Irracionalmente I

12.8K 1.7K 360
                                    

Jimin estaba apretando tan fuerte la cerámica del lavamanos que no le habría sorprendido escuchar sus propios huesos crujir.

No podía dejar de hacerlo. No podía dejar de mirar, tampoco. 

La causa del repentino enojo estaba justo allí, parado frente al cristal, devolviéndole la mirada.

El cabello rubio revuelto, los ojos un poco hinchados, el pecho desnudo aún rojizo por el roce de las sábanas y unas marcas moradas con forma de dedos alrededor de su cuello.

Se notaba demasiado. Era claramente una mano, envuelta alrededor de su blanca piel, apretando con fuerza. Y la nula resistencia de Jimin estaba allí también. Sus ganas de ser azotado contra la pared, de apretar los dientes, de llorar...

—Mierda —Sus ojos bajaron lentamente por el reflejo de su propio cuerpo trabajado, delgado pero tonificado, hasta su entrepierna.

¿Por qué el evocar los recuerdos del suceso para nada sexual le calentaba tanto?

Ni siquiera le había sucedido la vez que lo intentó de verdad con un chico. De hecho, había sido de todo menos una experiencia memorable, y eso que ni siquiera había sido él quien debía recibir.

Desde entonces, imaginar a alguien follándole por el culo no le era agradable casi en ninguna situación. De hecho, ni siquiera podía acostumbrarse a hacérselo a sí mismo. El toque le resultaba incómodo, doloroso y varias veces se había preguntado si acaso poseía una próstata la cual estimular.

Suspiró, volviendo a su habitación y tomó su celular. Abrió el servicio de mensajería y le tomó una foto a su erección.

08:22
Soñé contigo.

Eso debería bastar.

No le había contestado a Margarethe el día anterior, luego de que le había ido a dejar a la escuela, porque no podía pensar con claridad. No quería agobiarla tampoco.

Era una chica buena.

Un poco adicta a su polla, pero buena.

La había conocido hace un par de meses en una fiesta del club de fútbol de la Universidad de Seúl a la cual fue invitado porque todos allí lo querían en el equipo cuando se graduara. La chica extranjera le pareció curiosa —al igual que todas las extranjeras— al comienzo, porque era sumamente dulce. No se lanzó encima de Jimin a comerle la boca cuando tuvo la oportunidad. De alguna manera, rompió ese esquema que ya bien conocía de las occidentales queriendo follar a un chico asiático que tuviera cara bonita.

Jimin no perdió el tiempo. Le invitó a salir al día siguiente y así sucedió. Las sorpresas comenzaron a llegar cuando ella fue a buscarle en su coche, un deportivo amarillo brillante de marca italiana.

Era hija de un diseñador de modas muy reconocido que estaba viviendo un tiempo en Corea debido a un nuevo mercado. Tenía un apellido importante, dinero y era guapa. No despampanante como su hermana JiMin, con sus caderas anchas y pecho firme, pero lo suficiente para resaltar entre las coreanas.

Llevaban alrededor de un mes saliendo —y follando— porque no había dudas de que esa chica escondía un hambre sexual que pasaba casi desapercibido. Y parecía satisfecha con Jimin por el momento, lo cual le favorecía a él, por supuesto.

Quería presentarla a su padre a lo que ellos volvieran del viaje. Quizás así callaría su boca que no hacía más que recriminarle que nunca tenía relaciones duraderas y eso hacía quedar mal a la familia Park.

08:24
Ja. Ja. Ja.
Lindo gatito... Crees que voy a olvidar mis mensajes leídos sólo con una foto de tu pene?

Bueno... Quizás Jimin la había subestimado.

08:25
Estuve ocupado, bebé.
El Instituto me tiene las bolas hinchadas.

08:26
Y eso es mi culpa porque...

08:27
Olvídalo. Ven a mi apartamento hoy a la tarde. Tengo algo para ti.

08:28
¿Me gané una sorpresa? 😱🤔

08:28
No.
Voy a castigarte.
Ah, y no puedes quedarte hoy a la noche. Viene mi papá.
Te quiero! 😘😉

Jimin tragó en seco. Ahora tenía dos grandes problemas.

Tenía que evitar que su novia le colgara del techo, y además, lograr una explicación para los cardenales en su cuello.

Suspiró.

—Este será un día interesante.

Mala Conducta |KOOKMIN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora