🌼 11.

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Me despierto algo desubicada. Supongo que es normal, porque ayer fue un día un poco insólito. Me vienen las imágenes de la noche anterior y una sensación muy rara se apodera de mi cuerpo. Miriam ya no está a mi lado, pero no me cuesta imaginarme su cuerpo pegado al mío y su voz hablándome a oscuras. Madre mía, si es que casi lo hicimos.

Hace un calor que contrasta con el frío de anoche. Escucho voces fuera de la tienda, y cuando me giro veo a Mireya, que se acaba de vestir y se dispone a salir.

—Buenos días —me saluda sonriente.

—Buenos días, Mireya —le correspondo la sonrisa mientras me froto los ojos.

No tardo en ponerme unos shorts y una camiseta y salir fuera. Me imagino que serán las doce del mediodía, pero parece que hace poco que los demás se han despertado. 

Están en círculo, como ya es costumbre, desayunando las magdalenas y las pastas varias de dudosa contribución a nuestra salud, que cogimos del campamento. Lo primero que buscan mis ojos es a Miriam, y la sensación que siento cuando me mira y me sonríe, es de alivio total. Casi no me puedo creer que me sonría; esperaba que me ignorara, la verdad.

—Buenos días, dormilona —me saluda Roi, haciéndome hueco entre él y Alfred. Yo le remuevo el pelo y le doy un beso en la mejilla antes de sentarme en el suelo. Luego me giro hacia el otro chico.

—¿Qué, tú? ¿Te encuentras bien? —le pregunto, en referencia a su estado del día anterior.

—Pues sí, pensaba que estaría peor. Será el aire de montaña que alivia la resaca —se ríe. Luego me mira con cariño —Gracias Ana, me han dicho que tú y Roi me llevasteis a la tienda.

Yo asiento.

—Menuda la que llevábamos encima ayer —se ríe Raoul, antes de morder el bocata improvisado que se ha hecho con un croissant.

—Sobretodo Miriam, eh... —dice Agoney, dándole con el codo en el costado a la leona.

Ella se atraganta y empieza a toser.

—Imbécil —le dice riendo, cuando se recupera. Entonces me mira y me dedica una sonrisa tímida. Real que no me creo lo que estoy viviendo. La leona me mira con timidez, a mí; me sonríe, a mí. Yo le sonrío de vuelta y aparto la mirada. Se me hace un nudo en el estómago, y me cuesta un montón comerme las dos magdalenas que me he cogido.

—Sé que tenemos que componer, pero es que yo no tendré la mente clara hasta bien entrada la tarde —dice Alfred, entre sorbo y sorbo de agua.

Raoul, Agoney, y Miriam, asienten.

—Bueno, podemos volver al río hasta la hora de comer. Luego siestecita, y cuando nos levantemos, componemos —propone Mireya; y a todos nos parece bien.

No tardamos en recoger los restos del desayuno y cambiarnos para ir al río. Primero dejo que Miriam y Mireya entren a cambiarse. No creo que esté preparada para ver a Miriam desnuda otra vez. Además, quiero hablar con Roi sobre lo ocurrido ayer.

Una vez más, Roi alucina con mis explicaciones.

—La actitud de Miriam me desconcierta tanto —dice él.

—Pues a mí, no veas... y encima ahora ni me esquiva ni me ignora, me ha sonreído cuando he llegado a desayunar, y no sé. Ay... —no me doy cuenta y estoy sonriendo tontamente.

—Madre mía Anita, como estamos ¿eh?

Me río.

—Creo que, de todas formas, se avecina otra conversación entre las dos.

Aprendiendo a amar 🌼 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora