35. Declaraciones

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35. Declaraciones

Rio cuando el flash dejo de cegarlos y se encontró con los ojos bizcos de Noah.

- Te ves horrible –se burló.

- No decías eso cuando me abrazabas, Cohen –espetó de a misma manera.

- Ya decía yo que eso de que se llevaran bien no iba a durar.

Alejandro dio una palmada y se acercó nada disimuladamente a Mia, quien revisaba la foto recién tomada con la Polaroid.

Elliot rodó los ojos.

- Y tú no puedes pasar ni un minuto sin ser obvio –sonrió arrogante –. Deja que Mia respire unos minutos sin tu cabellera rubia revoloteando a su alrededor.

- Cállate Cohen –dijeron los mencionados a unísono.

- Parece que esta es la noche de "no verdades obvias".

- Y por qué no confiesas tu verdad obvia de una vez, ya que hablas tanto de ellas.

Elliot se quedó callado. Una satisfecha sonrisa se extendió por el rostro de Mia.

- Eso no es asunto tuyo, Tracey.

Al ver que una pelea se avecinaba, Noah agarró al pelirrojo de la mano y lo condujo a la pista de baile.

- ¿Qué haces Noah?

- Creo que es un tanto obvio –puso las manos del chico en su cintura las suyas en sus hombros –. Vamos a bailar.

- No se bailar.

- Qué bueno, yo tampoco –confesó sacándole una sonrisa a su acompañante –. Pero como que me encanta esta canción y no quiero que Mia te patee el culo, así que... ¿Por qué no?

Elliot no había escuchado esa canción antes. El cantante cantaba suavemente y las teclas del piano creaban una melodía suave.

"We might fall, we might fall, we might fall, Hallie we might fall

We might fall, we might fall, we might fall, Hallie we might fall"  

Noah se balanceaba por la pista esquivando a otras personas arrastrando a Elliot con ella. El chico estaba perdido en sus movimientos. Su cabello se balanceaba con ella y acariciaba sus desnudos hombros, su falda creaba un pequeño vórtice más abajo.

Su corazón se aceleró cuando notó que ella también lo estaba mirando. Parecía que tenía un pájaro cautivo en el pecho y este luchaba por verse libre.

Así como la verdad que iba a decirle esa misma noche.

La canción terminó. Elliot sintió que alguien lo empujaba y salió despedido hacia delante perdiendo el equilibrio. Escucho el jadeo de Noah en su oído. La piel de su mejilla era suave al contacto de sus labios.

- No puedo creer que ganaran el partido –metió más dulce en su boca –. Digo, jugaron tan mal que el gol ganador fue de mano –me lanza una mirada incrédula -, literalmente.

Me ofendí profundamente.

- No jugamos tan mal.

- La palabra clave es "tan", Elliot –sonríe pero al ver mi cara algo desanimada se arrepiente –. Agh, no lo quería decir así. hablo de que algunos jugaron mal, pero eso no quiere decir que fueras tú el que jugara mal. De hecho –se interrumpe –jugaste increíble. Casi me quedo afónica gritando por el primer gol.

Un Recuerdo Para Noah |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora