Capítulo 1.- Huida

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Aún no se exactamente que hacía ahí, con tantas personas que a pesar de llevar la misma sangre que yo me hacían sentir fuera de lugar, aquellas personas que a uno le enseñan desde el momento de ver la luz a llamar "familia".

Hace diez minutos que acababa de tomar mi vuelo a Tokio y seguía pensando en lo mismo, el rostro de mis padres y hermanos pasaba una y otra vez por mi mente causando una ola de sentimientos que si alguien más los hubiese visto me juzgarían de loca, si bien no odiaba a mi familia, desde pequeña sabía que ese no era mi lugar, simplemente Morey era una ciudad que nunca me dejaría cumplir mis sueños, debía de huir de ahí porque al fin encontré lo que estaba buscando y no se encontraba en donde nací.

Sin embrago no era la primera de la familia que se iba, mi hermana mayor Lane, se mudó hace dos años a Australia en donde comenzó una nueva vida con su pareja Albert, aunque él no es un hombre extraordinario tiene un buen corazón y ambos se amaban mucho. Quizá el hecho de que me dejara el puesto de hermana mayor en la familia fue un punto importante en mi decisión de buscar nuevos horizontes.

Sin darme cuenta, había pasado ya una hora sumida en mis pensamientos, viendo a través de la ventanilla del avión aquellas nubes grises siendo rotas por las alas, imaginándome flotando entre ellas en total paz, sin remordimientos ni preocupaciones, sin este cuerpo, solo siendo nada...

- Pasajeros del vuelo 15 con destino a Tokio, les informamos que dentro de unos momentos estaremos aterrizando en el aeropuerto internacional, esperamos que haya tenido un excelente viaje.

Olvidé en qué momento me quedé dormida, por lo que no sabía qué hora era ya que mi móvil estaba sin batería, era la primera vez que me pasaba esto, suelo ser sumamente cuidadosa y perfeccionista, una lamentable herencia de mi padre, así que me vi obligada a preguntar a quien sea que estuviera cerca de mi, en ese momento entré en razón que ni si quiera había puesto atención a las personas que me acompañaban. Gracias a mi madre aprendí a preguntar todo, aún así un poco apenada giré hacía mi lado derecho en donde se encontraba sentado un joven de aproximadamente 25 a 27 años, vestía un pantalón negro formal y un saco del mismo color, una camisa blanca que por un instante me sorprendió que estuviera libre de arrugas. Le observé durante unos segundos hasta que cruzamos miradas, tenía unos hermosos ojos gris que parecían aún más claros cuando los rayos del sol que entraban por la ventanilla golpeaban en su rostro, su cabello negro azabache que caía sutilmente tapándole por completo las orejas casi hasta el hombro combinaba perfectamente con ellos, sin darme cuenta él ya esbozaba una enorme sonrisa que me dio un momento de calidez.

- Hola, ¿te encuentras bien?

- Eh... s-si... ¿me podrías decir la hora? - no pude evitar un poco de nerviosismo, en realidad no sé porque lo estaba, claro que era un hombre atractivo, pero simplemente nunca lo volvería a ver.

- Veamos...- decía mientras tiraba de la manga de su camisa para destapar el reloj plateado que portaba en su muñeca. Noté la transparencia de su piel, tan blanca que se podían ver sus venas color púrpura que formaban pequeñas ramas entrecruzadas, un extraño color de la sangre para un humano. – 6 a.m. hora Tokio.

- Oh... gracias – le sonreí en señal de agradecimiento.

En ese momento las ruedas del avión tocaron el asfalto provocando un tambaleo en nosotros, minutos después la multitud ya estaban bajando a la pista. Pocas personas esperamos hasta el final ya que los pasillos están más libres para poder sacar nuestras mochilas de los maleteros superiores, entre ellas se encontraba mi nuevo amigo ojos grises, así es como decidí llamarlo temporalmente, no había necesidad de preguntar su nombre si teníamos rumbos diferentes, pensé.

Cayendo a las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora