– ¿Dónde está la niña? - dice mi hermana al borde de la histeria. - ¡Tienen que peinarla ya! ¡Spencer!
– Estoy aquí.
– ¿Sabes dónde está Jade?
– Está con mamá en la otra habitación.
– Pues tráela ahora mismo tienen que ponerle la lira para las fotos antes de que yo empiece a vestirme.
– ¿Puedes relajarte? Vamos con muchísimo tiempo.
– ¡No tenemos tiempo! - gritó levantándose de la silla haciendo aspavientos con las manos.
– ¡Vale, te relajas o te relajas!
Mi hermana respira hondo mientras vuelve a sentarse en la silla y se pellizca levemente el tabique nasal. Sé que la cuesta mucho relajarse en estos momentos pero tienen que hacerlo sino todo saldrá del revés. Y creerme cuando os digo que no queremos eso.
– Ya está aquí.- digo cogiendo a Jade de la mano y subiéndola en la silla para que le coloquen la diadema.
– ¿Está todo listo para vestirme?
– Cuando quieras puedes pasar a la habitación a vestirte. Mamá, tu suegra y las tías están allí esperando.
– ¿No vienes?
– ¿Quieres dejar a Jade sola?
– No, no, podrían ponerle las cosas como les diera la gana. Está bien, te veo dentro de cinco minutos.
Mi hermana vuelve a levantarse y con paso ligero va hacia la habitación de invitados donde ya la están esperando para vestirla. Cuando se pone de esta forma es insufrible y bastante irritable, más de lo habitual y cuando se pone así son muchas las veces que me he aguantado las ganas de pegarle un bofetón. Evidente lo dejo pasar, aunque sigo pensando firmemente que no le vendría mal uno.
Jade está lista en menos que canta un gallo y por supuesto tiene puesta la lira tal y como quería Meredith. A decir verdad, parece una muñeca pepona con esos rizo y esos mofletes tan gordotes. Es para comérsela.
– ¡Cuidado con eso! - gritó Meredith cuando abro la puerta con Jade en brazos.
– ¡Lo siento! - dice mi madre con un tono un tanto áspero. La tiene hasta el moño y se nota.
– No perdonarme a mi, mamá. Lo cierto es que estoy un poco nerviosa.
– ¿Un poco? - digo con tono irónico mientras las ayudo a abrochar los botones de la espalda. - Deberías tomate una tila o algo para relajarte un poco. Estamos aquí para ayudarte.
– Tenéis razón, tengo que relajarme. ¿Dónde está el velo?
– ¿Qué velo?
– ¿Cómo que que velo? ¡Pues el del vestido! ¿Dónde está?
Todas nos miramos entre nosotras sin saber de qué velo habla mi hermana. Ninguna de nosotras lo hemos visto por allí es más creo que ni sabíamos que llevaría un velo con ese vestido.
– ¡No me jodas!
– ¿Qué?
– ¡ME LO DEJÉ EN EL TAXI!
Si hay algo que podía salir mal hoy sin duda sería esto. Mi hermana con tantos nervios se había dejado la caja del velo en el taxi que la trajo a casa de mi madre. Se avecinaba tormenta o mejor dicho el huracán Meredith.
Todas nos quedamos de piedra esperando la reacción desorbitada de mi hermana pero en lugar de eso se puso a llorar como una niña.
– No pasa nada Meredith.
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30 Días ©
RomansaSpencer Mills tras empezar como columnista en German Phillips, uno de los periódicos más famosos de Londres, conocerá a la persona que le cambie su vida para siempre. Harta de planificar su vida constantemente decide correr el riesgo y conocer a Dan...