Capítulo 18

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El aire era cálido y olía a hierba recién cortada. Al pisar el corto pasto bajo sus pies, Steve supuso que habían cortado el césped hacía poco. Inspiró hondo, paseando bajo aquel cielo despejado en compañía de Tony, que caminaba a su lado en silencio y con expresión serena.

Para Steve era extraño estar al lado de un Tony Stark tan callado y tranquilo, pero se supuso que era un efecto secundario de acompañar a alguien a un cementerio. Los cementerios tenían esa clase de poder, de silenciar incluso al más parlanchín y de emocionar al más estoico.

Protegidas bajo la sombra de un enorme olmo americano estaban las lápidas que estaba buscando. Si no hubiera sido por su buena memoria, podría haberse perdido al buscarlas en aquel vasto cementerio de Brooklyn. Las lápidas estaban descuidadas, cubiertas de un musgo húmedo que habían hecho casi ilegibles los nombres que estaba buscando.

Tony se arrodilló frente a las lápidas y las limpió amablemente con las manos, eliminando cualquier rastro de vegetación de las piedras y liberando los nombres de Sarah y Joseph Rogers. Habían sido enterrados juntos por deseo de su madre.

Steve sacó un pañuelo del bolsillo de su pantalón y tomó las manos de Tony para poder limpiarlas. Aunque eliminó la mayor parte de los restos y la suciedad, fue divertido ver como las puntas de los dedos se le quedaron verdes.

—Creo que eres el único adulto que aparenta menos de 80 años que usa pañuelos de tela —resopló Tony.

—Son más ecológicos.

—Y antihigiénicos.

—Solo si el propietario lo es —respondió Steve, guardando de nuevo el pañuelo en su bolsillo.

Tony iba a responderle, pero comprobó por la nostálgica mirada que Steve le lanzó a las lápidas, que le había llegado el momento de hablar. Así que se irguió y dio un paso atrás, manteniéndose cerca, pero dándole un poco más de privacidad.

—Hola mamá, hola papá —saludó torpemente Steve, sin saber por dónde empezar—. Siento no haber vuelto aquí en todos estos años. La verdad es que hace tiempo, cuando estrellé la nave para evitar aquella catástrofe, me preparé para reunirme con ustedes. Pero al parecer hay otros planes para mí. Y cuando me desperté en este nuevo mundo..., siempre encontraba una excusa para no venir a visitaros. Siempre había una misión en algún lugar del mundo que requería atención, siempre había alguna causa que necesitaba auxilio... No fue hasta que mi cuerpo empezó a presentar síntomas de sonambulismo y estos extraños sueños que todo empezó a cobrar sentido.

Steve se sentía intranquilo. Le dolía el pecho de reconocer esas palabras en voz alta, algo muy distinto de decírselas a sí mismo en su mente. Solo esperaba que sus padres realmente, estando en el cielo en que Steve estaba seguro que estaban, pudieran escucharle.

Tony le masajeó suavemente el hombro, como si se tratara de un suave empujón para que siguiera hablando. Steve puso su mano por encima de la suya, correspondiendo la caricia.

—Este hombre de aquí se llama Tony, y es gracias a él que me he dado cuenta de todo esto. Es una persona muy especial para mí... —Steve carraspeó, sintiéndose azorado de decirle algo así a sus padres, con quienes jamás había hablado de nada que tuviera que ver con el romance ni los amoríos ni nada por el estilo—. La verdad es que me di cuenta que me sentía solo, triste y despojado de mis raíces. Todo a mi alrededor había desaparecido, todo lo que conocía, todo lo que hacía que Steve Rogers fuera quien era. Sin darme cuenta, llegué a la convicción de que Steve Rogers había fallecido en el hielo y quien había sobrevivido era apenas el Capitán América, el héroe al que el mundo recordaba y necesitaba...

Steve hizo una pausa y agradeció que el agarre de Tony permaneciera sobre su hombro.

—No fue hasta que todo este lío del sonambulismo y las pesadillas comenzó que me di cuenta de que no era así. Que esos recuerdos me duelen tanto precisamente porque Steve Rogers sigue aquí, sigue vivo y sigue sintiendo. Y duele pensar que todo lo que conocía ya no está, pero lucharé por encontrar mi lugar en el mundo una vez más. Voy a pelear por la vida que me brindaron con tanto esfuerzo.

—Y os prometo que no estará solo, señor y señora Rogers —afirmó Tony a sus espaldas.

Steve giró la cabeza en su dirección, encontrándole con una sonrisa afable. Le apartó las gafas de sol de la cara, encontrándole con los ojos acuosos, aunque no había permitido que ninguna lágrima se deslizara por sus mejillas.

—No, nunca más.

FIN

¡Hola a todos, lindas flores!

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¡Hola a todos, lindas flores!

¿Fin? ¿He escrito? ¿FIN? ¡SÍ, HEMOS LLEGADO AL FINAL DE SLEEPWALKER! Pero no salgáis corriendo todavía, que aún queda el EPÍLOGO. Lo publicaré el lunes que viene, y ahí sí que tendremos el final definitivo de este pequeño fic #stony al que le he cogido muchísimo cariño.

En fin, con esto y un bizcocho, ¡nos leemos en el epílogo!

En fin, con esto y un bizcocho, ¡nos leemos en el epílogo!

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