🌼 22.

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Sábado. Nos vamos mañana por la tarde, y de momento Miriam sigue ignorándome. Se me hace increíblemente raro dormir sola en mi cama y verla a ella sola en la suya. Es algo antinatural. Yo sé que estamos hechas para dormir juntas.

También se me hace raro que no me toque el culo cada vez que me adelanta cuando corremos con Magali, o que no me lance miraditas durante el desayuno.

Sé que le mentí, y sé que besé a Mimi intentando olvidarme de la leona, pero ella también me estuvo mintiendo a mí y yo la perdoné enseguida. Ya me esperaba que Miriam sería un hueso duro de roer, pero también se supone que, cuando quieres a alguien, perdonas más rápido. Aunque supongo que eso solo lo hacemos las personas como yo.

Entro en las duchas después del desayuno, y casi suspiro en recordar la escenita que montamos la leona y yo allí. Aunque en ese momento me dejó una mala sensación por las palabras que me dijo al final, por lo menos la tuve cerca, aunque estuviésemos peleadas.

Escucho un ruido a mi derecha y por un momento el corazón se me desboca pensando que tal vez sea Miriam; pero se trata de Mireya, que sale envuelta en una toalla.

—Mireya —le digo, poniéndome en el centro del pasillo para que no pueda irse. —¿Podemos hablar?

Ella pone mala cara, pero luego asiente con la cabeza. Decido soltarlo todo de golpe, sin más rodeos.

—Quiero que sepas que no te mentí a ti directamente, lo hice para proteger a la leona. No quería pasar los últimos días del campamento así de mal con ella... aunque al final ha acabado pasando —estoy muy sensible con todo esto, porque se me rompe la voz y la dureza desaparece del rostro de Mireya, que se me acerca y me da un abrazo.

—Ya lo sé, Ana. Tranquila. No te diré que no me molestó saber que me habías mentido a la cara y que también habías mentido a mi mejor amiga, pero puedo entender tus razones.

Dentro del abrazo de Mireya, empiezo a llorar.

—No quiero que se vaya odiándome —le digo.

—Miriam no te odia, pero ponte en su situación. Ha salido de una relación larga y estable en la que nunca se han fallado, y lo vuestro es un poco como una montaña rusa. Tiene dudas, y este tipo de mentiras nunca ayudan, amiga.

Mireya tiene toda la razón.

—¿Me perdonas, Mireya? —le pregunto, deshaciéndome de su abrazo y mirándola a los ojos.

—Sí Ana, como no te iba a perdonar —sonríe, y luego añade. —Espero que tengas un plan B para que Miriam te perdone.

—Creo que tengo como darle la media vuelta a la situación, pero no podré hacerlo hasta mañana por la tarde.

Mireya me sonríe, creo que ya se imagina lo que quiero hacer.

🌼🌼🌼

—¿Tan mal me veis, que me regaláis Tigretones para que me anime? —escucho la voz de Miriam mientras me acerco a la cabaña, así que no entro.

—No son nuestros —dice Aitana, disimulando.

—¿Amaia? —pregunta Miriam. —¿Es eso tuyo?

Se escucha un "no" muy bajito, supongo que Amaia está dentro del baño.

—Creo que lo ha dejado Ana para ti —dice Aitana.

—Vaya... —dice Miriam, después de un breve silencio.

—Miriam, ya sé que no soy tan mayor ni doy tan buenos consejos como los de tu grupito, pero yo creo que quieres mucho a Ana y que Ana te quiere mucho a ti. ¿Por qué no hacéis ya las paces?

Aprendiendo a amar 🌼 || WARIAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora