Aquella mañana en la que los rayos del sol tan solo golpeaban un poco mi rostro, era el culminar de otro arrebato de pasión y lujuria a lado de mi fiel compañera de cama. Dafne quien se distinguía por siempre llegar a mi mansión sin previo aviso ahora estaba profundamente dormida, dándose el lujo claro de poder quedarse mientras que su marido ahora tenía "otro tipo de diversiones" que no tenían que ver siquiera con un par de senos o un perfume channel.
Esa noche que había llegado de Londres tan solo podía pensar en el plan que habíamos elaborado Granger y yo para poder obtener nuestras metas en común desembocando en nuestra venganza personal; ella por sus recuerdos y yo por obtener algo del respeto que tan arduamente me habían arrebatado.
Mi madre como siempre se encontraba en su mundo solo que esta vez apaciblemente dormida, como si incluso yo deseara no despertara para por lo menos ver esos momentos de tranquilidad que ella tenía no pensando que papá llegaría cada tarde a comer y platicar sobre lo que acontecía en el ministerio o incluso tal vez lo que le contaba cierto mestizo tenebroso.
Antes de llegar a mi recamara totalmente exhausto por el ajetreo de la misma ciudad que se movía rápido, decidí tomar una copa de vino tinto que tanto me gustaba para poder relajar un poco mi cuerpo y no pensar en aquellos ojos caramelo que tanto me habían atraído a tal extremo de robarle un beso.
"¿Un beso a esa sangre sucia?", miraba tal vez con algo de repudio la copa que estaba bebiendo sin estar seguro siquiera de aquellas palabras tan bajas y lastimeras; concluía tal vez que aquella chica de cabello rizado y sonrisa angelical se había convertido en una fiera que deseaba cobrar lo que le habían arrebatado al hacerlo con sus recuerdos, pensando sin quererlo que llegábamos al extremo de necesitarnos. "Simbiosis", pensaba yo al momento de beber un sorbo y contemplar las estrellas que se notaban en el firmamento al abrir la ventana de mi despacho.
Recordé de nuevo la tensión que había provocado en mi tenerla tan cerca, a unos milímetros de esa boca que tan apetitosamente bebían una copa de vino y degustaban algo de pasta. Materialicé el rostro tan perfilado, tan bien definido y aniñado de una mujer que se decía fatal a sabiendas que en el pasado había sido totalmente lo opuesto; creo que siempre había tenido ese lado salvo que no había oportunidad de sacarlo por el solo hecho de seguir a sus amigos en busca de acabar con aquel mestizo hijo de puta.
Su manera de sentarse, su cabello oscuro y lacio se parecían a los de Pansy solo en algunos rasgos, su nariz seguía siendo un poco achatada y sus ojos más intensos al momento de voltear a contemplar alguna otra cosa que no fuera el "patan de Malfoy" como ella me llamaba. Sin desearlo o pensarlo pasaba mi dedos por mi boca lentamente, cerré los ojos al imaginar en ese momento que de haber sido otra situación diferente, habría tomado sus labios sin contemplación alguna embriagándome no solo con el vino, sino con su saliva misma.
-Her.. mione..- Ese nombre salía entre suspiros al momento de cerrar mis ojos y recrear la escena del restaurante, no importándome la forma de dirigirme a ella.
Dejé mi copa y al encender mi cigarrillo tan solo sentí tranquilidad, mi sangre de nuevo recobraba el ritmo al que circulaba y mis sentidos se agudizaban cada vez al pensar lo que estaría haciendo en estos momentos. Quiza, solo quizá deseo pensar que esta en su cama, recargando su cabeza en la almohada y estirándose un poco para relajar sus brazos y su espalda escultural.
Al imaginar todo ese erotico cuadro, una erección se hizo presente aún con mis ojos cerrados, mi mano derecha, aquella que no sostenía el cigarrillo pasaba lentamente de mi pecho, mi tórax, mi abdomen que había desabotonado un poco por el ligero calor que estaba haciendo dirigiéndola hacia mi entrepierna para frotarla un poco.
El contacto y la imaginación son la pieza clave para poder llevar a limites extraordinarios, el livido y el deseo mismo, la locura y la fantasía fusionadas tal vez con una realidad que distaba mucho de existir dada la situación de nuestra enemistad jurada.