Capítulo 10

10.4K 1.1K 718
                                    

Cuando Tony salió del baño no pudo disimular la ligera incomodidad que le produjo encontrarse con la mirada de Steve. La nube de vapor que había encerrada en el baño le cubrió, creando una cortina brumosa entre ellos, pero ni aún así Tony tuvo un momento para recomponer debidamente sus defensas. Sentía aquellos ojos azules clavados en los suyos, no tenía escapatoria.

Apenas pudo carraspear y reunir fuerzas para acercarse a la cama. ¿Por qué estaba tan nervioso? El que debería estarlo era Steve, que era el que parecía empeñado dormir con él. Sin embargo, verle tan cómodamente recostado en la cama, sin hacer el más mínimo esfuerzo por salir de la calidez de las sábanas, le dejó perplejo y desubicado. Había esperado tener que tranquilizar a Steve, quitarle hierro al asunto, pero ahora parecía que era él el que estaba tomándose las cosas como no eran.

Steve lo vio acercarse, enarcando una ceja con curiosidad.

—¿Eres consciente de lo malo que es bañarse con agua tan caliente?

Steve miró de soslayo el cuello de Tony que, al igual que sus mejillas y sus orejas, estaba sonrojado por el calor. Y estaba seguro de que sus hombros y su espalda también lo estaban, aunque no podría decirlo con la camiseta negra que llevaba puesta.

—Es la mejor forma de eliminar el frío que me entra cada vez que tengo que levantarme temprano.

A Steve le entraron ganas de reírse. Sí, seguro que debía ser temprano para él, pensó Steve, sabiendo que Tony apenas se levantaba a primeras horas de la tarde a no ser que hubiera una emergencia. Y Steve se preguntó si él era su emergencia.

—Eso es aún peor —le reprendió Steve—. No solo es malo para la piel, sino que el cambio tan brusco de temperatura puede provocar que enfermes. Tienes que usar el agua más templada o acabarás escalfado.

—Creo que tengo una edad para saber a qué temperatura puedo ducharme.

—Si nos basáramos en la edad para medir la sabiduría, no tendríamos tantos desastres en el mundo.

—Bueno, si tan preocupado estás, la próxima vez puedes ducharte conmigo. Si me das calor, no necesitaré el agua tan caliente.

Tony le guiño un ojo y Steve estuvo a punto de boquear como un pez. Tony sintió que podía recuperar la calma. La reacción inocente e incrédula de Steve era el mejor calmante que podía existir. Así que cómodamente volvió a su lado de la cama y se recostó a su lado.

—Relax, grandullón. Solo era una broma.

Tony le golpeó suavemente el pecho con los nudillos, pero eso a Steve le sentó peor. El contacto le dio cosquillas. Y no era una sensación que quisiera tener cuando tenía en la cabeza la imagen de Tony Stark en la ducha..., y él detrás suyo. Esa imagen debía haberle causado rechazo, ¡Tony era su compañero de equipo, por dios! Pero en su lugar le producía una sensación de tirantez que parecía arañarle la garganta de arriba a abajo.

—Tienes..., un sentido del humor horrible —logró decir Steve, obligándose a recomponerse al sentir la mirada perspicaz de Tony clavada en él.

—No, solo que eres muy estrecho Rogers —dijo Tony riendo con una sonrisa ladina, como si estuviera disfrutando de un chiste privado—. En fin, supongo que deberíamos hablar.

—Sí, creo que deberíamos.

Sin embargo, se hizo el silencio. Ambos en la cama, mirando para el frente y con una distancia de cinco centímetros entre ellos, no sabían muy bien qué decir.

—Bueno, dijiste que no habías tenido episodios de sonambulismo antes. ¿Estás seguro de eso?

—Estoy seguro —afirmó Steve, rememorando rápidamente su vida antes de acabar congelado en el hielo—. Cuando vivía con mi madre, jamás me dijo nada sobre el tema, y ella se habría dado cuenta con facilidad. Sabía mucho acerca de cuidar a la gente...

SleepwalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora