-"Sólo tú"-B&B

-Bucle.

Segundo capítulo.

"Bucle"

[☁]

Bon observó la gigantesca residencia qué se alzaba frente a él. Tocó dos veces la puerta de madera y esperó, hasta qué una figura de estatura mediana le abrió con lo qué parecía, una espatula.
El joven frente a él llevaba un delantal color verde pastel, decorado con un lindo corazón ubicado en la parte del pecho, se veía bastante agotado. Sus cabellos en tono azabache estaban atados en una pequeña coleta y llevaba unos lentes color negro en degradé terminando turquesa.

—¿Cómo estás, Fred?

El recién nombrado sonrió con cansancio y siguió cocinando, sin siquiera voltear hacía dónde el de orbes esmeralda estaba.

—Muy bien, con Joy nos estamos turnando para cocinar y trabajar en tiempos diferentes —dirigió su mirada hacía el anillo de oro en su mano.

Bon se sintió orgulloso de su amigo, el cuál intentaba hacer las tareas del hogar solo para qué Joy pudiese cumplir su sueño de ser una reconocida cirujana.
Aún así, cada uno trabajaba en distintos días, la rubia partía hacía su consultorio desde las cinco de la mañana hasta las cuatro de la tarde, de lunes a miércoles, y por último, Fred trabajaba cómo periodista desde las ocho de la mañana y volvía a su hogar en la noche, a las nueve exactamente, todos los jueves, viernes y sábados.

—Se ve qué estás aprendiendo a cocinar mejor.

—La mágia de internet, amigo mío.

Claramente, si sólo fuesen Joy y Fred, las cosas serían menos complicadas, pero el caso era qué eran tres personas.
Se escuchó un llanto a la distancia, él de anteojos partió hacía su habitación y volvió con un bulto blanco entre las manos.
Bon observó a su ahijada, tan pequeña cómo indefensa. Esbozó una pequeña sonrisa y luego ayudó a Fred, tomándola con cuidado.

Sintió qué el mundo estaba avanzando muy rápido, tal vez demasiado, y qué él se estaba quedando atrás, en un bucle de palabras de amor, llamado Bonnie.

—Al igual qué siempre, eres el favorito de Eliza —le dijo soltando una suave risa.

Meció a la pequeña entre sus brazos, mientras Fred colocaba manteles y cubiertos, para después servir la cena en finos platos de cristal. Ahora más relajado, se acercó a Bon con brazos cruzados, mientras se quitaba el delantal y lo guardaba en un elegante cajón.
La bebé dejó de llorar en pocos segundos y retomó su sesión de sueño matutina.

—¿Te quedas a cenar? Joy volverá de la casa de Mangle en minutos.

Negó con la cabeza y devolvió el bulto a los brazos de su padre.
Se despidió con cortesía y luego salió de la casa rápidamente, adentrándose en la oscuridad nocturna.
Las estrellas parecían susurrar el nombre de su amado y comprendió qué tal vez estaría atrapado por siempre en el bucle provocado por Bonnie, cada vez qué veía su hermosa sonrisa, su preciosas facciones y su dulce aroma a lavanda.

Caminó hasta llegar a su departamento y observó cómo la baja figura de Bonnie subía por el ascensor. Al principio se sorprendió, nadie en su sano juicio, además de él mismo claro, podía llegar tan tarde a su hogar.
Sacó los lentes de sol de su bolso y se los colocó, luego de cubrir su cabello con la capucha de su abrigo color café. Bajo del ascensor y sintió un gran nerviosismo al verlo esperando en la puerta del departamento número diez.

—¿Profesor Eclair? ¿Qué necesita?

Soltó una pequeña risa y luego se acercó con paso calmado a Bon, el cuál enmudeció.

—La verdad, creo qué dejé la llave de mi departamento
dentro —señaló la puerta con uno de sus dedos, el contrario notó qué esta vez sus uñas eran de color azul —Y me preguntaba si podía quedarme contigo hasta mañana, a estás horas de la noche el encargado no está disponible. Después de todo, eres la única persona a la cuál conozco en todo el edificio.

El bucle, se repetía una y otra vez. Bon recordó el día en el cuál había dormido junto a él y esbozó una sonrisa triste.
Abrió la puerta con una llave dorada, para luego suspirar y asentir en silencio.

—Claro, pasa.

Bonnie entró al departamento cómo había hecho en su corazón, con facilidad.
—-¡Está todo muy bien decorado! —elogió con un brillo especial en los ojos.

No podía dejarlo ir, toda su vida giraba en torno a Bonnie. Cada parte, desde porqué ordenaba su hogar, esperando invitarlo alguna vez, y el hecho de vestirse correctamente todos los días solamente por sí lo encontraba en la calle.
Le agradeció cortésmente, para luego sentarse en el sofá, siendo seguido por el profesor de Artes.

—¿Hace cuánto vives aquí? —preguntó con curiosidad.

—Vivo en este departamento desde hace unos años —le entregó una taza de té, cosa qué no fue aleatoria, sabía qué le encantaba.

Se había marchado de su anterior departamento rápidamente, no soportaba ver tan silencioso su propio hogar, sin las risas ni comentarios de Bonnie.
El recién nombrado bebió un sorbo y luego observó detenidamente los lentes de sol de Bon, lo cuál solo aumentó su nerviosismo.
Bonnie dejo la taza en la mesa auxiliar frente a él y se acercó un poco más, sonriendo de oreja a oreja.
El profesor se Historia logró oler el delicado aroma qué Bonnie desprendía.

La canción qué unía sus miradas resonó en un coro de palabras indecifrables.

—¿Puedo encender el televisor?

Y así, con esa simple pregunta, inició su pequeña velada. Las horas pasaron, entre charlas y charlas, hasta llegar a las dos de la mañana, hora a la cuál ya debían dormirse.

—Yo puedo dormir en el sofá, si deseas, puedes quedarse con mi cama.

No recibió respuesta, Bonnie ya había caído dormido, apoyado en su hombro. Apagó el televisor y luego observó lentamente cómo el profesor de Artes de aferraba a su brazo derecho, mientras sus cabellos, completamente sueltos, se desparramaban por su pecho.
Cerró los ojos y luego, simplemente esperó despertar en un mundo en el cuál pudiese volver a estar junto a Bonnie.

[☁]
¡Las actualizaciones serás todos los lunes! -excepto éste lunes-Debemos seguir con la tradición(?)

¡Ojalá disfruten el capítulo!
—Sin más, ni menos.
🌷—Sun.