Cuando el estómago de Steve gruñó, Tony decidió que era hora de poner comienzo al día. Que Steve bien podía ser un supersoldado capaz de aguantar en las peores circunstancias durante días, sin siquiera pan ni agua que llevarse a la boca. Pero esa no era razón para que el hombre, acostumbrado a desayunar nada más salir el sol, tuviera que aguantarse el hambre en un día tan tranquilo y bajo su techo.
Steve prefirió ir a ducharse primero, así que se separaron en el pasillo.
Cuando Tony llegó a la cocina, la estancia estaba vacía. No le sorprendió. Cuando él se despertaba los miembros del equipo solían llevar horas ya de puesta en marcha y estaba cada uno con sus quehaceres. Casi apostaría que Bruce estaba en el laboratorio, trabajando como un monje; y Thor y Natasha peleando en el gimnasio como últimamente se les había hecho costumbre. Algo de que Natasha era una auténtica valquiria fue la vaga respuesta que obtuvo de Thor cuando le preguntó por esa novedad.
Tony no era de desayunos copiosos ni mucho menos sanos, pero conocía lo suficiente a Steve para saber que ingresaría en la cocina antes incluso de que tuviera oportunidad de terminar de sacar una rosquilla de la caja. Y ya había tenido suficiente con la charla de mamá gallina sobre el agua caliente como para tener otra por su pésima alimentación. Que le era divertido picarle cuando se ponía en ese plan, pero no quería tener a esa banda resonando tras de sí durante todo el desayuno. Así que se limitó a empezar a preparar el café y a meditar qué podía comer. Al tiempo, le dio la orden a J.A.R.V.I.S. para que preparara un jugo de naranja y pomelo como sabía que Steve tenía la costumbre.
La cafetera pitó en el mismo momento en que Steve ingresó en la habitación. Vestía ropa casual, una camiseta simple de color gris y unos vaqueros azules oscuros. Llevaba la cazadora de cuero marrón bajo el brazo, pero la dejó sobre una de las sillas.
—Gracias —dijo Steve al darse cuenta que el jugo ya estaba preparado.
—No sé cómo te puedes meter esa cosa sin azúcar —dijo Tony, haciendo un gesto amargo mientras Steve se acercaba a la nevera y sacaba porciones de queso, lonchas de jamón ahumado, lechuga y un tomate tan grande como el puño cerrado de Steve.
—Los de tu generación estáis demasiado sobrealimentados con azúcar. Tenéis una alimentación horrible.
—Claro, como que en tu época la gente no se hinchaba las arterias a base de desayunos basados en manteca —dijo Tony, rodando los ojos—. Cualquiera diría que todos os limitábais a desayunar quinoa y fruta de temporada.
Steve rió ante su comentario sin despegar los ojos en lo que estaba haciendo. Separar el pan y colocar el queso y el jamón entre la ensalada fresca.
—Pero ahora tenéis una información que antes no teníamos. Y deberías aprovecharla. No tiene nada de malo cuidar un poco la dieta.
Tony resopló, sabiendo que eso era justo lo que había querido evitar.
—Yo ya tengo una figura escultural, no me hace falta estar con dietas ni tonterías.
—No te hagas el remolón, sabes de lo que hablo. Cuidar solo el cuerpo por fuera no es suficiente.
Y le tendió un plato con uno de los bocadillos. Tony enarcó una ceja, pero Steve lo empujó para que se sentara en la mesa y comiera.
Tony se habría resistido, sabiendo que Steve no tenía ningún derecho a ir de mamá gallina con él —dos veces en apenas una hora—, si no hubiera sido porque la comida tenía buena pinta. Y al pegarle un mordisco, se dio cuenta de que también sabía bien. Malditamente bien, en realidad. Y al menos no le había obligado a beber ese asqueroso jugo.
Comieron en silencio y ya iban por medio bocadillo cuando entró Clint. Llevaba su ropa de entrenamiento, pero no parecía haber sudado en ningún momento así que era obvio que se la acababa de poner.
—Ey —saludó vagamente, yendo directo al cesto de la fruta y atrapando una pera.
Le dio un mordisco fuerte que produjo un sonoro chasquido al separarse un pedazo de la fruta. Tony enarcó una ceja, intuyendo que Steve no era el único que se había levantado con hambre.
—Es raro veros levantados tan tarde. Bueno, es raro ver al capitán levantado tan tarde.
—Y tú pareces en pleno apogeo, ¿qué estás planeando, Legolas?
—He estado con Bruce en el laboratorio, sirviéndole de sujeto de pruebas. Pero ahora me toca ir a entrenar con Nat y Thor.
—¿Sujeto de pruebas?
—Suerte con eso.
Dijeron a la vez.
—Sí, pero la verdad es que no sé para qué. Trató de explicármelo, pero usó demasiada verborrea científica para entenderlo del todo.
—¿Y aún así te prestaste? —preguntó Steve.
—Claro, como si tú hubieras tenido muy claro lo que realmente pretendían hacer contigo cuanto te sometiste al experimento, capi —dijo Tony, rodando los ojos y ganándose una mirada entrecerrada de Steve–. Vamos, estamos hablando de Brucie, ¿qué podría salir mal?
Steve recordó la tendencia de Bruce en convertirse en un enorme sujeto verde, pero no dijo nada.
—¡Ah, antes de que me olvide! —exclamó Cint, que parecía dispuesto a irse—. ¿Qué quieres para tu cumple, Cap?
Lunes, 16 de abril de 2018
¡Hola a todos, lindas flores!
Ya nos vamos acercando al final, así que los que vinieron a Sleepwalker para tener un remanso de paz después de Only a Dream... Se les va a acabar el chollo pronto jajajajajaja.
Con esto y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!
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Sleepwalker
FanfictionEntró silenciosamente en la habitación y se encontró de lleno con la conocida espalda de Steve. Incluso con esa anticuada ropa de pijama de algodón, era imposible no reconocer esos anchos hombros y las finas caderas que lo hacían parecer un picante...