Capitulo 8

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– Grace no puedes estar en casa metida y con esas pintas de vagabunda pestilente todo el día. Deberías  salir a que te de el aire y darte una ducha que no te vendría mal.

– ¿Para qué?. El mundo es una auténtica mierda. 

– Sé que es una mierda pero tenemos que sobrevivir ¿sabes?. Tom no es el único tío sobre la faz de la Tierra. 

– Era mi único ¿vale?. Ya nada es lo mismo. - dice tapándose con la almohada y sé que va a romper a llorar de nuevo.

– ¡Vamos!. - tiró de las sabanas y le quito la almohada para después abrir la persiana de par en par. - vas a levantar tu culo gordo de la cama y vas a ducharte, aunque te lleve a rastras.

– ¡Spencer!. - gimotea mientras tiro de sus tobillos.

– Vamos...

– ¡Vale!. Ya me levanto yo sola. - mi amiga hace esfuerzos por levantarse de la cama e ir hasta el baño hasta que por fin lo consigue. Una vez que se mete dentro la dejo intimidad y no más de diez minutos para ducharse y estar un poco mas presentable de lo que estaba.

Mientras ella termina de ducharse yo recojo un poco la casa como cada sábado. Entre semana a penas puedo hacer nada así que este el el único día que tengo libre para hacer algo, aunque limpiar no sea uno de mis pasatiempos favoritos.

Tampoco es que la casa sea una cochiquera pero de vez en cuando una manita no le viene mal.

Había empezado a ir al gimnasio un rato por las tarde y levantar los brazos para limpiar el polvo de las estanterías me estaba costando lo mío. Era un flojucha.

Antes de ponerme a pasar la aspiradora, cosa que odiaba, empecé a meter prisa a Grace para que se saliera del baño, el cual también tenía que limpiar. Iba directa al baño para aporrear la puerta cuando llamaron a la puerta.

– ¿Si?.- dije sin mirar si quiera quien era.

– ¿Está Grace?. - dice la voz arrepentida de Tom al otro lado de mi umbral.

– ¿Pero que narices haces aquí?.- le digo empujándolo para quedarnos en el rellano y entornar la puerta. - Como tienes tanta jeta.

– Lo siento Spencer pero es que...

– Eres un cagado Thomas.

– Ya lo sé ¿vale?. Pero es que no estaba preparado. Me agobió la situación y no estar a la altura de lo que merece Grace.

– Desde luego a ti no es. ¿Te haces una idea de como está?.- preguntó mirándole de arriba a abajo y veo que él anda por el mismo camino que ella. Está hecho un asco. - Vale, tú también estás hecho una pena.

– ¿Puedo verla?

– No sé si ella...

– ¿Tom?.- pregunta con voz temblorosa mi mejor amiga al otro lado de la puerta. Aún lleva puesto el albornoz y la toalla envuelta en el pelo.

– Esto... mejor será que si vais a hablar que lo hicierais dentro. Grace vas a coger frío así vestida.

– ¿Qué quieres?.- dice esta ahora más enfadada que triste.

– Hablar contigo Grace. Y-yo quiero pedirte perdón.

– JÁ.

– ¿Hola?. - digo haciéndome notar entre ellos y sus bombas de reproches.

– ¿Qué?.- contesta mi amiga de mala gana y la atravieso con la mirada.

– Si vais a discutir lo hacéis dentro o te vas a la calle. Tengo vecinos. - digo señalando a la señora Gerck que está mirando por la mirilla como hace siempre.

30 Días ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora