Entró silenciosamente en la habitación y se encontró de lleno con la conocida espalda de Steve. Incluso con esa anticuada ropa de pijama de algodón, era imposible no reconocer esos anchos hombros y las finas caderas que lo hacían parecer un picante...
Cuando Steve se despertó, horas más tarde, el sol ya estaba bien alto en el cielo.
Se desperezó en la cama hasta que sus articulaciones crujieron de forma satisfactoria y se preguntó para sus adentros cuánto hacía que no se quedaba en la cama hasta tarde, rezongando en la cama por la misma pereza de salir del cobijo que estas le prestaban. Desde la época del colegio, quizás, cuando su madre lo despertaba con el olor de las tortitas recién hechas por su cumpleaños. Un pequeño capricho que disfrutaban juntos un día al año, devorándolo acostados en su pequeña cama, pringándose los dedos del jugo de fruta de temporada y la mantequilla.
Miró a su lado en la cama, encontrándose con las sábanas revueltas y la almohada con aspecto desordenado. Pasó los dedos disimuladamente por la tela, encontrándola tibia.
El sonido de la ducha de fondo en el cuarto de baño le informó que Tony estaba en la habitación. Aunque se había levantado de la cama, no se había ido.
Se sentó en la cama, observando con cuidado la habitación en penumbras. La luz intensa que se colaba por las persianas furtivamente le confirmó que ya debía ser al menos mediodía.
—Buenos días capitán Rogers —saludó JARVIS, interrumpiendo su inspección—. El señor Stark me ordenó que le comunicara que le esperara.
—Buenos días JARVIS —saludó Steve a su vez, enarcando una ceja ante las palabras de la IA—. ¿Podrías abrir las persianas, por favor?
—Por supuesto, capitán —accedió la IA, accionando las persianas y permitiendo que la luz entrara en la habitación—. Nos encontramos en una mañana de martes, 25 de junio, especialmente soleada y de temperaturas altas. Las máximas apuntan con alcanzar los 30º y mínimas de 19º.
Steve escuchó el discursos con el que la IA solía despertarle cada mañana centrando la vista en el exterior. Si algo le gustaba de la Torre Stark, ahora renombrada Vengadores, eran las vistas. Aunque era la primera vez que se quedaba observando la ciudad tan pacíficamente desde la cama. Se sentía bien, algo extraño porque a él le incomodaba enormemente sentirse vago o inútil, y ya ni decir el hecho de que lo estaba haciendo desde la cama de Tony Stark.
Estaba dentro de sus cavilaciones cuando escuchó el agua cerrarse y las puerta de la ducha abrirse en un desbloqueo mecánico.
Hora de hablar.
Lunes, 26 de marzo de 2018
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¡Hola a todos, lindas flores!
Sí, se acerca LA CHARLA. ¿Cómo creen que reaccionará Steve esta vez? Hagan sus apuestas, señoras y señores jajajajajajaja.
Con esto y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!
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