37. Veredicto

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37. Veredicto


"- Mis padres van a matarme.

Caminaban por el parque. La fiesta había terminado y Elliot se había ofrecido a llevar a la castaña a su casa, que, sorprendentemente, se encontraba cerca de ella.

- ¿Por qué? ¿acaso escapaste? –dijo en broma. Pero al ver que la chica se sonrojaba, cayó en que había dado en el clavo –No puedo creerlo. ¿Ainoah Khaler escapándose de casa para ir a una fiesta?

- Era la promo –se defiende –. No podia faltar.

Su labio inferior comienza a tiritar. Tiene frio, pero es orgullosa y se niega a pedirle el abrigo.

El pelirrojo se lo quita y hace que la castaña pase los brazos por las mangas.

- Pero tú te vas a enfermar...

- No tengo frío, Noah –mintió –. Tranquila.

Hablaban de temas triviales, hasta que surgió la pelea de quien era mejor escalador.

- ¡Yo lo soy! –dijo la chica.

- No lo creo.

- Vamos a probarlo –se detuvieron bajo un gran árbol- Quien llegue primero a esa rama –señaló una rama muy por encima de sus cabezas – es el mejor escalador de toda Gran Bretaña.

- Bien.

Se miraron fijamente. Allí había algo más que competitividad, y eso los ponía nerviosos a ambos."

Era el día del juicio. Habían pasado ya dos meses desde que salimos del hospital. Trevor sería movilizado hasta la corte donde le darían su veredicto. Estaba nervioso, no solo por mí, sino también por Tristan. Cabía la posibilidad de que mi madre no mencionara que Tristan no era hijo de Trevor y que este quedara libre y aun peor, con mi hermano bajo su cargo.

Solo Dios sabe que podría hacerle ese loco.

Así que, aquí estaba, tragándome mis nervios mientras trataba de anudarme una condenada corbata.

- Déjame hacerlo.

Mi mamá entra a mi cuarto y anuda la corbata por mí en unos segundos. Da un paso atrás, observando que tal quedé y alisa mi cabello intentando que mis rizos no sobresalgan demasiado. Falla.

- Mamá, deja mi cabello –digo apartándome.

- Sigue siendo imposible de alisar –comenta con una pequeña sonrisa –. Recuerdo cuando te negabas a cortarlo y lo tenías hasta por aquí –toca mi hombro derecho –tuve que cortarlo mientras dormías porque no te permitían llevarlo tan largo al colegio.

- ¿Fuiste tú quien me lo cortó? –pregunto sorprendido. Nunca me había parado a pensar quien lo había hecho.

- Si –suspira y me mira con ternura –. Has crecido mucho desde entonces, Elliot. Y sé muy bien que no he estuve a tu lado el tiempo que debía por motivos egoístas –hace una mueca. Luce avergonzada –, pero quiero que sepas que siempre te he amado. A ti y a tu hermano –dice con total seriedad –. Son lo que más amo en el mundo, nunca dudes de eso por el motivo que sea –me mira con gravedad – ¿Entiendes?

Hay algo en su mirada. Seriedad y cierta tormenta. Sus enormes ojos marrones lucen inquietos y con una enorme necesidad. Supongo que lo que dijo me quede claro.

Un Recuerdo Para Noah |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora