La primera fase del plan estaba hecha, ¿Quién iba a pensar que causaría tanto furor el asunto de mi matrimonio?, creo que hasta los elfos de mi casa estaban cuchicheando por ahí sobre eso mismo seguramente emborrachándose con tanta cerveza de mantequilla que sus diminutos cuerpos podían soportar. Bien, lo primero en la lista estaba realizado, un triunfo mas apuntado contra ese cabrón de Saint Flesh quien ahora se creía que podía decir lo que debía o no hacer.
¡Ja!, como si no me conociera la mayoría de la gente, siempre que se me prohíbe algo mas cabronas ganas me dan de hacerlo, es algo asi como un reto personal por asi decirlo. Todo pintaba como un dia grandioso, no sabía por qué, incluso decidi esa mañana ir con mi madre brincando con algo de gusto para encontrarla como siempre peinando su cabello rubio mirándose al espejo. ¿Debía sentir pena?, si, la respuesta era un cabron y rotundo sí
Mi madre no era la misma desde que el pelmazo de mi padre cayó en desgracia, bueno, es mi padre lo reconozco, pero eso no le quita lo desgraciado ¿Verdad?, cuestión de opiniones. Me adentré a su recamara para tomarla entre mis brazos y bailar un rato con ella, me sentía feliz, pleno, ¿Dije feliz y pleno?, ¡Que carajos!, si no soy Jack Dawson del puto Titanic. Ok, ok, admito que vi esa película muggle que duró tres horas solo para relatar la caída de un trasatlántico.
--¿Qué te pasa Draco?, ¿Por qué tan feliz amor?—Mi madre me escuchaba tararear con los ojos cerrados mientras la llevaba, la traía, la giraba, como en aquellos días donde la primera pieza se la dedicaba a ella en todas las tertulias. Lo que me recuerda que el mestizo de mierda al que tanto adoraba mi padre tenía no dos, sino tres pies izquierdos; Naggini era como su tercera pierna, y por tonto que les parezca ¡Tambien bailaba!, era algo asi como "la variedad" entre los mortios, aunque si me lo preguntan solo se sabía arrastrar, ¡Hasta para ser una puta víbora hay que tener estilo caray!
--Tu sigue bailando con el pelmazo de tu hijo madre, por que por fin, recuperare lo que es mio—Le sonreía. -Pero anda madre, uno, dos y uno y dos…
--Draco, cualquiera pensaría que acabas de perder la razón.
Ella me miraba como si en verdad estuviese en mis dulces, hermosos e inocentes diez y seis, creo que aun se preguntaba la razón por la que estaba en la mansión y no en la escuela. Me gustaba la idea de verme siempre joven, era como si ella, mi madre fuese mi fuente de la eterna juventud, sin embargo, no era cierto. Mi madre se encerró en si misma y en esa época que tanto le agradaba. Sonreí despacio, le di un beso en la frente, ¡En serio!, aunque no lo crean tengo mis jodidos momentos cariñosos con ella, es algo asi como regresar a si vientre sintiéndome protegido, ¡Que loco!, pero cualquiera que viese a su madre pensaría igual que yo.
--Pues soy un puto Loco Narcisa Malfoy—le decía entre risas tomandola de la cintura para darle algunas vueltas sobre mi propio eje, ella carcajeaba, reía. Sigue riendo mami, decía para mi, pues haría lo que fuera y daría lo que estuviera en mis manos para recuperar esa hermosura de risa. ¡Ay cabrón!, no debo llorar, no debo llorar, no debo llorar.
--Draco Malfoy, ese lenguaje!—Me espetaba a su manera todavía riendo como nunca, yo entre tanto la seguía girando hasta que me cansaba y la colocaba de nuevo en su sitio apretando mis labios para evitar que unas lagrimas salieran de mis ojos. No, yo era un hombre ahora y no debía por ningun motivo mostrarle a mi madre que me destrozaba la idea de ver su estado.
--Perdon, perdón, culpable de todos los cargos que Nessy me imputa—Daba otro beso en su frente, seguido por otro, esa mujer era la única que siempre me tendría de planta, con la que siempre regresaría al final del dia, aquella a la que podía decir "te amo" sin arrepentirme. -Debo ir al trab… al colegio, deben estarme esperando ya sabes, Pansy y los demás para irnos.