C A P I T U L O 12

2.2K 174 9
                                    

¡Hola tú!

Os traigo otro capítulo, espero que os guste. La cosa empieza a ponerse buena, ¿eh? Gracias por vuestros votos y comentarios. 

PD: Disculpad las faltas ortográficas.
P2: Al igual que en el capítulo anterior, Wattpad me odia por lo que me fastidia con los guiones cortos y las frases sin sentido. Por favor, avisadme si veis una para arreglarla.


Besos,

Maddie.


-----------------------------------------


┌ IAN ┐

Maldije mi suerte mientras bajaba las escaleras a toda prisa. En cuanto regresé del viaje y dejé a Itiel en casa, renuncié a mis dos días restantes de vacaciones ya que no los necesitaba ahora que di por terminada mi aventura con Sam, pero el coronel Williams se mostró inflexible en aceptarme de nuevo en el trabajo, incluso me dio un día extra.

«¿Cuántos turnes dobles has tomado en el último año? Sé un buen chico y descansa, te hace falta.» esas fueron las palabras con las que Williams justificó su decisión, y estuve a punto de agarrarlo por el cuello. Si tanto creía conocerme, ¿Por qué no era capaz de entender que lo que en verdad necesitaba era mantenerme ocupado y no estar encerrado en mi casa pensando en ella o soportando a Itiel? Por lo visto, mi intención de volverme un miembro indispensable había sido un fracaso o de lo contrario me hubiesen aceptado de regreso sin problemas.

Resignado a lo inevitable me encaminé a los vestidores para llevarme la ropa sucia que tenía guardada —que olvidé por completo— en mi casillero. Lavar mi ropa sucia era algo completamente diferente a lo que pensé que haría en estos días, pero algo era mejor que nada. Además, tendría a Itiel en casa así que sería bastante fácil distraerme. Estaba a unos pasos de los vestidores cuando percibí con facilidad los gritos ahogados que salían del lugar. Curioso por lo que estuviera pasando me apresuré a entrar para encontrarme con un escenario un tanto surrealista.

Un grupo de veinte compañeros estaban en círculo alentando con gritos de «Pelea, pelea», como si estuvieran en la preparatoria, a dos individuos que forcejeaban en el suelo. Me acerqué para ver mejor a quiénes eran los implicados y mi quijada casi se dislocó de la impresión al reconocer nada más ni nada menos que a Caleb sobre un chico del área de investigación. Me enojé porque mi amigo se hubiese convertido en el centro de un espectáculo que nadie parecía tener intenciones de parar, por lo que me abrí paso para llegar hasta ellos y tomando a Caleb por el cuello de la camiseta los separé. Al principio Caleb forcejeó por verse separado del pobre chico al que dejó sangrando, pero lo estrellé contra los casilleros atrayendo su atención.

—Ian, déjame. —murmuró mirando hacia el chico que estaba en el suelo con odio.

—¿Qué demonios está pasando? —cuestioné alternando mi mirada entre él y el chico.

—Es muy problemático para mí explicártelo porque no sé la razón. —respondió el chico levantándose y limpiando la sangre de su boca con el dorso de su mano— Me atacó de sorpresa.

—Joder. —maldecí con frustración.

Caleb miraba al sujeto fijamente, con aquella expresión neutral pero mirada amenazante que tanto crispaba mis nervios por algunos momentos. Era difícil de entender, siendo él tan tranquilo, que hubiese atacado tan cabreado a un compañero sin ninguna razón. Pensaba interrogarlo al respecto, pero no lo haría delante de una bola de curiosos que parecían haber olvidado en qué trabajaban. Lo sujeté por la playera y lo jalé por el pasillo hasta la sala de descanso de los comandantes. No teníamos autorización para entrar ahí, pero realmente me importaba un pepino. Lo aventé contra una silla y me paré frente a él con los brazos cruzados.

Dulce Venganza ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora