🌼 17.

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Mimi separa sus labios de los míos lentamente.

—Eres preciosa —me susurra. Yo me muerdo el labio inferior y le sonrío tímidamente.

No soy tonta.

Sé que Mimi es siete años mayor que yo. Sé que en breves será una estrella reconocida, que puede tener al chico o a la chica que quiera; que gusta, que es guapa, y que lo sabe.

Sé que no soy la primera a la que le come la oreja con sus palabras, a la que, con cuatro palabras y un par de sonrisas, ya tiene a sus pies.

Pero también sé que me encanta que me diga esas cosas, que me haga sentir especial. Y me jode mucho que a pesar de todo eso, Miriam siga siento la protagonista en mis pensamientos.

Vuelve a juntar sus labios con los míos, besándome con un poco más de intensidad que antes. Yo pongo mis manos detrás de su cabeza, e intento nuevamente quitarme la imagen de la leona de la cabeza.

Pero no puedo.

—¿Estás bien? —me pregunta Mimi, porque me separo del beso antes de lo que ella esperaba.

—Lo siento, Mimi —ahora mismo me siento muy estúpida. Estoy a punto de rechazar a alguien como... como ella, joder. Que ya es bastante.

La rubia ladea la cabeza y me mira pensativa. Por lo menos, no parece molesta.

—¿Es por la otra chica?

Asiento mirando al suelo.

Ella se aparta, y apoya su espalda a la pared, a mi lado.

—Ya veo. Entonces creo que sí que le molestaría saber que te he besado, ¿no? —me guiña un ojo.

Asiento, y se me escapa una risita.

—Mimi, eres... eres espectacular. Y me jode mucho tener que decir que no... a esto —digo, señalando su cuerpo con mi cabeza. Ella se echa a reír.

—Anita, no hace falta que digas nada. Lo entiendo —me pone una mano encima del hombro y me sonríe. 

—Creo que me voy a quedar un rato aquí —necesito estar a solas un segundo, recomponerme, y pensar.

—De acuerdo. Yo voy a entrar. No creo que tardemos en irnos, mañana Cepeda tiene trabajo y nos ha traído en su coche, así que —se encoge de hombros.

Yo asiento. Ella se acerca de nuevo y me da un abrazo, que yo correspondo.

—Sea lo que sea lo que os pasa, seguro que se soluciona —me dice en el oído. 

Luego me deja un beso peligrosamente cerca de los labios, y se va hacia dentro de la cabaña; de nuevo sonriendo.

Cuando la rubia desparece de mi campo de visión, respiro profundo. Bueno. Hoy de verdad que no doy para más.

—¡Ana! —no llevo ni dos minutos en silencio cuando la voz de Mireya me sobresalta. —Te he estado buscando.

Me cruzo de brazos. Parece que sí que voy a tener que dar para más.

—¿Ah sí? ¿Para qué? ¿Para seguir riéndote de mí?

—Ana, no. Escúchame, de verdad. No pretendíamos que todo esto pasara. No queríamos esconderte nada.

—Ya —digo, girando la cabeza.

—Ana, oye. Miriam te necesita.

Al escuchar su nombre, mis brazos caen a mis costados y miro a la malagueña de nuevo, con atención esta vez.

—Se ha emborrachado, y hemos tenido que sacarla antes de que Noe o los profes la vieran en ese estado.

—N-no me incumbe —me muero de ganas de ir a ver si la leona está bien, pero me tengo que hacer la dura. —¿Por qué dices que me necesita?

Aprendiendo a amar 🌼 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora