NARRADOR OMNISCIENTE
Cada historia, tiene un final y esta no es la excepción, aunque al principio se negaban a aceptar sus sentimientos provocados por una noche que se convirtió en más que un momento de sexo, ambos sabían que estaban destinados a estar juntos, pero el destino puede jugarte tretas muy sucias, estarán juntos, SI, pero ¿lo estarán ahora? En este momento o ¿será que es un juego de palabras?
- No estoy listo. – dijo el ojiverde deteniéndose, presionando fuertemente la mano del ojimiel.
Ese molesto sonido de las ruedas de la maleta se detuvo creando un molesto silencio, Joel cerró sus ojos pues la falta de optimismo en su novio lo hacía tener en decirle a su madre.
- Todo irá bien. – dijo entre dientes.
- Y ¿si ella no acepta esto? Yoandri y yo rentaremos juntos cerca de la universidad de Nueva York, no estaré solo, no debes preocuparte.
- Estaremos a casi cuatro horas de distancia, amor. – levantó la mano del menor y besó el anillo que había en su dedo, anillo que le había dado una semana antes, sellando así su compromiso.
- Será lo mismo, seguiremos siendo lo mismo, lo nuestro no cambiará. – afirmó nervioso. – ha pasado un mes desde la muerte de mi hermana, creo que lo voy llevando mejor de lo que pensé.
- Llorar cada noche desde las 12 de la noche hasta las 04:00 de la madrugada, todos los días, no es llevarla bien, Erick. – dijo frunciendo el ceño. – confía en que todo irá bien con mi madre.
Erick se mordió la lengua y asintió, ¿Qué podría salir mal?
Joel abrió la puerta principal de la casa, de su gran casa, era casi tres veces más grande que la de Erick, eso había dejado anonadado al antes mencionado.
- ¿Mamá? – gritó el ojimiel con temor en su voz.
- En la cocina. – gritó una mujer.
- Emm, ¿Puedes venir? Tengo que hablar contigo.
Los pasos aproximándose dejaron inmóvil al cubano que solo se quedó estático en la entrada aún con la puerta abierta, Joel no se separó de él ni por un momento ni rompió contacto entre sus manos cuando su madre entró en la misma habitación.
- ¿Qué sucede Joel? No has cont... - su habla se detuvo al ver el enlace de las manos. - ¿Qué significa esto? Joel Pimentel de León. – se cruzó de brazos.
- Mamá, él es Erick. – mordió sus labios. – y es mi novio. – dijo con firmeza.
La mujer se quedó boquiabierta, se acercó a ambos y forzó una sonrisa, tomando del brazo a su hijo mayor y jalándolo.
- Volvemos en un momento, Ernesto. – dijo la mujer.
- Erick, mamá. – gruñó Joel.
Erick solo observó a ambos de lejos, veían como el semblante de la mujer se ponía rojizo de tanta ira almacenada.
- ¿Es una broma? Porque no es divertida. – exclamó la mujer.
- No bromearía con algo así madre. – contestó el rizado. – yo lo amo.
- No Joel, no lo amas, solo estás confundido, el hombre de la casa, el que ha sido un ejemplo para la familia, no puedes ser un puto homosexual. – trató de contenerse, pero la última frase había llegado a oídos de Erick, haciendo que su corazón se comprimiera.
- ¡Madre! – gritó el mexicano. – no te permito que te expreses así, soy tu hijo.
- No lo eres si decides llevar esta vida, no serás mi hijo. – agredió la mujer. - ¿Qué esperas que yo haga al traerlo aquí? ¿recibirlo con los brazos abiertos?
- Quiero que se quede en casa, su hermana acaba de morir y no tiene a nadie más en el mundo, madre, es mi novio, no puedo dejarlo solo. – contestó con su respiración agitada.
- ¿Y debería importarme que muriera?, espera ¿Él es la razón de tus escapadas en el auto? ¿De tus faltas a la universidad y a las comidas familiares?
- Así es. – contestó de inmediato.
- No lo acepto. O se larga él o se largan ambos. – condicionó la mujer. – eso significa no más beneficios económicos de mi parte.
- No necesito tu dinero, obviamente me voy con Erick. – volteó hasta donde el menor, pero... el lugar estaba solo. - ¿Erick?
Un miedo de apoderó de su cuerpo al no encontrarlo de pie, su celular vibró y lo observó, era un mensaje del ojiverde.
"Ten una buena vida, Joel Pimentel, no puedo dejar que eches a perder tu vida por alguien como yo, simplemente no lo permitiría, te amo y lo sabes, nosotros lo sabemos y con eso me basta, no me busques, amor mío, no me encontrarás, me iré de la ciudad, tenías razón, no la llevo bien con la ausencia de Esmeralda, pero debo afrontarlo solo. Te amo."
Mis lágrimas comenzaron a brotar por mis ojos, no podía creer que él se haya ido de su lado, al fin y al cabo, tenía razón, su madre jamás aceptaría lo suyo.
- Es lo mejor, hijo. – consoló la mujer acercándose al rizado acariciando su cabello. – fue solo algo pasajero.
- ¡Suéltame! – exclamó Joel empujándola subiendo rápidamente las escaleras a su habitación.
NARRA ERICK BRIAN COLÓN
... hace diez minutos ...
Permanecí de pie, observando como la madre de Joel se lo llevaba a un rincón de la habitación. Fue difícil escuchar las primeras palabras pues iniciaron con un susurro, pero al parecer la madre de Joel comenzó a alterarse al levantar la voz
"no puedes ser un puto homosexual" cerré mis ojos ante esas palabras que se clavaron en mis oídos como navajas.
"¡Madre!" escuché el grito, decidí retroceder hasta quedar fuera de la casa, tenía la oportunidad de quedarme y ver qué pasaba o simplemente, dejar tranquilo a Joel, decidí por la segunda opción.
Así que me di la vuelta y comencé a caminar con lágrimas en mis ojos, saqué mi celular y escribí a Joel, debía explicarle del porque yo no estaría ahí cuando voltease.
Envié el mensaje y tomé un autobús. Dejando atrás, lo último que me quedaba de felicidad.
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