Verdades I

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—No creí que de verdad fueras a hacerlo.

Jimin miró hacia el frente, hundiéndose poco a poco en el agua templada.

— ¿Qué esperabas, entonces?

La chica sacó los brazos por fuera de la piscina y apoyó la nuca en el borde, mirando hacia el cielo despejado. Con el cabello mojado y peinado hacia atrás, parecía una especie de mujer gángster de Hollywood.

—Cualquier cosa menos que te lo follaras —Ji entrecerró los ojos y le miró molesta— Descubrir tu propia sexualidad no necesariamente conlleva ponerle los cuernos a tu novia.

— ¿Entonces es por Margo? —Jimin suspiró, metiendo su cabeza en el agua hasta que sólo sus ojos quedaron visibles. El vapor del agua caliente le sentaba muy bien, y sin dudas deseaba aprovechar el día de aguas termales, pese a que se llevara una regañada por parte de su hermanastra.

—Claro que es por Margo —Ella frunció el ceño— No sé si lo sabes, pero estar en una relación monógama implica que no puedes ir por allí y follarte a cualquiera. Entiendo que ustedes no tienen una relación romántica habitual, pero estoy segura que habían dicho que serían exclusivos.

Jimin guardó silencio.

—Le estás mintiendo —Ella continuó— ¿No te sienta siquiera un poco de mal? Sé que ustedes no se aman, pero existe una confianza allí y la estás rompiendo.

—Estoy seguro que ella también sale con otros tipos —Levantó la cabeza— Sabes que no somos como tú y Taemin.

—Lo sé, y por eso estoy tratando de comprender —Ji le dedicó una mirada preocupada— ¿Por qué es tan difícil hablar entonces sobre la exclusividad? ¿Por qué no le propones salir con otra gente?

Jimin suspiró.

—No estoy hecho para las discusiones, Ji. Y sé que si comienzo esa conversación, voy a tener que hacerlo.

—Entonces planeas seguir mintiéndole.

—Prefiero pedir perdón que permiso.

Ella negó con la cabeza.

—Eres detestable.

—Quizás —Jimin asintió— O simplemente no estoy hecho para esto.

—No, no es eso. Lo que pasa es que eres un...

La morena se vio interrumpida debido a la puerta corrediza frente a ellos que se abría. La madre de Ji sonrió, señaló su traje de baño de una pieza y se dio una vuelta frente a ellos.

— ¿Qué tal me veo?

—Preciosa, mamman.

Jimin asintió.

—Igualmente no sé cómo planeas esconder todos tus moretones y marcas —Ji le susurró en el oído, antes de acercarse nadando hacia donde estaba su madre— Se te notan a kilómetros, perro infiel.

La chica no mentía.

Si Jimin creyó haberse sentido demolido después de despertar junto a Jungkook un par de horas después de su encuentro, verse al espejo la mañana siguiente a aquello había sido apoteósico. Apenas había conseguido moverse fuera de la cama para ponerse el uniforme y conducir hasta las prácticas del fin de semana en la tarde.

— ¡Jimin! —Aimee llamó, haciéndole una seña para que se acercara.

El rubio nadó hacia ambas, poniendo una sonrisa amable en su rostro.

Era el día de las madres... No podía ponerse a pelear con su hermanastra en el spa reservado sólo para ellos tres. Así que se comportó como un chico cariñoso, preocupado y detallista, en orden de satisfacer a Aimee y no meterse en problemas con Ji. La chica le echaba miradas de reojo de vez en cuando, sin poder evitar fruncir el ceño al hacer contacto visual, pero también procuraba no darle un mal momento a su madre. Aún así, lo estaba pasando bien y no lo odiaba en absoluto.

Ambos entendían bastante bien el juego.

Cuando se levantaron de la piscina y se dirigieron a la sala de masajes corporales, Jimin entró solo al vestuario de hombres. Había un espejo grande en la pared contraria, donde encontró sus propios ojos rasgados devolviéndole la mirada, confundido.

La dinámica entre ellos tres era de una familia tan natural, que a veces se olvidaba que realmente no tenían un vínculo de sangre. Ji y Aimee eran copias casi idénticas, donde se podía adivinar cuál sería el rostro que la joven tendría avanzados algunos años. No era de extrañar que tuvieran los mismos gestos, que inclinaran la cabeza hacia el mismo lado cuando estaban confundidas, o que odiaran el café con azúcar. Habían vivido juntas toda su vida, y él no se parecía demasiado a ninguna de ellas.

Él tenía toda la maldita cara de su propia madre.

Jimin no la recordaba demasiado, pero su rostro había quedado grabado a fuego en su memoria. Pese a que llevaba años sin siquiera ver una foto suya, a veces, cuando realmente se ponía a pensar en ello, era capaz de verla en el reflejo del agua y en los espejos.

Molesto.

Tenía poco claros los recuerdos de su infancia o temprana adolescencia, y sólo intentar descifrar algunas cosas le traía un malestar físico impresionante. Casi todo lo recordaba como si tuviese los ojos nublados, estuviera flotando y las cosas no tuvieran forma definida. Muchas veces, ni siquiera podía distinguir qué había sido real y qué había sido una interpretación posterior por parte de algún especialista. Sólo se quedaban... las sensaciones. Dolor. Paranoia. Absoluto terror... asco.  

Su madre golpeándole, gritándole. Recriminándole que su existencia había sido la piedra en su zapato. Y luego, sentía su piel. Caliente, enorme, demasiado. Ganas de querer salir corriendo, marcas de dedos en sus antebrazos. Ella abrazándolo entre lágrimas, el aroma enfermizo del licor metiéndose de manera brusca en su nariz. Susurros... Se parecía tanto a su padre. Ella amaba a su padre. Ella no iba a dejar que los separaran.

Ella jamás iba a permitir que los separaran.

— ¡¿Jimin?! —Un golpe en su brazo le hizo percatarse de la luz, la música relajante del ambiente, y el rostro preocupado frente a él— ¿Te sientes bien? Estás pálido.

—Ah, sí... —No, no estaba bien.  En algún momento había logrado ponerse la bata y caminar hasta el estudio, y no lo recordaba. Se había perdido en sus recuerdos otra vez— Necesito un poco de aire. Adelántense, voy al baño y vuelvo.

Los ojos verdes se torcieron en un gesto de inquietud.

—Va, Ji. Estoy bien, sólo fue el cambio de temperatura.

—Está bien —Ella se afirmó la bata, apretándola sobre su cintura con una expresión contrariada, y luego caminó hasta él para sujetarle la mano— Está bien. Te quiero mucho, hermano. Te queremos mucho...

La chica se acercó, abrazándolo con cuidado. El pecho de Jimin dejó de estar tan frío.

—Yo también, bonita, yo también —Susurró, con la mejilla pegada en el cabello húmedo de Ji.

Aguantó el resto del día de forma decente, casi preocupante, teniendo en cuenta lo que había sucedido ahí. Sin embargo, cuando llegó el momento de ir a dormir y tuvo que ver su reflejo mientras se lavaba los dientes, no pudo hacer más que agacharse frente al retrete y devolver la cena.

Asco.

————

Pido disculpas si alguien llegó a recordar cosas desagradables, y que no quería recordar. Sin embargo, he de decir que vamos a superarlo. No nos va a ganar el recuerdo. Lo sé muy bien.

Les quiero mucho. Cuídense, y cuiden a los suyos.

Abbyss.




Mala Conducta |KOOKMIN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora