Capítulo 16

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Steve salió de la ducha de su habitación sintiéndose un poco más fresco. No había nada mejor después de una buena sesión de entrenamiento en el gimnasio que una ducha de agua tibia que le relajara los músculos.

Aún así, ni la sesión de ejercicios ni la ducha habían conseguido aliviarle la tensión muscular que tenía en el cuello y que parecía descenderle por toda la espina dorsal. Steve sabía que realmente no era una cuestión que el ejercicio pudiera sanar, que su malestar se debía al cansancio y al estrés. Podía lidiar con la falta de sueño, aunque siendo tan rutinario como buen soldado que era, la frustración de no poder descansar en periodos de paz era suficiente para que todo su cuerpo estuviera tenso e incómodo. Pero el problema real estaba en aquellos sueños. Mejor dicho, aquellas pesadillas, aquellas pesadillas tan tristes...

En sus recuerdos, los desayunos en la cama durante los cumpleaños eran de los mejores que conservaba, no solo de su infancia, sino de toda su vida. Los mejores recuerdos con su madre. Siempre habían sido cálidos y dulces, como un apoyo constante que le impulsaba hacia adelante. Pero en ese momento, con la frialdad de aquel sueño aún en su memoria, parecían funcionar más bien como un ancla...

Tocaron la puerta, sacándole de sus pensamientos abruptamente. Pero se recompuso lo suficiente para decir un escueto "adelante".

Tony abrió la puerta y entró en la habitación. La cerró con el talón antes de seguir acercándose a él, que en medio de sus pensamientos había caminado como un autómata hasta su armario y se había vestido con unos pantalones vaqueros de tela azul y una camisa blanca. Aún tenía el cinturón de cuero en la mano e iba descalzo.

Tony lo miró de arriba a abajo, divertido por tener la oportunidad de verle tan informal. Le había molestado de sobremanera haber tenido que interrumpir su sesión de besos calientes con Steve por la llamada de Pepper, pero bien sabía que no responder aquella llamada podía suponer que se desatara el infierno en la Torre. Pero ver a Steve así bien podía valer como relajante. Mucho mejor que las infusiones raras que Pepper intentaba que se tomara.

—Al fin te encuentro —dijo Tony, poniéndose a su lado.

Quería darle un beso a Steve, pero se planteó si era un buen momento hacerlo teniendo Steve aún el cinturón entre sus manos. Su imaginación le dio una idea que le hizo extender su sonrisa y Steve le miró con los ojos entrecerrados, preguntándose qué pensamiento turbio podía tener a Tony sonriendo como un gato malvado.

—¿Me buscabas?

Tony asintió, sin perder la sonrisa.

—No fue divertido irme de esa manera después de lo que estábamos haciendo.

Steve asintió de forma vaga, mirándose las caderas al pasar el cinturón por las trabillas de los pantalones.

Tony entrecerró los ojos, lamentando que pudiera estar pasando lo que él había temido para sus adentros mientras mantenía su conversación con Pepper. Llevándose por un impulso, lo agarró del cuello de la camisa y tiró de él para hacerle inclinar la cabeza. Buscó sus labios, dándole un beso fugaz que desconcertó a Steve. No rechazó el contacto, ni se apartó de él, pero se quedó inmóvil.

Se miraron a los ojos, no los habían cerrado en ningún momento, mientras se mantenían en aquella postura incómoda en la que no sabían si acercarse o alejarse.

—¿Crees que esto está mal? —preguntó Tony.

Su aliento caliente al hablar le rozó los labios. La piel le hormigueó, igual que lo había hecho en las pausas de aquellos besos que habían compartido horas antes.

—Me pregunto si es lo correcto.

—¿Y correcto no es lo mismo que bien?

Steve negó.

—A veces hacemos las cosas mal porque sentimos que son las decisiones correctas, aunque nos hagan daño. Y a veces cometemos las incorrectas, solo por sentirnos bien —Steve se acercó a Tony, que se mantuvo inmóvil, y rozó su nariz con la suya—. Y estar contigo en este momento se siente tan bien que me hace preguntarme si estoy haciendo lo correcto.

Al escuchar esas palabras, Tony tuvo deseos de alejarse. No lo hizo por mera tozudez, pero sintió como las palabras de Steve lo desbarataban por dentro. Porque él entendía lo que quería decir. Cuántas veces en su vida había tomado las decisiones incorrectas, solo por sentirlas buenas para él, para el apellido Stark y todo lo que este implicaba proteger. No había sido hasta Afganistán que había comprendido los errores que habían supuesto sus "buenas decisiones". Por eso había nacido Iron Man. Para reparar sus acciones incorrectas con las correctas, aunque sufriera, maldijera y se destrozara por ello. Tony, en ese momento, deseó huir de Steve.

Lunes, 4 de junio de 2018

¡Hola a todos, lindas flores!

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¡Hola a todos, lindas flores!

Sé que me vais a odiar por dejarlo ahí, lo sé. Pero ya eran 800 palabras, lo que entra en la media de este fic, y sentí que era un buen momento para cortarlo. Me hizo mucha gracia ver como en diferentes comentarios todo el apostaba porque Steve fuera a huir. Pequeños placeres de mi mente de ficker malvada.

Con esto y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!

Con esto y un bizcocho, ¡nos leemos pronto!

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