¿Fue solo una farsa? ¿Una mentira despiadada?
Jungkook, integrante de un grupo musical, se ve sorprendido por la repentina salida de su novio, Jimin, quien decide retirarse del grupo y poner fin a su relación de cinco años. A pesar de la tristeza y...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Su mirada ejercía un poder hipnótico sobre mí, como si cada destello en sus ojos fuera una herramienta escénica diseñada para cautivar hasta el más incrédulo de los espectadores.
¿Cómo puede un hombre irradiar tanta belleza sensual incluso después de atravesar tantas adversidades? Aunque su semblante reflejaba fatiga y ansiedad, sus ojos, rodeados de leves ojeras aún perceptibles bajo el maquillaje, sus mejillas coloreadas por un rubor rosado y sus labios ligeramente hinchados seguían siendo una obra maestra de la perfección.
Siempre supe que él era una joya deslumbrante, una figura que, incluso sin brillo, resultaba irresistiblemente atractiva, inspirando suspiros soñadores en quienes tenían el privilegio de contemplarlo. Era, simplemente, perfecto.
Nos quedamos en silencio durante un tiempo que parecía eterno, y él se removió incómodo antes de aclararse la garganta.
— Una vez más, gracias, Jungkook. — su lengua chasqueó contra el paladar y sus ojos destellaron con tensión. Observé cada uno de sus gestos, tratando de capturar cualquier cambio en su esencia, pero él seguía siendo el mismo, tan perfecto como siempre. — Me alegró mucho verte. — Y de nuevo, esa sensación de cosquilleo en mi interior, nublando mis pensamientos.
Recobré el control sobre mi boca, que parecía empeñada en permanecer sellada, y respondí, aún manteniendo mi mirada fija en la suya.
— Lo mismo digo, Jimin. — Asentí, convenciéndome a mí mismo de que había salido de mi ensimismamiento.
Jimin pareció desconcertado por un momento, antes de volver a aclararse la garganta.
— ¿Te gustaría vernos otro día? — Acepté con una sonrisa, deseando en lo más profundo de mi ser que cada día pudiera ser una oportunidad para estar juntos.
Si tan solo no fuera tan complicado.
— Estoy seguro de que sí. Debemos celebrar, ¿no te parece? — Intenté inyectar un poco de optimismo en el momento, aunque por dentro me consumía la necesidad de hacerle mil preguntas. Pero él acababa de salir de algo importante y no era el momento de añadir más presión.
— Por supuesto que lo haremos. — Sonrió, y sentí cómo mi corazón se derretía dentro de mí.
La conexión entre nosotros era palpable, una corriente eléctrica que fluía cada vez que nos mirábamos. Parecía que nuestros ojos se habían convertido en el único medio de comunicación, capaces de transmitir todos nuestros sentimientos con una sola mirada.
O al menos, eso quería creer.
De repente, una ráfaga de aire fresco me sacó de mi ensimismamiento, recordándome que Taehyung me esperaba y que ya habían pasado diez minutos desde que se marchó.
— Debo irme. No quiero hacer esperar a Taehyung. — Anuncié con nerviosismo y un sentimiento de desánimo al tener que alejarme de él.
En realidad, no quería que se fuera. Quería quedarme con él, recibir todo el amor que tenía para ofrecer, porque lo merecía. Había hecho tanto por él, y ahora anhelaba recibirlo de la misma manera.