Capítulo 7

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Antes de abrir los ojos, Steve tuvo la certeza de que algo iba mal. O, al menos, de que no iba como debería. De lo primero que se dio cuenta fue de que no estaba en su cama, aquella era más dura que la suya y las sábanas suaves no tenían el acostumbrado tacto esponjoso del algodón. Es más, se le colaban entre las piernas de una forma que se le hacía incómoda y demasiado caliente para su gusto. Tampoco había mantas, solo un mullido nórdico que apenas le cubría medio cuerpo de forma desordenada. Era raro en él dormir con una pierna fuera de la sábanas, en una posición tan desganada que parecía que simplemente se había tirado sobre la cama en lugar de acostarse.

Se negó a abrir los ojos cuando sintió que algo cálido se movía a su lado, girando en su dirección. Su respiración era tan suave que no había sido consciente de su presencia hasta ese momento.

Pese a sus esfuerzos, lo había hecho otra vez. El agotamiento no había bastado para dejar sus repentinos episodios de sonambulismo aparcados. Siquiera habían servido para hacerle dejar de pensar en Tony, que se había mantenido en su mente todo el día. Y en semejante lío estaba metido que había acabado arrastrando a un miembro del equipo con él. O al menos esperaba que se tratara de uno de los Vengadores. Involuntariamente se estremeció de pies a cabeza al plantearse siquiera la idea. ¿Y si no estaba simplemente en una cama extraña? ¿Y si estaba con un perfecto desconocido sin tener conciencia alguna de sus actos?

Estuvo tentado a salir corriendo de aquella cama cuando una mano se coló bajo su camiseta, tocando la piel de su espalda. Era una mano fuerte, callosa y hábil. En el tacto de sus dedos pudo descubrir su pulso firme y cálido. El hombre a su lado cerró la distancia que había entre ellos para poder repetir el gesto con mayor comodidad. Su contacto era reconfortante y muy gentil, como las caricias que se les dan a los bebés para que dejen de llorar. Con su proximidad, su olor le picó en la nariz. Era dulce y aromático, como la canela y el sándalo. Un olor tan característico que era imposible no reconocerlo.

—¿Otra pesadilla? —preguntó Tony con voz soñolienta manteniendo las caricias sobre su piel.

Aunque hubiera querido responder, no habría podido. Steve se descubrió repentinamente sin voz, causado por la misma impresión de descubrirse de nuevo en la cama con Tony; volvió a estremecerse, pero por razones muy distintas.

Tony, con su mano libre, tomó una de las suyas y comenzó a hacer círculos en la palma de su mano con el pulgar sin detener las caricias de su espalda.

Aunque Steve estaba incluso más confundido que la primera vez que había despertado junto a Tony, se sintió incapaz de romper la calma que se había instalado en la habitación gracias a las atenciones de Tony. Inconscientemente, devolvió el agarre de su mano y se quedó dormido.

Lunes, 19 de marzo de 2018

¡Hola a todos, lindas flores! ¿Advertí que se venía un momento bien fluff o no? Yo ya me he convertido en una nube de golosina jajajajajajaja.

Con esto y un bizcocho, ¡nos leemos en el próximo capítulo!

(Hablando de cosas dulces...)

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