NARRA ERICK BRIAN COLÓN
Su pantalón, sus zapatos, sus tines, Joel se había retirado cada prenda frente de mí, llegando hasta su bóxer en donde se detuvo.
- ¿Por qué tan nervioso? – preguntó dándome la espalda, caminando hasta unos interruptores, accionó uno y después se dirigió a la alberca.
- ¿Quién dice que estoy nervioso? – respondí poniéndome de pie.
Me quité las mismas prendas que se había quitado él, después caminé y me senté a su lado en la orilla de la alberca.
El vapor comenzó a salir del agua, lo que Joel había encendido hace un rato, era el calentador de la alberca, metí mis pies al agua tibia que rodeó mi piel, era perfecta, metí la mitad de mi cuerpo y me puse frente a Joel entre sus piernas, solo observándolo.
- Eres muy guapo. – dije colocando mis manos en sus piernas para sostenerme.
- Gracias. – susurró sin dejar de mirarme.
Se fue inclinando lentamente buscando mis labios que estaban ansiosos por el contacto, al estar unidos, sentí como había capturado mi labio inferior con sus dientes y después volvía a besarme.
Al separarnos, se metió completamente al agua y bajó sus manos por mis costados hasta llegar a mi ropa interior, la quito y yo no opuse resistencia, después yo retiré su prenda y ambos las aventamos fuera del agua, quedando totalmente desnudos bajo la luz de la luna.
Me lancé sobre él enredando mis piernas en su cintura, gracias a que nos encontrábamos bajo el agua, cargarme no requería de mucha fuerza, por lo que se permitió recorrer mi espalda hasta mi trasero con sus manos, mientras nos devorábamos las bocas.
Sentía mi miembro palpitar entre mi abdomen y el de Joel, este chico era tan provocador que me ponía duro con tan solo el contacto de nuestros labios, poco a poco nos acercamos hasta uno de los escalones que se encontraban bajo el agua, Joel se separó un poco de mí y entonces nos volvimos a mirar a los ojos.
- Te amo. – dijo con sus mejillas rosadas.
Logró sentarse en aquel escalón que le permitía todavía cubrir su ombligo de agua, me jaló hasta él y yo tomé asiento sobre sus piernas enredando las mías en su cintura.
- Yo te amo aún más. – susurré cerca de su oído.
El solo rio, adornando su hermoso rostro con aquella sonrisa que me mataba, sus rizos húmedos, sus lindas pestañas, sus ojos marrones, amaba cada detalle de este hombre.
Se acercó a mi cuello y comenzó a esparcir cortos besos sobre la piel de este. Me rodeó con ambos brazos, procurando que yo no me fuera de espaldas y comenzó a dar besos más salvajes en esa zona antes mencionada.
Los gemidos no tardaron en presenciarse por parte mía, ¿se imaginan los labios de este chico recorrer cada centímetro de piel desnuda? Pues era algo excitante y un tanto romántico.
Me bajé de sus piernas y salimos del agua, sentándonos en la orilla de la alberca, me senté a su lado mientras ambos nos miramos girando un poco nuestros cuerpos para poder tener a nuestro alcance los labios del otro, me tomé la libertad de acariciar su pecho en el proceso, con curiosidad bajaba mi mano hasta sus piernas y rosaba intencionalmente su entrepierna, Joel estaba duro y eso me erizaba la piel.
Nos separamos un poco y vi una de sus manos en su miembro, masturbándose, ese chico estaba tan ansioso, que no perdí más el tiempo y me volví a meter a la alberca, poniéndome nuevamente frente a él.