6. Cuidado con el Lobo

62 8 3
                                    


6. Cuidado con el Lobo

Al parecer el mundo me odia. ¿Es mucho pedir tener una vida normal sin dramas amorosos de por medio? Y lo peor de todo, estar metido en un drama amoroso que ni siquiera tuyo.

Así que aquí estoy, metido hasta el cuello en el drama amoroso que le pertenece a mi subnormal amigo.

Lo peor de todo es que dicho drama no existe, solo es lo que Alejandro quiere creer que Mia siente por él; o sea nada aparte de una larga amistad. Pero el sigue con que tenemos que ayudarlo y más bla, bla, bla que no llegará a nada. Por eso tendré que fingir por un tempo que trato de ayudarlo hasta que se dé cuenta que eso de la ayuda es inútil y comenzará a tratar de conquistar a Mia por su cuenta.

Y este es mi plan.

- Oye, calabacita –siento que me sacuden –, ya terminó alemán. Ahora mismo nos toca con Devorak.

Un gruñido por mi parte es todo lo que recibe. Noah suspira y oigo sus pasos alejándose. Sinceramente, no tengo ganas de bajar y dar mil vueltas corriendo y "poniendo mi cuerpo saludable como una zanahoria" (chiste de Devorak. Posdata: no me gustó).

Ayer me quedé hasta tarde trabajando y me acosté aún más tarde. Obviamente cobraré más por las horas extra, pero si esto sigue así el trabajo terminará consumiendo todas mis energías. No es la primera vez este mes que me quedo más tarde de lo normal, pero aun así no puedo seguir dejando que pase. También está el tema de las pesadillas de Tristan. Cada vez se van haciendo más frecuentes y no tengo idea de cómo evitar eso. En pocas palabras mi vida está siendo un desmadre.

No me culpen si quiero saltarme una clase para dormirme y olvidar todo.

Pasa un rato y de repente escucho como alguien corre pasándome de largo y destapa algo. Le resto importancia y trato de volver a dormir.

Entonces siento como algo frío impacta contra mi cuello y desciende por mi espalda metiéndose en mi polo.

Reacciono al instante, me levanto de mi silla de golpe, moviendo mi cabeza hacia todos lados pomo un poseso o como alguien con fuertes ganas de romperse el cuello; piso algo, me resbalo, tropiezo con mi silla y caigo soltando un fuerte grito.

Caigo en algo blandito y escucho un "auch" muy sonoro.

Parpadeo, confundido. Se supone que tenía que caer al suelo y partirme el poto (que no tengo) contra el suelo y gritar como un bebé con estreñimiento. Pero no, la poderosa entidad de las papas o quien fuera que me pone en estas situaciones se apiadó de mí y me permitió caer en algo...

Diablos, aquí ni en ninguna parte el piso es blando y acolchadito.

Ni desprende olor a almendras.

Por favor, que alguien me diga que no aterricé en donde creo que aterricé.

- ¡Saca tu cara de mis bubbies, depravado!

Y ese grito confirma mis sospechas.

Le hago caso al instante y me levanto lo más rápido posible. De seguro estoy más rojo que albino sin protector solar en las playas de Grecia.

Ainoah sigue en el suelo. Shockeada. Y roja. Sobre todo lo segundo. La ayudo a levantarse del suelo mientras me disculpo mil y una veces.

- Ya cállate –dice abochornada recogiendo su botella de agua –. La situación del mundo es preocupante. Una dama ya no puede ser amable sin que termine con un pervertido encima suyo –me mira concienzudamente –. Literalmente, cabe decir.

Pues, muy amable por tu parte despertarme como si fuera un gato.

<<Y muy amable por tu parte caer allí arriba, Harford. >>

Un Recuerdo Para Noah |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora