Señorita Cabello.

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Fui abriendo poco a poco mis ojos aún algo aturdida y en cuanto los abrí me encontré en mi sofá y mi televisión encendida, llevé mis manos a las zonas donde sentía dolor y tenía vendas y parches, también tenía puntos de sutura en la herida de mi muslo que había hecho con anterioridad, tomé la pistola de mi bolsillo porque nunca estaba de más y sigilosamente gateé por el piso viendo unas piernas perfectamente bronceadas y largas, me levanté y tosí falsamente haciendo a la mujer girar hacía a mí y en cuanto miré su rostro me sorprendí, era una chica morena muy hermosa y unos ojos que podrían cautivar a cualquiera, pero sin embargo mis reflejos estaban primero y la apunté con mi pistola.– Dime quién eres y qué haces en mi casa. –Hablé fuertemente y ella solo alzó sus manos en un gesto de intentar calmarme lo cual no dio mucho resultado y luego suspiró escondiendo un mechón de su cabello detrás de su oreja.–Me presento, mi nombre es Karla Camila Cabello, pero preferiría que me llame Camila o señorita Cabello por ahora. – Rodé mis ojos y luego enarqué una ceja viendo a la mujer que ahora sabía que su nombre era Camila. –Discúlpeme si parezco grosera.– dije bajando mi arma y poniéndola bruscamente sobre la mesa haciéndola dar un pequeño salto ante el sonido.–Pero lamento informarle, "señorita Cabello" que no estamos en condiciones de elegir y mucho menos exigir el trato que puede llegar a existir entre nosotras, además ahora me gustaría saber qué hace en mi casa y toma mis cosas.– contesté fríamente viéndola de brazos cruzados y esperando a que se digne a contestar, pero al parecer no le gustó mi manera de tratar ya que su semblante cambió instantáneamente.– ¿Disculpa? Mira, no sé quién te crees que eres, ni siquiera sabía que existías hasta que vi tus grabaciones, además te salve de esas criaturas que quisieron matarte, pero si tanto te molesta que esté aquí con gusto me voy, no tengo interés en ver caras amargas ni recibir un trato que no merezco luego de lo que he hecho. –Ella escupió amargamente dejándome realmente sorprendida por su carácter fuerte, ya me había desacostumbrado a que alguien me enfrente y saque voz contra mí.– Perfecto, gracias entonces, de todas formas no necesitaba tu ayuda. –Dije tomando asiento al ver que ella servía un plato de comida para mí, comencé a comer sin decir absolutamente nada hasta que ella habló.– Vengo de Maryland, oí tu mensaje y no dudé en venir, sobreviví porque estaba en un buque de evacuación de la Cruz Roja en São Paulo, me dirigía a una colonia de sobrevivientes en Vethel, me dijeron que ahí estaban los sobrevivientes a esto. –Me observaba atenta y su mirada ya me comenzaba a incomodar más lo que acababa de decirme que era una completa locura, no había modo de que fuese así.– ¿Y tú lo crees? No hay modo alguno de que exista una maldita colonia de sobrevivientes, son idioteces. –Reí amargamente volviendo a comer evitando oír las cosas que decía.– Yo sé que es así, claro que hay... –no la dejé terminar de hablar cuando lancé mi plato de comida al suelo y grité.– ¡Mierda! Deja de insistir, no hay una jodida manera.– Ella rápidamente actúo y me apuntó con la pistola, ante ese acto yo simplemente alcé mis manos y suspiré negando con mi cabeza.– Yo... yo lo siento, solo necesito descansar, ¿si? Te pediré que no me molestes, no quiero comportarme grosera contigo, al menos no quiero ser más grosera de lo que ya he sido. –Dicho eso me di media vuelta y subí a mi habitación dejando a la morena sola en el comedor.

Soy Leyenda (Camren) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora