🌼 14.

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Me despierto porque, para variar, Aitana y Amaia están hablando en un volumen bastante alto. Lo agradezco, porque con eso de los truenos, la conversación con Miriam, y lo de dormir juntas, ayer ni me acordé de poner la alarma.

Sin embargo, Miriam ya no está pegada a mí, ni siquiera está en mi cama, y eso ya me jode bastante; solo me faltaría llegar tarde a las clases, encima. He pasado dos días en la gloria absoluta, y ahora toca volver a la realidad.

Por lo menos, el día está soleado y parece imposible que ayer cayera la que cayó.

Miro instintivamente hacia la cama de la leona, pero evidentemente está vacía e intacta, porque hoy ha dormido en la mía. Si no ha vuelto a la suya ¿dónde se habrá metido entonces?

—Por lo menos no tenemos Magali ni baile —dice Aitana, abriendo la puerta para leer el horario del día de hoy. La cabaña se inunda de luz y me remuevo en la cama.

—¿No? —Amaia, que, para variar, está sentada en la cama de Miriam, cambia la cara radicalmente. —¿Enserio? Buah, qué bien, tía.

—¿A qué se debe eso? —pregunto yo, incorporándome.

—Uy, buenos días, Ana —dice Aitana.

—Ay, Ana. ¿Te hemos despertado?

Me encojo de hombros.

—Sí, pero está bien. ¿Por qué no tenemos deporte hoy?

—Vienen tres ex-alumnos del campamento, a darnos una charla sobre la industria musical y su experiencia en ella —responde Aitana.

Pues mira, qué suerte. Porque ahora mismo no tengo ganas de correr por el bosque, ni de bailar, ni de nada.

—¿Dónde... dónde está Miriam? —me atrevo a preguntar, aunque sé que no debería.

—Se ha ido a nadar —responde Amaia. —Bastante temprano.

—¿Quién se levanta temprano para hacer deporte incluso el día en que no lo hay?

—Es Miriam —se ríe Aitana.

—Bueno niñas, habrá que vestirse e ir a desayunar, pues.

—¿Por qué habéis dormido juntas? —pregunta Amaia, así, sin anestesia ni nada.

Era obvio que nos iban a ver cuándo llegaran por la noche.

—¿Estáis juntas? —se interesa Aitana.

—Bueno... tuvimos un acercamiento —explico, intentando sonar natural, mientras salgo de la cama y camino hacia el armario. —Pero se acabó —suspiro, sabiendo que las he dejado más confundidas de lo que ya estaban.


🌼🌼🌼


Durante el desayuno, nos sentamos en nuestras posiciones de siempre. Noe nos repite el plan para el día, porque, aunque lo tengamos colgado en la puerta, pocas veces le hacemos caso. Luego dice que, en quince minutos, nos quiere en la cabaña dónde hacemos las clases de baile, para atender la charla de los tres ex-alumnos del campamento, que, al parecer, pasarán todo el día con nosotros. También se quedaran por la noche, momento en el que, al parecer, tendremos una pequeña fiesta.

Busco la mirada de la leona, pero ni siquiera levanta la cabeza de sus cereales. Me siento mal porque sé que esto tampoco es lo que quiere. A mí tampoco me entra la comida, y me siento estúpida por haber cogido tanto cariño a alguien con tanta rapidez, y que me esté afectando ahora mismo.

—Disculpadme —les digo a Roi y Alfred, que hablan animadamente entre ellos.

—Ana, ¿dónde vas? —pregunta Roi, preocupado.

Aprendiendo a amar 🌼 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora