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Me recuesto en el pasto, todavía con el uniforme de mi trabajo y los audífonos puestos; cuando Ansel me comentó de esta colina y decidí venir, y es linda porque desde aquí se ve toda la ciudad. El sol me da directamente en la cara así que cierro los ojos y disfruto de la suave corriente de aire que me da en la cara.

Paso un buen rato ahí, después de ver el hermoso atardecer; logro reconocer la mansión de los abuelos de Holly, donde está viviendo con ellos temporalmente por remodelaciones de su casa.

Mi teléfono comienza a vibrar. Contesto la llamada sin ver el número.

-¿Quién habla?

-Soy yo, Holly.

Me incorporo.

-¿Pasa algo?

-¿Tienes planes? Hoy tendré una comida con mi familia y quería saber si  tu...

-¿Quieres que vaya?

-S-Si.

-Claro, deja lo pienso. Todavía no estoy bien de eso.

Cuelgo.

Me llega otra llamada, vaya que estoy solicitado hoy.

-Hola Ethan.

-¡Hey! Alex ¿Cómo estás?

-Muy bien, quería pedirte un favor.

-Claro.

-Hoy saldré con mis amigas a comer e iba a ir con Ansel pero le surgió algo y me dijo que no me dejaría ir sola, el caso es que quiere que me cuides.

-Es muy sobreprotector. Claro que sí, yo estaré ahí.

-Nos vemos en mi casa.

Cuelga.

Bueno, por hoy es suficiente.

Sonrío y me paro, intento llegar lo más rápido posible a mi casa.

Me doy un baño rápido, me pongo mi pans militar que tanto amo. Salgo de casa, mi teléfono comienza a vibrar.

Veo el identificador de llamadas, dudo en contestar al ver que eso Holly pero al final si contesto.

-¿Y...? ¿Lo has pensado?

-¿El que?

-El venir a mi casa.

-Ah, eso.

-Por favor, mi familia cree que eres mi novio.

-Ya veo, piensas usarme después de lo que hiciste.

-No, no quiero usarte.

Me callo por unos segundos pensando en qué hacer.

-Por favor, te necesito.

-No puedo Holly, saldré con unos amigos.

-Oh...

-Piensa que le dirás a tu familia si es que no quieres decirles la verdad.

Y cuelgo.

Toco la puerta de la casa de Furia bajo las escaleras y la espero dando la espalda a la puerta; de repente se me forma un nudo en la garganta y mis ojos comienzan a arder, lo que sigue es que yo intento que no salgan las lágrimas pero la tristeza es más fuerte.

-Que bueno que llegas, estaba a punto de irme y... ¿Estás bien?

Toma mi hombro y jala de el con suavidad, la veo a los ojos y me suelto a llorar. Ella no tarda en abrazarme, sus pequeño y delgados brazos me rodean sin obtener respuesta de mi parte pero no le importa y comienza a acariciar mi espalda como gesto de consuelo. Me quedo como una estatua dejando lágrimas en su hombro que no se molesta en limpiar.

Un amor complicadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora