Capítulo 12

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El día era cálido y húmedo. Había una espesa capa de agua en el aire que hacía que la ropa se sintiera caliente y el pelo se le erizara tras las orejas como si tuviera la electricidad estática pegada al cuerpo. Miró por el rabillo del ojo, y con mala cara, el pelo perfectamente peinado de Steve. A Tony le encantaba su pelo rizado y rebelde, pero en momentos en los que el clima parecía tener el empeño de engrifarle el pelo como si se tratara de un gato enfadado, se preguntaba cómo Steve podía tenerlo tan perfectamente peinado. Apenas un par de mechones se habían deslizado húmedos por su frente y pegados a la piel. ¿Estaría usando alguna clase de gomina radioactiva? O quizás esa pasta extraña que usaban los patinadores y los bailarines en las competiciones, que les dejaba el pelo tan pegado al cráneo que parecía una segunda piel. Tony se imaginó sus pobres rizos empegostados(1) como un amasijo totalmente carente de gracia y sintió un escalofrío. Prefería seguir siendo un gato enfadado.

—¿Qué pasa? —preguntó Steve, que corría a su lado.

—¿Qué pasa de qué?

—No paras de mirarme.

—Yo no te estoy mirando.

—Sí, me estás mirando con esa cara tan rara que estás poniendo.

—¿Qué cara?

—La que tienes ahora.

—Es la que tengo siempre.

—Tony, ¿en serio? —preguntó Steve, perplejo ante semejante diálogo de besugos.

—Solo estaba pensando en algo, mirando sin mirar, y tú estabas en mi rango de mira.

—De acuerdo —aceptó Steve lentamente, sin creérselo del todo.

De por sí, el hecho de estar corriendo por los senderos más discretos de Central Park —esquivando los ojos y las cámaras indiscretas— con Tony le parecía a Steve lo suficientemente raro para que las cosas no tuvieran mucho sentido. Y que hubiera sido Tony el que lo invitó ya había sido suficiente como para darle a entender que aquel iba a ser un día extraño.

—No me vengas con de acuerdo—le chistó Tony, reduciendo la velocidad hasta detenerse—. Lo digo en serio.

—Claro —dijo Steve, deteniéndose a su lado.

Habían acabado parados en medio de un puente de madera que parecía no haber sido reformado en años. Tampoco es que a Steve le sorprendiera. El puente estaba medio enterrado entre la tierra y las raíces, en un camino tan escondido y mal cuidado que era obvio que no muchos transeúntes se atrevían a ir por él. Además, las ramas de los árboles lo cubrían todo, haciéndolo sombrío incluso a plena luz del día. Cosas que hacían que fuera un camino discreto.

—Rogers, no me calientes, que lo digo en serio.

Steve se apoyó en la baranda con cuidado, temiendo que pudiera romperse bajo su peso, encogiéndose de hombros. Para su sorpresa, la madera se mantuvo estable y robusta. En silencio, Tony se apoyó a su lado.

—¿En serio no me vas a decir qué pasa? —preguntó, arrebatándole un suspiro a Tony.

—¿Tienes algún problema con tu cumpleaños? —preguntó Tony.

Steve lo miró, preguntándose si realmente era eso en lo que había estado pensando o se trataba de una pregunta trampa para distraerle.

—No, ¿por qué lo iba a tener?

—No parecía así cuando el pájaro de mal agüero te preguntó.

Tony recordó claramente como Steve parecía haberse quedado congelado en el sitio, sorprendido al darse cuenta de lo realmente cerca que estaba su cumpleaños. Parecía haber olvidado el día completamente, algo que en otras circunstancias habría hecho a Tony reir. ¿Cómo el orgullo de América podía olvidarse del 4 de julio? Se habría reído allí mismo si en el rostro de Steve hubiera visto únicamente desconcierto, en lugar de aquella desamparada expresión de abandono.

—No sé, solo me tomó por sorpresa. He estado tan envuelto en adaptarme a este tiempo que no he sido consciente de esas pequeñas cosas.

—Pues yo creo que hay algo ahí. Algo lo suficientemente grande para desestabilizarte y provocarte el sonambulismo.

Algo lo suficientemente grande para hacerme desear abrazarte y que no vuelvas a mostrar una expresión tan desoladoramente triste.

—Es solo que la noticia me tomó por sorpresa, nada más. De por sí, la idea de celebrar mi cumpleaños se me hace extraña, son tan diferentes las cosas ahora, y no me di cuenta de que el día había llegado... Nada más.

Tony permitió el silencio, teniendo la corazonada de que realmente ahí había algo, algo que Steve estaba empecinado en ocultarse a sí mismo. Pero lo dejó estar, sabiendo que Steve se sentía tenso por la conversación.

En su lugar, se dejó guiar por el capricho que llevaba rato teniendo —¿desde cuando Tony Stark se negaba un capricho?— y estiró la mano hacia el cabello de Steve, enterrando los dedos entre las hebras finas.

Steve lo observó sobresaltado, con todo el cuerpo en tensión y el cuero cabelludo hormigueándole.

—¿Qué haces?

—Responder a tu pregunta de antes.

—¿Qué pregunta?

—La de en qué estaba pensando.

Su pelo era sedoso, brillante y muy fino. Al peinar suavemente su pelo, un suave olor a sudor fresco y champú de vainilla le llegó a la nariz.

—Me temo que no te entiendo.

—Me preguntaba si tenías alguna gomina en el pelo.

—Ah.

—Ah.

Ya lo había comprobado. No había gomina, solo su cabello suave, que parecía que se mantenía tan bien peinado porque era tan disciplinado como el hombre que lo poseía. Ya había saciado su curiosidad, pero no alejó su mano. Y Steve tampoco le pidió que lo hiciera.

Lunes, 23 de abril de 2018

¡Hola a todos, lindas flores!

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¡Hola a todos, lindas flores!

¿Ha sido este capítulo muy fluff o solo es mi impresión? Ya sabéis que tengo debilidad por lo fluff, ¡no me culpéis! De lo que sí me podéis culpar es de no publicar esta semana el capítulo 30 de Only a Dream. Lo digo aquí porque sé que muchos de los lectores de Sleepwalker procedéis de ese fic. Quise actualizarlo, de verdad que lo intenté, pero las obligaciones académicas pudieron más y..., cuando terminé con ellas mi cerebro estaba KO. Intentaré actualizar esta semana, pero no prometo nada. ¡Ah! ¡Y FELIZ DÍA DEL LIBRO!

Por si alguien tiene dudas, empegostar(1), según la Academia Canaria de la Lengua, quiere decir "embadurnar, untar o pringar con una materia viscosa y pegajosa". Y si mis fuentes son correctas, no solo es un término que se use en Canarias, sino también en Venezuela.

En fin, con esto y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!

En fin, con esto y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!

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