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Adiós Jung HoSeok

Debo hacerlo. Debo escaparme para verlo. Pero no quiero que me vea en este estado tan deplorable, me veo mal, roto... ¿Podré decirle todo lo que antes no pude? Mí cuerpo duele a montones por las atrocidades que cometió el bastardo ese. ¿HoSeok se preocupará por verme así? No quiero que lo haga. Quiero abrazarlo y confortarlo con todo el amor que llevó dentro.

Todos conocían a Min YoonGi, como un chico frío, desagradable, arrogante, orgulloso y seguro de si mismo. Quien lo viera en esos instantes, pensaría de todo menos que se trata de ese chico antipático y cascarrabias que todos conocen. El estado en el que se encontraba era lamentable. Su cuerpo ardía y temblaba por todos los golpes que aún podía sentir tan punzantes como si se los hubieran hecho recién. Cada vez que él se oponía a lo que TaeHyung decía, recibía golpes para hacerlo callar y el otro solo objetaba que todo era por su bien y porque lo amaba. Un amor enfermizo.

Ya no quería estar ahí adentro, quería salir a buscar al amor de su vida y poder verlo por una última vez...

TaeHyung llegaría mucho más tarde, probablemente dentro de unas cinco o cuatro horas. Le daría el tiempo suficiente de ir a la casa de HoSeok, hablar, animarlo y luego poder irse. Definitivamente sabía que si el pelirrojo se enteraba de que se había escapado, sería su fin y también sabía que en cuanto su presencia se haga en la casa del rubio, luego de esto se lo informaría todo a su agresor. Aún así iría, aunque tuviera que correr ese riesgo lo haría.

Se dispuso a levantarse con el dolor de todo su cuerpo y el mareo que le dio a penas logro ponerse en pie. Caminó hasta su baño y ahí paso de largo el espejo. No quería lamentarse y arrepentirse de todo ahora, no era el momento. Se ducho y salió disparado a la parada del bus. La casa de HoSeok le quedaba lejos, pero eso no importaba realmente. A penas vió el transporte parar frente a él, lo abordó con rapidez y comenzó a pensar que le diría con exactitud al rubio.

En el momento que llegó a su parada, caminó unas cuadras para quedar frente a esa enorme casa. Se deslumbró por la belleza de esta. Esa enorme morada era el lugar en donde él siempre fue aceptado y querido, ese lugar además de tener esas características, también era terriblemente bello. Su gran estructura con un diseño antiguo que le daba un toque elegante y ese maravilloso jardín que poseía era increíble, tanto que no podría describir correctamente toda la hermosura que albergaba el lugar. Se acercó a la puerta y tocó el timbre que había a un pequeño costado de esta. Después de unos micro segundos, la esbelta figura de esa mujer que lo cuido como si fuera otro hijo más, apareció en la puerta con una sonrisa cálida que se desfiguró al ver el estado del chico. Lo abrazó casi instantáneamente.

— ¿Qué pasó?— Su tono era de una preocupación palpable, pero a su vez le transmitía una tranquilidad que no podía describir.

— Nada importante, no te preocupes— Tomo a la mujer desde los hombros, torciendo sus labios en lo que él esperaba se viera como una sonrisa y no una mueca adolorida.

— ¿Nada importante? ¿Acaso viste tu estado? ¿Viste lo golpeado y magullado que estás?— La hermosa mujer tocó su mejilla con una mano mientras que la otra estaba acariciando su cabello.

— Estaré bien, de verdad, ¿Donde esta HoSeok?— Ella lo soltó y le dió el paso para que pudiera ingresar en el lugar. Aún con su mueca de preocupación y sus ojos destellando miedo, le respondió que el rubio se encontraba en su cuarto. Instantáneamente se puso nervioso, quería verlo, sí, pero tenía miedo de ver cómo estaría el contrario al verlo luego de todo lo sucedido.

Mala Memoria|Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora