C A P I T U L O 2

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¡Hola tú!

He decidido subir el segundo capítulo porque ayer fue el cumpleaños de Alexandra Daddario. Sí, de nuestra querida Loureen🖤. Subí capítulo de WYAAD por ello. Sin embargo, hoy no lo hice porque no tengo nada escrito. Ups. Fallo mío, un fin de semana que pasaréis sin nuestros queridos Kyle y Lou.  A falta de ellos, tenemos a Ian y a Sam, ¿estáis de acuerdo? Yo creo que sí. Estoy segura que muchos estáis impacientes por esta novela. ¡Nos leemos!

PD: Disculpad las faltas ortográficas.
PD2: Es mi segunda novela, pero la primera con escenas sexuales así que... Espero no decepcionarlos 🙈

Besos,

Maddie.

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Conté mentalmente hasta diez.

Había llamado a Ian para encontrarnos en mi apartamento y me encontraba jodidamente nerviosa por ello. Había estado antes a solas con él, pero no en esta... situación. Suspiré mirando mi atuendo, definitivamente debía cambiarme. Estaba con un short y camisilla de tirantes, mi cabello estaba hecho un caos. No podía recibirle así. Me dirigí a mi habitación para darme una ducha rápida.

Me enrollé una toalla y salí del baño. Me acerqué al armario, miré con detenimiento toda mi ropa sin saber qué ponerme. ¿Algo casual? ¿Un poco elegante? Gemí con frustración. Brandon solía gustarle que me vistiese algo elegante, pero no sabía cómo le gustaban las chicas a Ian. Quería darle una buena impresión. El timbre sonó y solté un chillido debido a la sorpresa. Corrí en dirección a la puerta y abrí de golpe encontrándome con los ojos azules de Ian.

Me escaneó rápidamente y su mirada se perdió en las gotas que se deslizaban por mi cuello y terminaban su camino entre mis pechos, justo en el borde de la toalla que cubría mi cuerpo. Contuve la respiración ante su intensa mirada y tragué saliva.

—No te esperaba tan pronto. —murmuré haciéndome a un lado para que entrase.

—Estaba cerca. —respondió entrando y dirigiéndose al sofá. Su mirada volvió a caer en mí— ¿Estabas en la ducha o pensabas seducirme? —añadió con diversión. Sentí el calor subir hasta mis orejas.

—Estaba dándome un baño. —murmuré caminando deprisa hacia la habitación— Ya vuelvo.

Casi corrí a mi habitación mientras escuchaba la risa entre dientes de Ian. Me miré al espejo y noté que estaba sonrojada. Rayos. Busqué ropa interior de encaje —nunca se sabe qué puede pasar— y me decidí por un vestido primaveral, era de tela suave y muy cómodo. Me vestí a la prisa y volví a salir encontrándome con Ian recostado exquisitamente en mi sofá con los brazos apoyados en el respaldar. Miró mis piernas desnudas y deslizó su mirada hasta llegar a mis ojos.

—Bien, Samantha. Soy todo oídos. ¿Para qué me llamaste? —inquirió sin cambiar de posición con sus hipnotizantes ojos sobre mí.

—Quería llegar a un acuerdo contigo.

—Te escucho.

—Quiero que nos acostemos. —solté nerviosa— Ahora. Podemos ir a mi habitación—añadí. Lejos de la reacción esperada, solo enarcó una ceja.

—Dije que te ayudaría, pero será con mis condiciones. —comentó apoyando sus codos en sus rodillas y mirándome intensamente. Mi corazón latía con fuerza contra mi pecho— Voy a dejar en claro que hoy, no pasará absolutamente nada.

—Pero Ian, quiero que- —levantó su mano por lo que cerré la boca.

—Será mañana, Samantha. En la tarde saldremos a algún lugar, la pasaremos bien y luego... que pase lo que tenga que pasar. —explicó con sus labios en una fina línea. No parecía muy a gusto.

Dulce Venganza ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora