C A P I T U L O 18

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¡Hola tú! 

Os traigo otro capítulo, corto pero efectivo. Espero que les guste tanto como a mí me gustó escribirlo. Estamos ya muy cerca de la fase final. Nos leemos.
PD: Disculpad las faltas ortográficas.
PD2: La frase citada del libro es de "Si pudiera decirte" de W. H. Auden.
PD3: ¡Ya podéis seguirme o mandarme una solicitud de amistad en Facebook! Me encontraréis como Maddie de Luque, no será difícil encontrarme ya que tengo de portada mis novelas. Y si no me encontráis, el link está en mi perfil.

Besos,

Maddie.


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Aún me encontraba alucinando viendo con fijeza el charco bajo los pies de Avery. Cuando volví en mí, me acerqué a paso rápido hacia la puerta buscando ayuda. Avy se sostuvo de la piecera de la camilla mientras tomaba profundas respiraciones.

Caleb pareció salir de su ensoñación y se apresuró a bajar de la camilla con paso torpe. Se acercó a Avery para ayudarla a sostenerse mientras que ella no tardó en aferrarse a sus antebrazos. A pesar del dolor por las contracciones, Avery no dejaba de ver a Caleb como si de un dios máximo del Olimpo se tratase.

—Caleb...

—Calla, no es el momento. —le interrumpió Caleb. Avery soltó un gemido de dolor y encajó sus uñas en sus antebrazos provocando que este hiciera una mueca.

Miré con nerviosismo hacia afuera, pero ningún enfermero o doctor se dignaba en cruzar por el pasillo. Agarré mi móvil y con manos temblorosas busqué entre mis contactos a Michael.

—Por favor, déjame explicarte. —comentó Avery, su tono cada vez se hacía más bajo por el sufrimiento y Caleb frunció el ceño intentando entenderla.

—Lo harás luego, no es el momento. —repitió. Avery frunció sus labios y pronto sus ojos se cristalizaron, no sabía si era debido a las fuertes contracciones o el esperar tanto tiempo por él, parecía decidida a explicarle todo en el peor de los momentos.

—Quiero hacerlo, yo... —se interrumpió a sí misma con un gemido, tomó una profunda respiración y añadió: —Fui una completa estúpida, idiota, tonta, imbécil...

—Ya lo sabía, siempre lo has sido. —interrumpió Caleb con una mirada y sonrisilla de burla, aquello hizo que Avery esbozara una leve sonrisa— Así que, ¿Decías?

—Bien, yo... Lamento haberte echado de esa manera, no reaccioné de la manera que debía ante tu... ante tu.. —gimió, se encorvó ligeramente mientras Caleb la sujetaba con firmeza. Miré desesperada el móvil sin tener respuesta de Michael— ante tu declaración.

—Está bien, Avery. Entiendo.

—No, no entiendes nada. —bramó. Caleb elevó sus cejas ante su tono imperioso— Primero me mentí a mí misma durante todo este tiempo que tuvimos esa relación de amigos con derechos. Sí, al principio fue algo superficial, pero luego comencé a conocerte. Empezó a gustarme demasiado descubrir quién eras, tanto que al final terminé cayendo a un maldito pozo del que no pude salir.

Caleb pareció ir atando cabos en su mente y su ceño se frunció ligeramente. Dejó escapar un poco de aire entreabriendo los labios al mismo tiempo que abría sus ojos de forma desorbitada al comprender su extraña declaración. Avery sonrió de manera temblorosa mientras cerraba sus ojos con fuerza soltando otro gemido de dolor.

—¿Entonces...? —inquirió. Aparté la vista sintiendo que, a pesar de estar allí, debían tener algo de privacidad.

—Te amo.

Dulce Venganza ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora