Mi jefe es un Saiya...¿qué? Trunks y Tú [EDITANDO]

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42| Planes.

Me encontraba frente a la estación central de la Capital del Oeste.

No tenía ni idea de por qué Trunks me había citado justamente aquí.

Después de lo ocurrido en la reunión de la semana pasada y haber hablado con los demás saiyajin respecto al tema; Gohan aseguró que podríamos estar tranquilos debido a que si esa persona quisiera hacer algún daño ya lo hubiera hecho, pero el señor Vegeta señaló que debemos tener la guardia lista para todo.

Por esa razón, se volvió más estricto con el entrenamiento.

¿Dónde estás, Trunks?

Pensé en mis adentros mirando el reloj en la torre delantera de la estación. Era la segunda ocasión que un Brief me tenía esperando, ya habían pasado alrededor de veinte minutos de la hora acordada.

Jamás se había retardado tanto.

En ese momento, sentí su Ki acercarse entonces miré en esa dirección, él estaba aterrizando en la azotea del edificio frente a mí. Sonreí negando con la cabeza cuando salió apresurado de la puerta principal de dicho edificio.

—Discúlpame —pidió, algo agitado—. ¿Te hice esperar mucho?

—Eso no importa —le di un corto beso en los labios.

—De verdad, perdóname, había tráfico entonces decidí volar para no tardar más —explicó, con una mano en su nuca nervioso.

Sonó su celular apenas termino de hablar a lo que rápidamente contestó, pude escuchar una voz de mujer por la comunicación y él se alejó un poco de mi presencia.

Al finalizar, después de unos cortos segundos, volvió a mí con una sonrisa igual de nerviosa. Le di una mirada de confusión levantando una de mis cejas.

—¿Qué sucede? —pregunté, cruzándome de brazos.

—Tengo una sorpresa para ti —agarró una de mis manos y caminó alrededor de cinco calles conmigo tras él.

Llegamos a una cafetería, entramos y él se dirigió a una mesa que estaba ocupada por una mujer exageradamente guapa.

—Lamento haberte hecho esperar, Rui.

¿Rui?

Trunks saludó muy alegremente a la chica.

—No te preocupes —sonrió y lo saludó con un beso en la mejilla a lo que él se incomodó.

Lo único que pude hacer fue tragar saliva, aguantando los celos.

—Ella es mi prometida —me tomó por la cintura—. ___ Grills —sonreí y le extendí la mano para estrechársela.

Ella la tomó con una sonrisa que a mi punto de vista no parecía sincera y ¿a quién engaño? La mía tampoco lo era.

Al tocarse nuestras manos supe que chocaríamos en todo, pero obviamente en ese momento no le tome importancia.