungkook? — susurró con voz ronca y apagada, sacándome de mi ensimismamiento. — ¿Qué... qué haces aquí? — esbozó una débil sonrisa, apenas perceptible, y yo me quedé nuevamente petrificado.
¿Qué diablos estaba haciendo allí en realidad?
Mi mente se quedó en blanco cuando nuestras miradas se encontraron una vez más. Un temblor me recorrió el cuerpo y me vi incapaz de articular una respuesta coherente.
— Yo... — mi voz se desvaneció en un silencio abrumador, dejando mis labios inmóviles mientras volvía a perderme en sus ojos, brillantes por las lágrimas que parecían haberse derramado.
¡Espera! ¿Había él llorado?
Un vacío se apoderó de mí, inundando cada rincón de mi ser. También él estaba sufriendo.
Una brisa gélida rozó mi piel, provocando un estremecimiento que recorrió todo mi cuerpo. El pasillo carecía de calefacción y el frío de la ciudad se hacía sentir. Jimin, aun aguardando mi respuesta, se movió inquieto, cediendo espacio a la puerta, notando mi temblor.
— ¿Gustas pasar? — se apartó apenas unos centímetros, justo lo suficiente para que pudiera entrar. Agradecí con un gesto y me adentré en la habitación.
Era una suite verdaderamente moderna.
Al instante, una sensación de calidez envolvió mi cuerpo, disipando el frío anterior. Escuché cómo Jimin cerraba la puerta con suavidad, y dejé que mis párpados se cerraran.
Estaba resultando más difícil de lo que había imaginado. Pero ya estaba allí, y debía mantenerme firme.
Con la espalda hacia Jimin, intuí su mirada clavada en mí. Rápidamente organicé mis pensamientos, preparándome para enfrentarlo de nuevo cuando me girara hacia él.
Sus ojos estaban hinchados, quizás incluso más que los míos. Una expresión fatigada dominaba su rostro, reflejando el agotamiento que lo consumía. Me sentí terrible por haberlo arrastrado a esta situación. Debía considerar más su estado.
— Lo siento. — mi voz temblorosa rompió el silencio — Sé que no es el momento ni la hora adecuada para hablar, pero... — me abracé a mí mismo, tratando de infundirme ánimos. — No podía seguir así.
Inconscientemente, jugueteé con mis dedos mientras torcía los labios. Jimin, sin apartar la mirada, negó con la cabeza apenas perceptiblemente.
— Ni el momento ni la hora importan ahora. — su voz resonó aguda en mi oído.
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Amor En Pausa: Destino Entrelazado • KOOKMIN | Finalizada ©
Romance¿Fue solo una farsa? ¿Una mentira despiadada? Jungkook, integrante de un grupo musical, se ve sorprendido por la repentina salida de su novio, Jimin, quien decide retirarse del grupo y poner fin a su relación de cinco años. A pesar de la tristeza y...