En la cima del castillo Midori sigue a mi lado observando todo el espectáculo que se suscitaba abajo, el sol había salido completamente pero esta mañana no era cálida. Pequeños ríos color carmesí abundan de este lado de la muralla, decenas de los antifaz verde corrían de un lado a otro, unos portando piernas, brazos o dedos calcinados casi en su totalidad en búsqueda de su posible dueño para ser injertado o enterrado junto con el resto de los cuerpos. Los guerreros que aún seguían con vida formaban un eco de dolor en el trayecto al interior del castillo mientras que sus bestias eran igualmente atendidas, los fallecidos eran cubiertos por mantas blancas pero no lograba encontrar a sus bestias, todos los heridos las tenían a sus costados pero aquellos cuerpos inertes estaban completamente solos.
- Deben buscar sus bestias, no pueden ser enterrados solos - le dije a Midori apuntando al área cerca de la muralla en donde los cuerpos eran temporalmente depositados para después subirlos a las carretas y llevarlos al bosque.
- Después del último latido del hombre, la bestia también deja de existir y se convierte en polvo, regresa a la tierra para después renacer y continuar con la búsqueda de un compañero digno, observa. - dijo con tristeza en su rostro.
Con sus ojos apuntaba hacia un árbol pequeño en donde un joven yacía, estaba totalmente pálido y sus labios de un color azul entre abiertos dejaban escapar un hilo de sangre. Aquel chico era cubierto por la sábana de la muerte mientras que a su lado un águila moribunda de aproximadamente 4 metros logró mover su ala para proteger a su compañero, instantes después la bestia comenzó a desmoronarse como cuando se derriba una figura de arena y en menos de un parpadeo había desaparecido dejando solamente una marca obscura en el césped.
Mis ojos se nublaron y un par de gotas recorrieron mis mejillas, aquello era horrendo ya que muchos perdieron la vida a causa de mis órdenes y yo estaba ahí arriba, protegida y sin poder hacer nada al respecto.
- Ellos pelearon por su hogar y lo volverían a hacer si tu se los pides, gracias a ti Niyool sigue viva esta mañana - dijo Midori y en seguida se arrodilló ante mi.
Aquella acción me sorprendió ya que los demás la imitaron, incluso los heridos que a duras penas podían moverse.
- ¡Reina Takashi! ¡Reina Takashi! - comenzaron a cantar al unisono.
- ¿Lo ves? - Midori me regala una sonrisa de victoria.
Sequé mis lágrimas y ajusté mi antifaz, el ambiente se puso más activo después de ese momento lo cual me animó un poco.
- Debemos ir con la reina Miyoshiki, tomaste su lugar porque no estaba en condiciones pero seguramente se encuentra mejor, tenemos que saber cuál será el siguiente paso.
Asentí con la cabeza y la seguí, los Aomu seguían escoltándonos por lo que comenzaba a ser algo tedioso y al parecer así sería a partir de hoy. En el camino comencé a sentir frío y recordé el hoyo en mi blusa, me puse roja al ver que mi vientre estaba completamente expuesto y que la rasgadura llegaba casi a mi sostén, me detuve en seco y crucé mis brazos rápidamente provocando que dos chicas Aomu chocaran a mis espaldas.
- ¿Qué sucede? - preguntaba una de las chicas masajeando su nariz que había chocado con mi espalda.
- ¿Te encuentras bien Rin? - pregunta Midori un poco preocupada.
- Si, es solo que ... - retiro mis brazos apenada y le muestro el pedazo de trapo que portaba - No creo que sea buena idea que la reina me vea así.
- ¡Demonios! lo había olvidado, tenemos que arreglar eso primero - dijo con una risita y cambiamos repentinamente por otro pasillo, subimos las escaleras caracol hasta llegar a mi habitación.
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Cayendo a las nubes
Fantasy¿Has sentido la necesidad de huir de tu origen para cumplir tus sueños? pero, ¿Qué harías si en el camino te encuentras con obstáculos fuera de este mundo? Rin, una chica de 24 años, se ve inmersa en un lío que la persigue desde hace algún tiempo y...