30. Muñeco

50 6 25
                                    



30. Muñeco

Hagamos un recuento de cosas que no esperaba. Primero, no esperaba que mi novio perteneciera a una de las familias más ricas del Reino Unido, tampoco esperaba toparme con una mansión en medio del bosque rodeada de hermosos y centenarios arboles (fetiche raro, lo sé), porque Elliot no parece la clase de chico que nació en una cuna de oro, él luce como un adolescente cualquiera.

Y mucho menos me esperaba a este pedazo de papasote universitario en calzoncillos mirándome fijamente apoyado contra la nevera.

Hablo en serio, gente, este chico podría ser modelo de Calvin Klein.

— ¿Quién eres? –pregunto con la boca llena, apuntándome con la cuchara con la que comía sus cereales.

— ¿Quién eres tú? –contraataqué. Esto de las peleas con Elliot tenían un lado positivo, se practicaba – y hazme el favor de moverte, tengo hambre y obstruyes mi camino hacia la felicidad.

— ¿Te colas en mi casa y tienes el descaro de llamarme estorbo? –su guapa cara se deformo en una mueca de enojo – ¿Quién crees que eres?

Lo aparte de un empujón y abrí la nevera. Un niñato engreído no iba a interponerse entre el yogurt griego y yo.

— No el ministro de Francia, respondiendo a tu primera pregunta. Y puedes preguntarle a mi novio quien me ha colado en tu castillo.

— Es una mansión, niña tonta.

— Trataba de exagerar las cosas, estúpido –vertí el yogurt en uno de los recipientes que había en el exhibidor –, sé muy bien que estoy en una mansión.

— ¿Quién eres, niñata?

— Por favor –resoplo buscando una cuchara – ¿Cuántos años tienes? ¿Diecinueve? No pareces ser mucho mayor que yo.

— Podríamos ser algo si no fueras tan antipática.

¿A este que le pasa?

— No te confíes tanto –vertí algunas nueces en mi yogurt –. No eres tan guapo. Podrías ser modelo de Calvin Klein, si –me encojo de hombros y tiro mi pelo hacia atrás. No me dejaré pisotear por él –, pero mi novio saldría en la portada de la revista.

— Tú malcriada...

— Con mis padres no, príncipe –negué divertida. Acabo de descubrir que me gusta hacerlo enojar.

— ¿Quién eres?

— Mi novia, William –interviene Elliot entrando en la cocina –. Sabía que no debía dejarte sola. Te has topado con el exhibicionista de mi primo.

Me da un pico y me roba una cucharada de yogurt, con nuez incluida.

— Espera un momento –interrumpe Will – ¿tu novia? ¿Tú desde cuando tienes novia?

— ¿Tú que haces aquí; Will? –mi novio pone su brazo sobre mis hombros y me dirige a la mesa del comedor. Will nos sigue –se supone que estás en la universidad.

— ¡Sorpresa! Me quedo una temporada, princesa –dice sin mucho entusiasmo.

— Te expulsaron.

— Suspendieron... una semana.

— Eres un inútil –se burla mi novio.

Claro, porque que te suspendan de la universidad no es un tema serio.

— Y aun con todo esto, no se tu nombre, encanto –el príncipe Calvin Klein me regala una sonrisa blanca.

— ¿Ahora soy encanto? –arqueo una ceja y lo señalo con la cuchara como hizo él hace un rato –. Y yo que pensaba que eras el bipolar de esta familia, fosforito –miro a mi novio con diversión cuando él pone una mueca de fastidio. Es tan lindooo. Okay, Noah, mucha ternura - Soy Ainoah Khaler, príncipe, llámame Noah.

Un Recuerdo Para Noah |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora