🌼 24.

3.8K 229 97
                                    

Dicen que lo mejor de los enfados es el sexo de reconciliación, y doy fe de ello. Prácticamente no hemos dormido y casi nos pillan Aitana y Amaia, pero ha valido la pena.

La alarma suena y Miriam protesta.

—Uy, leona. ¿Te estás quejando? Si a ti te encanta madrugar —le digo al oído.

Ella se ríe un poco, aun con los ojos cerrados. Luego los abre y me da la espalda, así que aprovecho a abrazarla por detrás. Cierro los ojos yo esta vez, y cuando me doy cuenta de que esta noche ya dormimos en nuestras casas, tengo que reprimir ese pensamiento para no montar un mini drama allí mismo.

De eso ya se encargan Aitana y Amaia, que saltan de sus literas prácticamente a la vez y se tiran encima de mi cama, abrazándonos por encima de la sábana en modo koala.

—Buah, buah; es que no me lo creo. Que ya nos vamos. Os voy a echar de menos un montón, jo —protesta Amaia.

—Niñas que vais a romper la cama —se queja Miriam.

—¡No quiero irme de aquí! Hay que hacer un grupo de WhatsApp de las cuatro, por favor. Y mandarnos fotos y decirnos cosas cada día.

—Amaia me estás aplastando la pierna —sigue la leona; y yo me río, porque ellas van a lo suyo.

—Ay, Ana. Quiero que me des las buenas noches todos los días, aunque sea por audio.

—Claro bonita —sonrío yo, y me separo de Miriam para abrazar a Amaia.

Después de hacerle jurar a Miriam que no se va a salir del grupo de WhatsApp en cuanto la metan allí, nos levantamos las cuatro como la bonita y complicada familia disfuncional que somos; formado por un matrimonio inestable y dos hijas que están como cabras.

Mientras Miriam se lava la cara, entro en el baño y la abrazo por detrás, apoyando mi cabeza en su espalda.

—No quiero que esto acabe.

—No acaba, Ana. De hecho, no me pienso despedir de ti.

—¿Qué? —digo, levantando la cabeza y mirando a Miriam a través del espejo.

—Que yo no quiero despedidas ni cosas de estas, de verdad. Que no.

—Miriam, como no te despidas bien de mi te juro que...

—¿Que qué? —dice Miriam, girándose y riendo. —Que es broma, canaria. ¿Cómo no me iba a despedir de ti?

Me besa y yo, que soy una blanda, ya me noto los sentimientos a flor de piel. Hoy será un día duro si tengo que ensayar la canción que encima cambié para pedirle perdón.

—¿Estás a punto de llorar? —me dice Miriam, observándome con atención cuando nuestros labios se separan.

—No —digo rápidamente, girando la cara.

—¡Ana! —Miriam se ríe y me abraza fuerte. —Que no llores, ¿eh? Que lo que he dicho antes tiene una parte de verdad: esto no acaba. Nos veremos en Madrid, en unas semanas.

La miro y asiento.

—Aun así...

—Va, vístete, que hay que ir a desayunar y luego nos espera una maravillosa mañana de ensayos.

Le hago caso a Miriam y salgo del baño para quitarme el pijama y ponerme la ropa. Todos nos ponemos la camiseta lila de los primeros días, porque nos vamos a hacer una foto de grupo después del desayuno.


🌼🌼🌼


Después de la hora de comer, los familiares empiezan a llegar. Es bonito ver como mis compañeros se encuentran con sus familias. La verdad es que no me importa que mis padres no estén allí. Suficiente han hecho con mandarme aquí contra mi propia voluntad; sin esa decisión hoy aún estaría comiéndome la cabeza por culpa de Jadel y nunca habría conocido a Roi, ni a Miriam y sus amigos, que ahora también son los míos; ni a las niñas, ni a Alfred.

Aprendiendo a amar 🌼 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora