XV. Lo prometo

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Viernes 14 de marzo de 2014

Alice

– Tuve novia –comenzó. Exhibió una sonrisa torcida y se abalanzó sobre mí–. Y ya no la tengo.

Sostuvo mi rostro entre tus manos y me besó con fuerza. Lo permití porque no podía rechazar su contacto pero cuando se perdió la intensidad y tuve oportunidad, me alejé de él.

– Ay, Louis –protesté, molesta–. No hagas esto. Cuéntame qué pasó.

Se encogió de hombros en una muestra de indiferencia.

– Se acabó.

– ¿Por qué?

– Porque yo no estoy hecho para tener novia.

Entreabrí la boca mientras procesaba sus palabras y la manera en la que las había dicho. Como si no hubiera sido suficientemente claro, finalizó con un suspiro y entendí que no había ni una gota de verdad en sus palabras. Era una persona bastante despistada pero, desde luego, eso lo había captado al instante.

– No me lo creo.

– ¿No te crees que no esté hecho para tener novia? Y yo que creía que empezabas a conocerme...

– No, Louis, no te creo –aseguré–. Puede que ahora mismo no lo estés, pero no creo que siempre hayas sido así.

Apoyó sus manos en mis caderas y me impulsó hacia atrás, haciendo que chocara de nuevo contra la mesa. Recorrió mi torso con sus dedos índices, colocados uno en cada extremo, sin dejar de mirar de esa manera... tan suya. Apretó su figura contra la mía y acabé por subirme a la mesa ante su insistencia. Lo acogí entre mis piernas y jugué con su cabello mientras él buscaba mis labios. Me agaché para ofrecérselos, sabiendo que la conversación aún no había acabado.

– Rehazas hablar de ello con bastante elegancia, eso tengo que reconocértelo.

– Claro que lo rechazo. Prefiero besarte.

Lo hizo con ternura y me desarmó una vez más. Me dejaba sin argumentos cuando se comportaba de esa forma. Se suponía que era rudo y autoritario, no tierno, ni tampoco dulce. Esa doble faceta que no era capaz de ocultar empezaba a construir una conclusión clara en mí: Louis tenía dos caras, la que se esforzaba por mostrar a los demás y la que me dejaba entrever de vez en cuando.

– Louis...

– Salió mal –dijo, de pronto–. Se acabó porque salió mal.

¿Qué había en su voz? ¿Dolor?

¿Se estaba abriendo a mí?

– ¿Te dejó?

– No, la dejé yo a ella.

– ¿Por qué?

– Porque sí.

Nunca le había visto tan serio.

– ¿Y por eso ahora eres así? ¿Por que ella te hizo daño?

Cerró los ojos momentáneamente y cuando los abrió de nuevo me mostró una sonrisa.

– ¿Quién te ha dicho que me hiciera daño? –Rió–. La dejé porque me aburrí.

No lo creí. En absoluto. Lo único que estaba haciendo era construir el muro de nuevo, ese que no me permitía ver más allá de lo que él quería que viera. Bajé la cabeza; me disgustaba pensar que había perdido una oportunidad de acercarme a él y entenderlo mejor.

Por qué quería hacer eso, por qué quería acercarme a él, por qué quería conocerlo mejor, no lo tenía muy claro. Y me asustaba conocer la respuesta.

More than this | Fan-fic de Louis TomlinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora