Irracionalmente III

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Jimin despertó con un evidente malestar en el cuerpo. Tenía las piernas acalambradas, no podía estirar los brazos y el cuello apenas le permitía mirar hacia los lados. Sentía como si un auto le hubiese pasado por encima.

Se levantó de la cama y fue directo al baño. Tenía suerte de que fuera sábado, puesto que las marcas de su cuello estaban todavía peor hoy. Evitó mirar su reflejo y se lavó los dientes, el rostro y se peinó el cabello rubio hacia atrás con agua.

Hacía calor. Demasiado calor para ser de mañana, así que se quitó la camiseta holgada con la que dormía y se dió un par de vueltas alrededor de la habitación en ropa interior, buscando su celular.

Cuando lo encontró resopló molesto. Estaba muerto. Lo dejó cargando y salió en camino hacia la cocina, bostezando y elongando los brazos.

No pensó que el castigo le dolería tanto. Su cuerpo era de un jugador profesional, era capaz de darse duchas con hielo y aguantar corriendo durante horas. Pero haber estado arrodillado mirando el suelo y con los brazos atrás de la nuca durante tres horas había sido demasiado.

Ahora que lo pensaba fríamente, la noche anterior había sido de locos. Trató de no ruborizarse de sólo recordarlo.

Margarethe le había tratado como un auténtico sumiso mientras estaba vestido. Le había hecho arrodillarse, llamarle "señora" y hasta habían establecido una palabra de seguridad, pese a que sólo estaban jugando con los roles. El verdadero problema había surgido cuando le quitó la camisa y le vió los hematomas. Jimin se excusó rápidamente alegando que se había metido en una pelea y ella sólo pudo respirar frustrada antes de darse la media vuelta y buscar algo entre sus cajones.

—Yo realmente había comprado esto por impulso, ¿sabes? No creí que iba a usarlo en ti, pero me parece que este es el castigo justo para tu actitud.

Park Jimin jamás habría de imaginarse que iba a disfrutar que su novia le metiera un consolador en el culo. Tampoco pensó que hacerlo demoraría tanto maldito tiempo y trabajo. Pero al fin y al cabo, se aguantó el dolor y lo tomó como pudo sin decir la palabra clave en ningún momento. Casi se sentía orgulloso de sí mismo.

Casi, porque esa vez sí logró correrse y su ególatra yo le estaba recriminando que era un inútil en darse placer a sí mismo.

Atravesó el comedor pequeño sin reparar en las mochilas y cuadernos sobre la mesa, y abrió la puerta de la cocina aún perdido en sus propios pensamientos. De nada ayudó que el grupo de colegiales metido ahí dentro se quedara callado y le miraran con los ojos abiertos como platos.

— ¿Qué pasa? —La chica morena alzó una ceja mirando a sus compañeros. Una tímida castaña le señaló con el dedo índice hacia algo detrás de su espalda. Se giró y el plato de pizza casi se cae de sus manos— ¡Park Jimin!

El mencionado sacó la cabeza del refrigerador, con una botella de jugo en los labios.

—Oh —Fue lo único que salió de sus labios.

Cuatro chicas, además de su hermana, y tres chicos le estaban mirando sonrojadas y sorprendidos. Pudo ver como sus miradas le recorrieron las piernas formadas, el abdomen marcado y absolutamente todas se quedaron prendadas por las marcas de dedos en su cuello.

— ¿Disfrutando el espectáculo? —Jimin volvió a atacar la comida del refrigerador— ¿Por qué hay tanta gente aquí? Es sábado por la mañana.

—Son las tres de la tarde, Jimin —Su hermana se cruzó de brazos, sonriente, y se acercó a él— Estamos estudiando.

— ¿Qué estudian? —Su mirada se centró en un platillo lleno de uvas verdes.

Mala Conducta |KOOKMIN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora